por Abraham Santibáñez, Premio Nacional de Periodismo.
Los augurios no podían ser mejores para Donald Trump, quien arrolló en las primarias del Partido Republicano. Además, Hillary Clinton, la representante del Partido Demócrata, genera escasas simpatías. Pero, como fuere, la impresión dominante es que la Casa Blanca seguirá teniendo inquilinos demócratas, después de las elecciones del 8 de noviembre.
La lápida la puso Michelle Obama luego que el magnate se ufanara de besar y manosear a las mujeres a su antojo. "Esto va de decencia humana básica. Es sobre lo que es correcto y lo que no. Y simplemente ya no podemos aguantar esto y exponer a nuestros hijos a esto. Ni un minuto más, mucho menos durante cuatro años".
Sólo un impensable milagro -que Trump, por ejemplo, gane el debate de este miércoles 19- cambiaría el pronóstico.
A partir de su designación como candidato, su campaña ha puesto en evidencia todas sus debilidades, especialmente su persistente desprecio por las mujeres, los hispanos (sobre todo, los mexicanos), los afroamericanos, los discapacitados y quienes profesan la fe musulmana y otras minorías. Claramente el mayor daño frente sus eventuales electores lo ha producido su irrefrenable machismo. Primero fueron sus ofensivas opiniones acerca de Alicia Machado, la Miss Venezuela 1995 que al año siguiente se convirtió en Miss Universo. Trump la llamó "Miss Piggy" (Cerdito) por haber aumentado de peso. Luego apareció una grabación de 1995 en la cual Trump se vanagloriaba groseramente de sus dotes como seductor. Como si fuera poco, siguió adelante. Habló de su experiencia como propietario de la firma a cargo de los concursos Miss América y Miss Universo:
"Bueno, le digo que lo más gracioso es que antes de un show, me voy tras bastidores y todo el mundo se está vistiendo, y no hay hombres por ningún lado, y yo puedo ir porque soy el dueño del concurso y por lo tanto estoy inspeccionándolo".
Parece evidente que la serie no ha terminado.
Para la candidata demócrata, este conjunto de torpezas ha sido un regalo providencial. Era inevitable que lo sacara a colación:
"Dije que él no era apto para ser presidente. Lo que todos vimos y escuchamos fue a Donald hablando sobre las mujeres. Lo que él piensa sobre las mujeres, lo que él les hace a las mujeres".
Hay un sector de electores al cual le gustan estos comentarios. Pero la gran mayoría ha expresado su frontal rechazo. Se ha pedido, incluso, que renuncie a la postulación, algo que simplemente no cabe en su mentalidad.
La última prueba será la de mañana miércoles, cuando nuevamente deba enfrentar a su rival demócrata. Nadie cree que vaya a triunfar.