Karem Pizarro Chacón
Cuando los temas previsionales, la educación de calidad y la dignidad de los profesores son los temas más manoseados por los políticos y la opinión pública en la actualidad, resulta dramático saber que un profesor con 33 años de experiencia y un deteriorado estado de salud tenga que golpear cientos de puertas para poder gestionar el pago de sus licencias medicas.
Es la realidad que está viviendo desde hace cerca de dos años el profesor de Matemáticas del Liceo Nacional de Llolleo Carlos Leyton, de 62 años de edad.
En diciembre de 2015 sufrió un infarto que lo mantuvo 15 días internado en el hospital Claudio Vicuña, 10 de ellos en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), con un delicado diagnóstico.
Desde ese entonces su salud se deterioró considerablemente. A esta insuficiencia cardiaca, una diabetes muy avanzada y una hipertensión arterial complicada, se sumó su salud mental que se vio afectada por una fuerte depresión debido a su imposibilidad de volver a trabajar y su falta de ingresos económicos.
"Las primeras licencias médicas eran por la insuficiencia cardiaca, pero después con todo esto comencé con problemas de depresión, así es que empecé a ver a un neurólogo y un siquiatra. Además de que me canso por todo, me cuesta dormir y tengo que tomar medicamentos para todo", revela Carlos Leyton.
Y es que para el profesor todo se volvió en una cadena de malas noticias, ya que los pagos de las licencias médicas se fueron atrasando y su mujer dejó de trabajar para dedicarse por completo a sus cuidados.
"El año pasado tuve que enviarle una carta a la Presidenta de la República para que me pagaran tres licencias atrasadas. Ahora han pasado 13 licencias que no me han pagado y las cosas se complican más todavía", comenta angustiado.
Ayuda
Este profesor cuenta que durante todos estos meses han sido sus hijos y sus colegas de el Liceo Nacional quienes se han preocupado de que no le falten víveres, pero que la situación cada vez lo tiene más angustiado.
"Más de un año sin sueldo agobia a cualquiera y más encima, yo tampoco pude seguir trabajando, así es que no tenemos ingresos de ninguna parte", comenta Elizabeth, su mujer, quien dice salir todos los días a hacer las gestiones para que se puedan tramitar los pagos.
"Ya no sabemos a quién recurrir, si ya la Presidenta intercedió y se vuelve a lo mismo", agrega encogiéndose de hombros.
Por el momento esperan que alguna autoridad pueda ayudarlos o aconsejarlos de qué conducto seguir para resolver su situación.
"Hemos postulado cuatro veces para gestionar la jubilación, porque en las condiciones que está mi marido ya no puede volver a hacer clases, pero tampoco se resuelve", añade Elizabeth.
Recordando cómo comenzó a deteriorarse su salud Carlos Leyton cuenta que en el 2014 comenzó a sentirse más cansado de lo habitual y que cuando los niños de la básica, con los que trabaja, se portaban mal le venían dolores extraños al pecho y que se le dormía el brazo izquierdo, pero que nunca le dio importancia.