Deportes
Chapecó recibió ayer los cuerpos de sus futbolistas muertos en un accidente aéreo de Medellín, para rendirles un tributo multitudinario en el estadio donde este pequeño equipo del sur de Brasil había ganado notoriedad continental.
Dos Hércules-130 de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) se posaron a media mañana con pocos minutos de diferencia, bajo una lluvia torrencial, con los restos de los 50 futbolistas y directivos del club repatriados desde Colombia.
Los ataúdes, cubiertos por las banderas verdes del equipo, fueron retirados de los aparatos bajo escolta militar y sobre una alfombra roja, en medio de la congoja, marcada por llantos y aplausos de los familiares y conocidos de las víctimas.
En el Arena Condá, que empezó a llenarse desde las primeras horas de la mañana, el arribo de los cuerpos fue recibido con fuegos artificiales a los que hicieron eco poco después las salvas de fusilería en el aeropuerto.
Los ataúdes eran conducidos en una procesión de nueve kilómetros hasta el estadio, donde el equipo vivió horas memorables de la epopeya que los convirtió en finalista de la Copa Sudamericana, un sueño que se estrelló en las montañas de Medellín.
La población respondió presente, y se dirigió masivamente hacia el lugar con sus casacas verdes, cubiertas de chubasqueros.
"Vinimos porque el Chapecoense está en nuestro corazón, es nuestra familia. La lluvia no nos ha parado porque teníamos muchas ganas de despedirles", dijo Patricia Carraro, una cajera de 32 años, que iba a la ceremonia acompañada por su familia.
Dolor
Entre toda esta tristeza hay un jugador del club que ha dejado ver su impotencia y no se ha guardado nada a la hora de analizar por qué sus compañeros murieron. "Mis amigos fueron asesinados, no fue un accidente. El único culpable de esto es el piloto, nada ni nadie más. Ha destruido muchas familias de toda la vida de Chapecó", lanzó el volante Moisés Ribeiro Santos, en diálogo con el periódico británico Daily Mail.
El mediocampista es uno de los nueve jugadores del plantel profesional que no viajaron a Colombia zafando de ser parte de los futbolistas que perdieron la vida. "Si hubiera viajado, seguramente sería una víctima más. En el momento que me lesioné, le pregunté a Dios y le dije a mi esposa '¿por qué yo?'", sostuvo Santos.