Sanantoninos cuentan por qué van a orarle a la Virgen de Lo Vásquez
Los fieles iniciaron una larga caminata para ir al santuario en Casablanca. Llenos de fe y esperanza, contaron cómo la imagen de la madre de Jesús les ha ayudado a enfrentar los problemas que han tenido en la vida.
La esperanza es fuerza y es conciencia. Es humano creer en el poder divino como también aferrarse a la fe por una virgen. Miles de miles de personas comenzaron ayer su peregrinaje al santuario de Lo Vásquez, en Casablanca. En San Antonio, esta tradicional devoción es parte del rito de muchos de los que nacieron o viven en esta tierra.
Eran las 13 horas de ayer. A un costado del Nuevo Acceso al Puerto, en la Autopista del Sol, Eduardo Toro (26) y su madre Olga Monsalve estaban reposando para luego seguir camino a pie hasta Lo Vásquez. Ambos son devotos de la Virgen. "Vinimos a cumplir la manda que hicimos porque este año nos resultó todo bien y ya tenemos nuestro sitio y nuestra casa", dijo este trabajador de la empresa Sitrans.
Olga Monsalve (46) contó que inició este compromiso con la Virgen hace tres años cuando se enfermó de una hernia en la espalda que la mantuvo sin caminar durante un año. "Gracias a Dios estoy caminando y tengo buena salud, que es lo primordial", explicó. Para ella, esta es la última vez que lo hará caminando. "Con la salud buena iré desde Casablanca a ver a la Virgen porque desde que tengo uso de razón que tengo esta fe, ella es una guía para nosotros", sostuvo.
Eduardo Toro, quien vive en San Juan al igual que su madre, agregó que quiere agradecerle a la Virgen de Lo Vásquez por cuidar a su esposa Claudia y su hijo Francisco, y también por darles la oportunidad de tener el sitio en que levantarán su casa. "Este es el quinto año que vengo a caminar hasta el Santuario. Cuando mi hijo esté más grande me podrá acompañar", dijo.
Madre e hijo, armados con mucha energía, llevaban sus mochilas con agua, pan y huevos duros, además de los sacos de dormir para descansar en medio del trayecto.
Padre pescador
Elsa Ibarra (38) lloró ayer al recordar a su padre. Han pasado cinco meses desde que Carlos Ibarra Berríos (60) se perdiera en el mar junto a sus tres compañeros del bote "Don Juan II". Son días duros y noches eternas de extrañarlo. "El Burrito", como le decían sus cercanos, será uno de los fieles ausentes en el peregrinaje de este 8 de diciembre a la Virgen de Lo Vásquez. Él, todos los años, iba a visitar a su patrona en la religión.
"Era muy devoto de la Virgen de Lo Vásquez porque hizo una manda cuando yo estaba chica y sufría de asma. Él pidió para que mejorara y empezó a ir caminando hasta el santuario, y nunca más fui asmática. También tenía otra manda por su nieta Katherine que también estuvo hospitalizada cuando era guagüita, y por ella iba desde Casablanca hasta la iglesia. La niña se mejoró bien. Él no está conmigo en estos momentos, pero yo sigo su manda aunque vamos en bus con mi marido Juan Acevedo. Llevo una foto de mi papito con un mensaje para él", expresó esta mujer que admite que es doloroso pero emocionante recordar de esta manera a su progenitor.
"Para mí, mi papá está aún trabajando, él no ha muerto. La fe nunca se pierde. No pierdo mi esperanza y yo la llevo intacta, lo extraño demasiado y cuesta saber que él no está", confesó Elsa Ibarra, envuelta en llanto.
Tres décadas
Cuando tenía 16 años, el sanantonino Claudio Pontigo Guzmán fue por primera vez a peregrinar a Lo Vásquez. Hoy este actor tiene 50 y esa forma de expresión de la fe nunca se ha terminado. Año a año, cumple con la Virgen.
"Siempre he ido a agradecerle a la Virgen más que a pedir, voy con ese fin de dar gracias por las cosas buenas que han pasado y la fortaleza que uno tiene para enfrentar las situaciones difíciles. Hasta el año antepasado iba con mi señora Marlene Catalán y mi hija chica Michelle (ambas fallecieron en un accidente automovilístico el 1 de diciembre de 2015), ahora voy con mi hijo Claudio. Obviamente uno pide que ojalá el próximo año le vaya bien, protección y que las cosas estén bien", contó.
Y aunque su hijo Claudio no es católico, igualmente acompaña a su padre porque "él dice que tiene la necesidad de ir". Los dos concurren unidos, entran al templo y comparten con los amigos que allá puedan encontrarse.
Al recordar a su mujer y a su hija, Pontigo recalcó que está tranquilo porque "ellas están en el cielo y pueden interceder para que me orienten para seguir adelante. La mamá de mi hija siempre me ayudó a aclarar muchas de mis cosas y mi hija me dio una renovación energética en mi vida. Ellas siguen haciendo eso como si fueran ángeles que están conmigo, lo mismo que pienso de mi papá que también murió hace mucho tiempo, un 2 de diciembre. Al llegar al templo de la Virgen siento que hay una conexión con ellas y con mi padre".
Agradecido
Erick Escobar (27) tiene una fe gigante por la Virgen de Lo Vásquez. Ayer se preparaba para ir en bus a Casablanca y luego seguir caminando hasta el santuario para agradecer por lo que él considera un verdadero regalo de la vida.
"Voy porque hice una manda porque mi mujer Katherine Catalán venía con muchas complicaciones en su embarazo, tenía síntomas de pérdida a los tres meses de gestación y dijeron que posiblemente nuestra hija vendría con problemas pero ahora tiene nueve meses y goza de una excelente salud, todo gracias a Dios y la virgencita de Lo Vásquez que es súper milagrosa. La fe mueve montañas y este es un agradecimiento porque salió todo bien", manifestó.
Hoy, la pequeña Serena Alondra Escobar Catalán tiene nueve meses y es una niña sana y feliz. Y pese a que no sabe nada de la Virgen de Lo Vásquez, ella es quien hizo que sus padres creyeran con toda el alma en su poder de sanación.
Desde san pedro
Héctor Aguilar (59) y su primo Pedro Tapia (66) viven en San Pedro, en la provincia de Melipilla. Ayer, los encontramos avanzando raudos en sus bicicletas por el Nuevo Acceso al Puerto de San Antonio rumbo a Lo Vásquez.
"Años que pago esta manda. Antes, siempre me daba un ataque epiléptico y desde que empecé a ir a ver a la Virgen ya no me da eso. Cuando no sea capaz de ir en bicicleta, voy a ir en bus igual", dijo Aguilar, que llevaba sobre su cabeza un sombrero de color blanco.
Su primo Pedro Tapia, un poco cansado, contó que "voy por devoción a la Virgen, antes veníamos a pie y ahora lo hacemos en bicicleta. Salimos de San Pedro a las seis de la mañana y estamos muy contentos de tener esta fe por la virgencita".