La terrible experiencia de una joven colombiana en San Antonio
Daniela Rico llegó desde Cali a la comuna puerto y no lo ha pasado bien, pese a que le encanta la ciudad. Dice que han abusado laboralmente de ella y un jefe quiso tomarse más atribuciones de las que debía. Aquí su historia.
La colombiana Daniela Rico Segura (18) lleva cinco meses en Chile y ya ha conocido la peor cara de San Antonio. Confiesa que ha sabido de la explotación laboral y, lo que es más terrible aún, una "amiga" intentó venderla a un par de hombres. Así tal cual.
La nueva historia de Daniela se comienza a escribir el 2 de octubre a las 19 horas, cuando decide dejar su querido barrio Villas de Veracruz, ubicado en la ciudad de Cali, y tomar rumbo a Chile buscando un mejor porvenir.
Viajó, junto a su hermano John Rico ocho días arriba de un bus, el cual pasó por Ecuador y Perú antes de arribar en Santiago. Desde la capital llegó a establecerse en San Antonio donde la esperaba su madre, Paula Segura, quien hace un año vive en la comuna puerto.
"La verdad es que como era primera vez que salía de mi país, para mí todo estuvo bueno. Incluso el viaje, pese a que nos demoramos mucho. Me encantó conocer el mar, no lo conocía y es divino", dice esta muchacha.
-¿Qué es lo que más le llamó la atención?
-Sé que cada país es diferente y tiene su cultura. En Colombia es muy raro ver a un perro en la calle, porque allá estamos muy unidos contra el maltrato animal y no se permiten esas cosas. En cambio aquí, lo único que me disgustó fue eso: ver tanto animal en la calle. A mí me encantan los animales, desde niña que me gustan. Incluso una vez me mordió un perro y nunca les he tenido odio o miedo.
-¿Cómo fue eso?
-Era muy pequeña y un perro me mordió en los labios. Incluso me quedó una marca. A pesar de eso me encantan. Me gustan mucho los animales y quiero, el próximo año, estudiar Medicina Veterinaria.
El gran sueño de Daniela es instalar una fundación o una clínica veterinaria para atender a todo tipo de animales para darles los cuidados necesarios y el cariño que se merecen.
Para ello se ha esforzado mucho, durante los meses que lleva en Chile, haciendo la manicure y pedicure, trabajo que aprendió cuando tenía 11 años.
"Bueno, en Colombia la cosa no está bien y entonces mi mamá decidió partir primero y luego nosotros con mi hermano. El frío me ha dado muy duro, pero me he acostumbrado. Me gusta San Antonio, porque tiene mar y lugares muy bonitos", manifiesta.
Gracias a su talento esta empeñosa caleña no se demoró mucho en encontrar trabajo para ahorrar dinero y poder estudiar Medicina Veterinaria.
"Empecé con un local junto a otro colega acá en San Antonio. Él era el administrador y yo la trabajadora. De repente él se empezó a pegar mucho a otras cosas que no eran de trabajo. Me decía que no podía hablar con gente que a él no le gustara, que no podía salir, conocer gente. Estaba celoso. ¡Así no son las cosas! Porque él era mi jefe y nada más", describe Daniela.
Solo 15 días alcanzó a trabajar en el salón de belleza Fashion y Glamour, ubicado en calle Balmaceda. "Nunca se sobrepasó porque antes que lo hiciera me fui del lugar. A los pocos días cerró porque ya no había nadie para trabajar".
Trata de Blanca
Luego de buscar un par de días algún trabajo, llegó a otro salón de belleza donde sí le fue mejor, pero igual tuvo que abandonarlo, porque le llegó una oferta laboral mucho más conveniente.
"Cuando llegué estaba todo bien. Conocí a una persona muy simpática que se atendía en local. Empecé a hablar con ella, porque le gustaron mucho mis uñas. Entonces la comencé a coger de cliente. Ya con el tiempo nos fuimos conociendo y una vez me invitó a salir".
Llegado el día, Daniela tomó rumbo a Alto Mirador, hasta donde su amiga y clienta, para salir a disfrutar de la noche sanantonina. Sin embargo, los planes y deseos de bailar de esta colombiana desaparecieron de un momento a otro.
"Yo algo sospechaba de la mujer. Cuando llegué a la casa me contó que vendía drogas. No le quedó otra que decírmelo. Yo ya lo intuía por las cosas que decía, pero eso no era lo peor", adelanta.
-¿Qué le paso?
-Cuando me contó lo de la droga, no sabía qué hacer. Cuando entré a la casa me di cuenta que había puros hombres y yo me sentí muy insegura por lo mismo. Me hizo entrar a su cuarto, porque llegó su mamá y se quedaron un buen rato charlando en la sala. Me dio mucho misterio y me puse a escuchar la conversación.
Luego de varios minutos Daniela se dio cuenta de las verdaderas intenciones de quien supuestamente era su amiga. "Estaban hablando de mí. ¡Me tenían vendida! Me iban a vender a un hombre. Era trata de blancas. No sé por qué una mujer quería hacerme esto. Apenas me di cuenta de lo que me iban hacer me fui. Me alcanzó y le dije que me iba para mi casa, que no me sentía bien".
Luego de forcejear por un par de minutos, esta caleña logró escapar y llegar a su hogar ubicado en Balmaceda.
"Allá estaba la pareja de mi mamá y le expliqué lo que había pasado. Al igual que usted tampoco me creía hasta que llegó la mujer a mi casa y le pedí a Carlos -el pololo de su madre- que saliera y le dijera que yo no iba a salir", agrega.
-¿Ha vuelto a ver a esta mujer?
-La verdad es que no, desde ese día. Después que me retiré de la peluquería y me enteré que había dicho que yo le había quedado debiendo una bola de perico.
-¿"Bola de perico"?
-Cocaína. Dijo que le había quedado debiendo 240 mil pesos en cocaína y lo primero que hice fue escribirle por Facebook y le dije de todo. Le reclamé y todo, la traté pésimo, porque no podía entender lo que había hecho. Así que después la bloqueé de las redes sociales.
Tras este lamentable hecho que le tocó vivir a Daniela, su suerte en vez de mejorar, siguió igual. Solo 30 días alcanzó a trabajar en un minimarket de la comuna, porque la dueña la hacía trabajar mucho y no le pagaba lo que correspondía.
"Uno tiene que saber con qué gente está tratando, porque hay mucha gente pesada, como dicen ustedes, que no tiene ningún respeto ni por los mismos chilenos, ni con los extranjeros".
-¿Y pese a todo esto igual se va a quedar igual en San Antonio?
-Sí, por supuesto. En un par de meses llega mi novio para apoyarnos y salir adelante. No toda la gente es mala. Todos creen que los colombianos somos narcotraficantes, pero no todos lo somos. Lo mismo pasa acá, no todos los chilenos son malos.