A seis años de la tragedia de Tur Bus: "No hay día que no piense en mi hija"
Jorge Parra es el padre de Carolina, una de las víctimas del accidente que dejó a 20 personas muertas y a otras 16 heridas en la Autopista del Sol. "Hoy a lo mejor no soy tan alegre. No me río mucho y no disfruto de las fiestas", confiesa.
El pie que se encontraba separado del cuerpo de Carolina Alejandra Parra Vera, en la Autopista del Sol, aquel 23 de noviembre de 2010, desató el llanto incontenible de quien hasta ese día fue su padre, Jorge Parra.
Un día como hoy, pero hace 6 años, Jorge comenzaba su vida normal. Era martes y como de costumbre se levantó temprano para ir a dejar a su hija al terminal de Barrancas.
Carolina tenía 23 años por aquel entonces, y era madre de una hermosa hija, Luciana, de 5 años. Además se encontraba realizando su práctica profesional en Santiago. Allá estudiaba Pedagogía en Inglés, en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación y viajaba varios días a la semana a la capital para concluir su último año de la carrera.
Ese día el despertador sonó pasadas la cinco de la madrugada en el hogar de la familia Parra Vera, ubicado en la calle Hurtado de Mendoza, en Llolleo.
Tras levantarse y prepararse para el viaje, Carolina se despidió de su hija y partió junto a su padre al terminal de Barrancas. Allí esperaban la máquina 1399, de la empresa Tur Bus, matrícula XL1741, con destino a Santiago, que había comenzado su viaje a las 6 de la madrugada desde Llolleo.
La música de carolina
El bus llegaba hasta el terminal de calle Sanfuentes donde Carolina y Jorge Parra conversaban antes de despedirse para siempre.
"Tenía que haber viajado el lunes, pero justo se enfermó la Luciana y ella (Carolina) se quedó cuidándola toda la noche. Al otro día cuando se iba la reté, porque ella tenía que ser profesional en su práctica, porque estaba en las últimas. Llegó el bus y le dije: 'te quiero mucho, hija' y ella me dijo 'yo también y cuídate mucho", rememora.
Hoy aquel recuerdo imperecedero solo descansa en su mente como una película que se repite cada día cuando el reloj marca las 6.15 de la mañana; hora en que vio por última vez a su hija mayor Carolina.
"Todos los días vivo con este recuerdo. Se repite y se repite a cada rato, porque no hay día que no piense en mi hija", dice Jorge, hoy más tranquilo, más pausado, más consentidor.
"La vida te cambia. Mi hija una vez me pidió 60 lucas para ir a ver a Bon Jovi. Yo le dije que no podía porque teníamos muchos gastos. Mi hija se murió y yo le negué la oportunidad de ver a su cantante favorito. Yo sé que no es culpa mía lo que pasó y que nadie lo esperaba; pero se murió mi hija. ¡Cómo quiere que me sienta!", exclama con pena y una mirada desoladora.
"Hoy a lo mejor no soy tan alegre. No me río mucho. No disfruto en las fiestas, pero trato de hacer feliz a mi familia aunque no tenga ni uno, sobre todo a mi nieta, que fue el regalo que me dejó Carolina", cuenta.
La tragedia
A las 7.45 horas el bus conducido por José Luis Abarca traspasó el bandejón central de la Autopista del Sol, en el kilómetro 45, impactando a tres árboles e ingresando a la pista contraria;, por donde circulaba un camión granelero, guiado por Juan Ortega.
El chofer no pudo hacer nada para esquivar al bus que transportaba a Carolina, y lo embistió en la parte delantera provocando que la máquina repleta de pasajeros girara en 180 grados.
Esta horrorosa carrera terminó con la cabina del camión incrustada en el bus, en una de las zanjas de la comuna de Talagante.
A la misma hora, pero en San Antonio, Jorge Parra llegaba a su trabajo, donde un compañero le consultó si sabía del accidente en la autopista.
"Llamé a mi hija mil veces y nunca me contestó. Sin pensarlo partí al lugar del accidente y cuando llegué me encontré con una escena que nunca olvidaré. Estaba todo el lugar lleno de cuerpos. Mucho caos. Me acerqué y vi un bolso que conocía. Me giro y veo un pie. Sin el cuerpo. Se parecía al de mi hija. Tenía los mismos dedos de mi hija pero yo no quería creer que era el de ella", describe.
Tras esa imborrable escena, Jorge partió hasta el hospital de Talagante, donde a las pocas horas le confirmaron que una de las víctimas era esa chica alegre, inteligente, amistosa, buena para los estudios que durante 23 años fue su hija Carolina Alejandra Parra Vera.
Jorge cuenta que "hoy me desespero si mi esposa o mis otras dos hijas no me contestan el teléfono. No estoy tranquilo cuando mi hija tiene que viajar en bus a Valparaíso. Hoy no entiendo a Dios, pese a que mi esposa practica mucho la religión. Desde ese día que no rezo el Padre Nuestro, porque no quiero que se haga la voluntad de Dios, porque a mi Dios me falló con lo que más amaba".