Roberto Aravena: el hombre, el futbolista, el entrenador, el tenista
Este funcionario de la Municipalidad de San Antonio ha estado ligado toda su vida al deporte. Y aunque ganó muchos trofeos, para él hay algo más importante en la vida. Hoy cuenta su historia humana.
El padre de Roberto Enrique Aravena Parada nunca quiso que él jugara fútbol y por eso lo castigaba cuando lo pillaba detrás de una pelota en las polvorientas calles de la población Brisamar, en el sector de Juan Aspeé. Hubo una vez que el hombre se enojó tanto al ver que su hijo disputaba una pichanga con los amigos del barrio, que lo encerró en una pieza por tres días. "Mi mamá me tenía que pasar la comida por debajo de la puerta, era terrible, yo tenía como 8 o 9 años", cuenta este sanantonino sobre aquel episodio.
El balompié ha sido y es la vida para Roberto Aravena pero su papá (Roberto Aravena Quintero, ya fallecido) nunca le encontró futuro para él en este deporte, a pesar de que él mismo jugaba como arquero y fue uno de los fundadores del club García Huidobro. Su mamá (Julia Parada, que aún vive) sí lo apoyaba de la forma en que pudiera y sin que el padre supiera. Él siempre luchó por sus sueños.
"Vivíamos en ese sector, cerca de la Playa de Llolleo, que era la mejor playa del Litoral Central. Las familias eran muy unidas y nosotros nos criamos futbolísticamente con la pelota. Ahí también vivía la familia del alcalde Omar Vera, quien jugaba fútbol", dice. Eran los días en que este lugar era hermoso y miles de turistas llegaban a descansar en un balneario que alcanzó fama nacional.
El dolor
Como él mismo reconoce, el gran dolor que tuvo en su vida está relacionado con su infancia. "Mi viejo no me dejaba jugar a la pelota. Por eso no tuve una buena juventud. Esa es mi pena que tuve y cuando lo recordamos con mis hermanas, ellas se ponen a llorar. Pero yo lo perdoné a mi papá y estuve con él hasta el último. Igual él me fue a ver jugar un día cuando yo estaba en el equipo de la municipalidad, en 1994".
Pese a las limitaciones, Roberto a los 6 años de edad ingresó a las series infantiles del club deportivo Huracán, en Tejas Verdes. "El primer campeonato que gané fue con las infantiles de Huracán, en el año 1974. Mi primer entrenador fue René Godoy; después subí a las otras series".
El fanatismo por el fútbol se lo contagió su tío Domingo Toro, quien era un trabajador de la fábrica Rayonhil y un destacado jugador que derrochaba pasión por el balompié.
De Huracán pasó a las huestes del club Gallardo y así después terminó militando en distintas instituciones del fútbol local. Jugó en Placilla, Pedro Aguirre Cerda, Lauro Barros, Deportivo Algarrobo, Juventud Arellano y tantos otros. También lo ha hecho por el club Arturo Prat, de Melipilla.
Recuerda que él firmaba por el club que lo requería justo en marzo. Los dirigentes le regalaban a cambio el dinero que él necesitaba para comprar los útiles escolares de sus tres hijos: Claudia (37), Carolina (35) y Roberto Carlos (30).
La gran oportunidad de llegar al profesionalismo la tuvo en 1973 cuando fue parte de la serie infantil del club Universidad de Chile, donde compartió con figuras como Manuel Pellegrini. Sin embargo, la falta de recursos económicos le impidió seguir viajando a Santiago para probar suerte en la tienda azul. "Entrenábamos en el estadio de Recoleta y nosotros íbamos muy entusiasmados. Yo me quedaba en la casa de una tía en Santiago, pero mi mamá no tenía más plata y yo no podía exigirle más", se lamenta al recordar que su madre trabajaba vendiendo carbón y parafina, lo que no rendía mucho económicamente.
En lo laboral, Roberto Aravena fue trabajador de una empresa de aseo desde 1980 hasta 1992. "Fueron 12 años recogiendo la basura en los camiones por las calles; me acuerdo que pasábamos corriendo y que eso nos ayudaba a mantener un buen estado físico. A mí y a mi familia jamás nos avergonzó este trabajo. Mis hijos se sienten orgullosos de todo lo que hice por ellos, y también por todo lo que su madre hizo, ella es muy esforzada también".
En 1994 fue contratado como funcionario de la Municipalidad de San Antonio, donde hoy sigue como conductor de vehículos de Seguridad Ciudadana.
Fue en el municipio local donde Roberto Aravena, que siempre le ha gustado jugar de "8" en la cancha, se transformó en uno de los pilares del equipo de funcionarios que se coronó campeón regional por 6 años consecutivos. "El año 94 salimos campeones y yo fui el goleador del torneo. En ese tiempo jugaban don Omar Vera y Juan Antonio Vera (locutor de radio ChilenaFM)".
Tras terminar un curso de formación de entrenadores de series infantiles que impartió la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (Anfp), en 2001 Aravena fue elegido como entrenador de la selección sub 15 de la Asociación de Fútbol San Antonio. "Esa misma asociación me dio la sub 17 en el año 2003, donde trabajamos con Víctor Saavedra", rememora.
Hoy, Roberto no juega habitualmente al fútbol porque su trabajo en la municipalidad le ocupa mucho tiempo, pero se las arregla para disputar un partido con sus amigos del Deportivo Español, club al que pertenece.
En 2006 fue DT de la selección súper senior de la Asociación Puerta del Pacífico y por estos días evalúa ser el entrenador de la categoría súper senior del club Gallardo. También es el encargado del equipo de la serie dorada de la Municipalidad de San Antonio.
El amor
Muy joven, cuando aún no cumplía los 20 años, Roberto se casó con Mercedes Cabezas Laulhere, la mujer que lo enamoró cuando ella apenas tenía 17 años. "Quise formar mi propia familia y ya llevamos 37 años de matrimonio con mi señora", afirma mientras su amada sonríe muy cerca de él al interior de la casa que poseen en la villa Vicente Huidobro, en el sector alto de Barrancas.
Mercedes lo sigue en todos sus partidos y es su fan número uno. El amor que proyectan se percibe fácilmente. Juntos han enfrentado la vida y hoy disfrutan de la compañía de sus hijos y de los siete nietos, cual de todos más regalón de los tatas.
Roberto recuerda con exactitud el 22 de marzo de 1980 cuando se casó con Mercedes. Y en cada aniversario celebran porque sienten que tomaron la decisión correcta y que la familia siempre ha estado unida ante todo.
Escuchando las canciones del brasileño Roberto Carlos, Mercedes y Roberto se enamoran día a día.
Tenista
Cuando cumplió 40 años decidió que quería probar cómo era el tenis. Empezó a entrenar y recordó los años en que iba a ver los partidos desde fuera de la cancha en el club de tenis de Llolleo.
"Cuando joven no podía jugar tenis porque los implementos eran muy caros. Pero después cuando el ´Chino´Ríos salió N° 1 del mundo, mucha gente se inició en el tenis y las raquetas bajaron. En la Municipalidad de San Antonio empezamos en el año 2004 en las bodegas municipales, donde unos maestros carpinteros hacían unas paletas de madera y poníamos una malla y hacíamos campeonatos", agrega.
Años más tarde, la ex alcaldesa de San Antonio Lucía Menares logró que los funcionarios municipales participaran en un torneo de tenis que se jugaba en el ex gimnasio Montemar.
"Así empecé mi carrera en el tenis local; fui campeón en el Montemar, en Tejas Verdes, Lo Gallardo y Santa María del Mar", detalla.
"Jugué tenis con un cardiólogo que se llama Jaime Kerb, y le gané una final y por eso me dicen el 'Muro de Berlín'. Cuando él le preguntó a mi señora qué es lo que me daba para que tuviera tanta fuerza, ella le respondió que me daba Doko (comida para perros) y él se reía de eso", relata.
En su hogar, Roberto guarda recuerdos, fotos, copas y medallas de todas sus gestas deportivas, pero él recalca que eso no es lo más importante que hay en su existencia. "Lo más valioso que tengo es mi familia. Y en el fútbol, lo mejor es la gran cantidad de amigos que uno hace porque siempre se valora mucho la amistad. Yo he sido muy feliz en mi vida", concluye.