Retroexcavadora previsional
por Carlos Francisco Canales Puebla - Estudiante de Derecho - Pontificia Universidad Católica de Chile
El debate acerca del sistema de pensiones será, sin duda alguna, determinante para el futuro de millones de personas. Es necesario, por lo tanto, que en la discusión prime la honestidad intelectual, sin sesgos ni ideologías.
Porque, seamos honestos, el Sistema de Reparto propuesto por el movimiento "No+AFP" (encabezado por el señor Luis Mesina, reconocido marxista) no se sustenta, a menos que cada uno de los chilenos esté dispuesto a donar el 50% de su sueldo. Es más, la totalidad de los países europeos que lo ocupan, o están migrando a sistemas más parecidos al nuestro, o definitivamente están en quiebra. El caso de Grecia es el más representativo del fracaso de este modelo.
Hay que partir reconociendo, por lo tanto, que el Sistema de Capitalización Individual es un buen sistema. ¿O es que acaso es culpa de las AFP que los sueldos en Chile sean tan bajos, o que exista tan alta cifra de trabajos informales? Si nos damos cuenta, el gran problema de nuestro sistema de pensiones es que refleja los problemas del mercado laboral. En efecto, no podemos esperar que una persona jubile con una pensión de medio millón de pesos cuando durante toda su vida trabajó por el sueldo mínimo, o cuando no cotizó gran parte de su vida laboral.
De la misma forma, hay que reconocer que es necesario elevar el monto del pilar solidario, que hoy es de $90.000, junto con aumentar la edad de jubilación, el porcentaje de cotización al menos en un 5%, reinstaurar el aporte del empleador (al menos en otro 5%) y, por sobre todo, que las AFP garanticen, como mínimo, una rentabilidad anual de UF+4%. Estas medidas podrían incluso llegar a duplicar las pensiones de los chilenos sin la necesidad de destruir las AFP, como lo plantea el señor Mesina.
Imagínese, por lo tanto, señor lector, cuánto aumentarían nuestras pensiones si, además, se aplicaran políticas públicas destinadas a mejorar el mercado laboral, aumentando el sueldo mínimo, o intentando eliminar los trabajos informales.
No es sano para nuestra política demonizar un sistema que, hasta ahora, ha funcionado relativamente bien, ni sacralizar otro que, en gran parte del orbe, fracasó. El llamado es a la honestidad intelectual y a la retroalimentación positiva, sin retroexcavadoras que borren todo lo avanzado. A fin de cuentas, no creo que el señor Mesina quiera que sus nietos vivan en un país quebrado, sólo por el capricho de su abuelo de jugar a la revolución.