Los años dorados en Colo Colo de Miguel "El Paltero" Muñoz
A los siete años llegó a las divisiones inferiores albas, donde pudo compartir con jugadores de la misma generación que fue tercera del mundo en Japón en 1993. Hoy, a sus 41 años, vive tranquilamente en la localidad de El Convento.
Miguel Muñoz Novoa antes de cumplir los 20 años había recorrido más países en el extranjero que comunas de Santiago. Vivía junto a su familia en El Bosque, en el sector sur de la capital, y gracias a que era integrante de las cadetes de Colo Colo gozaba de un privilegio que muy pocos jóvenes en esa época podían tener.
Nacido el 30 de enero de 1976, desde niño Miguel supo que lo suyo sería el fútbol, los goles y el camarín con los compañeros. Sin muy buenos resultados académicos durante sus primeros años como escolar, decidió dedicarse por completo a lograr la difícil tarea de llegar a ser jugador profesional.
A los 7 años comenzó a asistir a la única Escuela de Fútbol que tenía Colo Colo a mediados de los ochenta. Viajaba tres veces a la semana desde El Bosque a las canchas auxiliares del estadio Monumental para entrenar con sus compañeros.
"Desde los tres años que tengo recuerdos jugando fútbol. Nunca fui bueno para los estudios, solamente me gustaba armar pichangas con los amigos en el barrio. Así que fui a la escuela de Colo Colo, que por esos años era la única que existía en el país, en la que incluso había que pagar una mensualidad de 500 pesos", hace memoria Miguel Muñoz, quien con nostalgia recuerda a los entrenadores y compañeros que compartían junto a él las prácticas en el Monumental. "Los entrenadores eran Freddy Delgado, que hace poco estuvo en San Antonio Unido, Leonardo Véliz, quien luego fue tercero del mundo con la Sub 17, además de otros profesionales destacados. En mi generación de jugadores estaban Manuel Neira, Frank Lobos, Héctor Tapia, Juan Carlos Alegría, un grupo muy bonito, de los cuales varios compañeros llegaron bien arriba en el fútbol profesional".
A recorrer el mundo
Miguel comenzó jugando como delantero hasta que el entrenador de las inferiores albas Juan "Car'e Pato" Rodríguez (seleccionado chileno para el Mundial de Alemania 74) lo convenció para que jugara como volante ofensivo. "Fue vital la confianza que me dio el entrenador. En 1996 fui elegido como el mejor jugador de todas las juveniles de Colo Colo, ya que tuve un gran año en la sub 20. Me dieron un reconocimiento en el club a fines de esa temporada", relata.
Durante sus años como jugador de Colo Colo Miguel Muñoz timbró su pasaporte más de veinte veces en Policía Internacional cada vez que salía de Chile. Gracias al fútbol pudo conocer todos los países de Sudamérica, así como también Estados Unidos, algunas naciones de Europa y un inolvidable viaje a Japón, donde incluso se topó con el plantel del Yokohama Marinos, equipo que se hizo conocido en Chile durante 1996 ya que compró los pases de los argentinos Néstor Gorosito y Alberto Acosta, ambos ídolos de la UC entre 1994 y 1995.
"Esa vez nos encontramos con el 'Beto' y el 'Pipo', pero no quise molestarlos con una foto. Lo que sí me saqué una foto con Leonardo y Jorginho, quienes en ese momento estaban jugando en el Kashima Antlers. Los dos eran seleccionados de Brasil y venían de ser campeones del mundo en Estados Unidos 94. En ese tiempo la verdad que para mí era algo normal, no le tomaba el peso a lo que estaba viviendo. Viajábamos prácticamente todos los años a giras al extranjero, donde nos tocaba representar a Colo Colo y también al fútbol chileno", infla el pecho Miguel, quien tuvo la oportunidad de compartir varios entrenamientos con el talentoso Marcelo Vega, su gran ídolo.
"Trataba de jugar como él, de hecho mis compañeros una vez le dijeron en un entrenamiento que lo imitaba y entre todos nos matábamos de la risa. La calidad de los jugadores en esa época era impresionante: 'Tobi' Vega, "Pato" Yáñez, el ecuatoriano Hurtado, 'Pájaro' Rubio, Barticcioto, Fernando Vergara, 'Coke' Contreras, el 'Diablo' Etcheverry. La lista era grande y llegar al primer equipo era casi imposible", reconoce.
Vuelta a préstamo
Tras no tener cabida en el plantel profesional de Colo Colo, Miguel Muñoz siguió el camino lógico para mantenerse vigente y se fue a jugar a préstamo a Unión San Felipe a principios de 1996. Allí estuvo medio año y luego recaló en Santiago Morning.
"San Felipe estaba en Segunda, lo que ahora es Primera B, mientras que el 'Chago' estaba en Tercera División y jugaba en el estadio de la Usach (comuna de Estación Central). Pero la verdad en ese momento uno se iba donde le pagaban más, incluso si fuera de una división más baja. Con ese equipo del Morning, que tenía recién asumido a Demetrio Marinakis como presidente, subimos a Segunda, y tenía grandes compañeros como Carlos Tejas, Andrés Bayas y Emiliano Astorga, quien estaba jugando sus últimos partidos como profesional. Estuve dos años en el club y me fui a Trasandino de Los Andes, ya que el cuerpo técnico, que lo componían 'Tincho' Gálvez, Orlando Mondaca y Luis Rodríguez, me conocía de las inferiores de Colo Colo. Llegamos al cuadrangular final para ascender a Segunda, pero no pudimos y ese fue mi último año como jugador profesional", recuerda.
Feliz en el convento
En la actualidad, Miguel Muñoz Novoa, de 41 años, vive tranquilamente en una parcela que se ubica en la localidad de El Convento, en Santo Domingo. Comparte el hogar con su señora y tres hijos. Y fue nuevamente gracias al fútbol que pudo conseguir otro de sus sueños.
"Hace tres años me invitaron a jugar un campeonato de verano por el día con el equipo de El Convento, y desde ahí que se formó esta linda unión que tengo con el club. Ellos me ayudaron para conseguir el lugar donde actualmente vivo, así que me compré una casa que la verdad para mí es un sueño, porque es muy bonita y estamos felices con la familia. En Santiago conseguir algo así sería imposible por los precios, así que no nos moveremos de acá", afirma entre risas el hombre que en El Convento es conocido como "El Paltero".
"Lo que pasa es que cuando vine la primera vez al campeonato por el día, como siempre he sido comerciantes, aproveché de llenar un camión tres cuartos con paltas para vender en Santiago, y por eso me dicen así hasta el día de hoy", hace referencia Miguel sobre su apodo.
Con todo el cariño que ha recibido en el club El Convento durante estos tres años, Miguel Muñoz es sincero en confesar "que acá ha sido el equipo donde mejor me han tratado, todos se han portado excelente conmigo y me siento muy querido. Doy gracias a todo lo que me ha dado el fútbol a lo largo de mis 41 años de vida, porque son grandes experiencias".