María Teresa Larraín
Los Boldos, jardinera número 14, cementerio El Totoral. Una apertura de tierra esperando al ilustre vecino y maestro a punto de llegar. "No teníamos idea qué personaje era. Es un orgullo para nosotros que esté acá", indica José Berríos, encargado de entregar la próxima morada a ese vecino que llegaba para quedarse, rodeado de su familia y amigos.
José Balmes (89), el artista, Premio Nacional de Artes Plásticas 1999, llegó a Chile siendo un adolescente a bordo del barco Winnipeg, junto a cientos de españoles que venían huyendo de la Guerra Civil española. Formó su carrera en nuestro país y fue uno de los primeros en difundir acá las vanguardias europeas, siendo uno de los padres del arte contemporáneo en nuestro país.
Eligió el sector Cantalao, en la comuna de El Quisco para establecer su lugar de descanso, partiendo con una sencilla casa de madera donde cabían más sus cuadros que muebles. Estableció allí su taller y por las tardes caminaba por los senderos del lugar, rodeado del mar que lo cobijó desde pequeño en Montesquiu, Cataluña, España.
"El amaba este lugar. Me enseñó a ser feliz a través del arte. Y a amar toda la belleza que nos rodeaba. Siempre veníamos acá a El Totoral. Caminábamos por los senderos o nos sentábamos en un tronco, simplemente para observar la maravillosa naturaleza", recuerda Concepción Balmes, su hija.
"El me marcó mucho como artista. Para él, el trabajo era permanente. El arte era abrir senderos. No solo plasmar obras en la tela, sino que caminar la vida, en una constante búsqueda sin límites. La muerte de mi padre -que se produjo el domingo en Santiago a raíz de una falla multisistémica- no es una raya en el agua. Nos enseñó siempre a reflexionar, a crear raíces. Creo que la mayor obra de él fue su propia vida", reflexiona su hija.
Y agrega: "es emocionante el cariño de la gente. Nos envuelven de ternura las demostraciones de afecto que pudimos ver en la sede del arte (Palacio de Bellas Artes) y acá (El Quisco). Esto es algo que permanecerá en nuestras vidas para siempre".
Pese a haber nacido en 1926 en otro lugar que no fue nuestro país, José Balmes ganó su residencia y luego su nacionalidad (1947), trabajando y sembrando el arte, codo a codo con los más desposeídos.
En Chile desarrolló sus estudios secundarios en el liceo Barros Borgoño y sus estudios superiores en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. Fue militante del Partido Comunista y tuvo que exiliarse en 1973. Lo hizo en la Embajada de Honduras.
"Pasé treinta días y treinta noches con él, en el living de la sede de la Embajada. Como colchón teníamos una alfombra. Todas las noches se ponía el pijama. Éramos varios que dormíamos con la misma ropa. A mi hijo le enseñó a jugar carioca. Así pasábamos los días en el camino a nuestro exilio", recuerda Ismael Llona, quien ayer despidió al pintor junto a vecinos, alumnos de la Escuela El Totoral, amigos y familiares.
Balmes es un hijo ilustre de la comuna. Y como dijo Francisca, una mujer que colocó flores en su tumba, "simplemente cumplió con ser, simplemente, un buen hombre".
89 los años que tenía José Balmes, pintor de origen español que obtuvo la nacionalidad chilena.