Pilar Campos Carmona
La primera vez que Francisca Ibarra (19) decidió trabajar en un semáforo de Valparaíso haciendo malabarismo estaba súper nerviosa.
La sanantonina se acomodó en una esquina cercana a la plaza Victoria y cuando dio luz roja realizó su presentación.
"Nunca se me va a olvidar mi primer semáforo. Estaba nerviosa porque no tenía ni rutina, yo solo improvisé".
Se le cayeron algunas pelotas, pero pudo salir adelante con su propuesta.
"La rutina se trabajaba con tres y cuatro pelotas. Antes me ponía nerviosa si veía algún conocido, pero eso ahora me pasa muy poco", asegura.
Ese día después de estar un par de horas, fue el momento de contar las monedas que había recolectado gracias a su show. Peso a peso se fueron sumando y la cifra final la dejó con una sonrisa de oreja a oreja.
"Me di cuenta que ganaba dinero y que me encantaba hacer malabares".
Empezó a practicar con nuevos instrumentos y a perfeccionar su técnica para que le fuera mejor. "Aprendí con tipos grandiosos que son capaces de hacer muchas cosas a la vez", relata.
Con sus nuevos conocimientos se vino a probar suerte a San Antonio y, para su sorpresa, le fue bastante bien. "La gente es mucho más caritativa", agrega.
Se colocó junto a unos amigos en Avenida Chile con Baquedano porque son 30 segundos de show.
Francisca es empeñosa y no pierde oportunidad para salir adelante. Ahora, realiza un curso de soldadura con el que busca profesionalizarse y cruzar las fronteras en búsqueda de nuevos rumbos.
"Estoy juntando lucas para viajar a otros países, pero tengo muchos proyectos en mi cabeza".
En Francia o Australia asegura que haría malabarismo "todo el rato", ya que es una buena forma de ganarse la vida
-¿Es muy grande el prejuicio a la hora de realizar este tipo de actividades?
-Sí, el prejuicio es muy grande. Muchas veces me han menospreciado por no tener un trabajo con contrato, con jefe y horario. Me da lata, pero mi familia me apoya y esa es la opinión que me importa.
Aunque Francisca trabaja soldando rejas y protecciones, asegura que gana buen dinero y lo pasa mucho mejor haciendo malabares. "Me gusta mucho y le pongo bastante pasión a lo que hago", dice.
Inicios
Francisca de muy niña se inició en el mundo del malabarismo, arte que necesita mucha concentración y equilibrio.
"Fui a un taller que hicieron en el barrio y aprendí lo básico", recuerda con entusiasmo.
Las pelotas y las clavas fueron pan comido, así que cuando cumplió 14 años se le puso entre ceja y ceja disociar.
"Me puse una pelota de fútbol boteando en mi cabeza y con las pelotitas hacía malabares".
Esta tarea no fue para nada fácil, pero con tiempo y mucha práctica lo logró.
La sanantonina se juega por lo que hace y ofrece sus servicios para realizar talleres o animar fiestas al 9 45447972.