El periodista sanantonino que corregía y "amononaba" los discursos de Allende
Gabriel Enos Aguirre fue elegido como Hijo Ilustre de San Antonio después de una extensa carrera en el mundo de las informaciones y el servicio público. Hoy está dedicado a la escritura. Este año lanzará sus cinco libros inéditos.
Salvador Allende entró en cólera al ver que la exposición sobre la nacionalización del cobre, uno de los mayores logros de su administración, tenía un error en una de sus cifras. Desde su oficina mandó a llamar al encargado, quien al rato se presentó casi sin meter ruido en su despacho.
Ese era Gabriel Enos Aguirre, un muchacho de origen sanantonino que, con poco más de veinte años a cuestas, ya acumulaba un largo currículo como reportero, pintor y dibujante en varios medios de la zona y el país. Era 1972.
-¿Quién eres tú? -preguntó el mandatario mientras reprendía a otro funcionario.
-Me dijeron que viniera por el error en la exposición, pero ya lo corregí.
-Si ya lo hizo, entonces ¿qué hace aquí? Váyase, -replicó el jefe de Estado.
Así, según recuerda Gabriel, fue uno los dos encuentros que sostuvo con Allende. La segunda vez que estuvieron juntos también lo retó. "Me miró profundamente a los ojos y me dijo 'parece que acá todo funciona al revés'", dice tratando de imitarlo.
Su pequeña actuación se parece, pero el tono de voz no está ni cerca de aquel que tenía el Presidente en su último y recordado discurso. Ese transmitido a través de las ondas de Radio Magallanes poco antes del bombardeo que destruyó el Palacio de La Moneda y al gobierno de la Unidad Popular.
Aunque Allende "era un gran orador, como varios de los políticos de la época", muchos de sus discursos pasaron por las manos del mismo muchacho que regañó en un par de oportunidades: Gabriel Enos Aguirre.
"Era encargado de las transcripciones de los discursos del Presidente y de sus ministros. Hacían muchos, nos hicieron trabajar más que la cresta", afirma más de cuarenta años después quien en 2017 se convirtió en Hijo Ilustre de San Antonio
"Él escribía con algunos de sus colaboradores más cercanos y después llegaban a mí. Mi función era dejarlos bonitos, amononarlos. Les borraba algunas partes donde se iba al chancho y después volvían a sus manos", prosigue.
En mimeógrafos hacían miles de copias para repartir por todo el gobierno y sus partidarios.
-¿Se acuerda de algún discurso en particular?
-Fueron tantos, pero recuerdo cuando dijo que todos los niños tendrían derecho a un litro de leche. Fue magistral, una ovación enorme.
Su trabajo para la Unidad Popular llegó hasta mediados de 1973. "Me salí poco antes del Golpe, porque tenía miedo", admite.
"En junio de ese año hubo un levantamiento al que se le llamó Tanquetazo y fue terrible. Las balas iban y venían ese día, y me dio miedo. Me salí del gobierno", rememora.
Hijo de la caleta
Con el retorno a la democracia, él volvió al servicio público, sin embargo, la historia de Gabriel no puede no incluir sus orígenes.
A mediados de 1946, el matrimonio compuesto por Gabriel Enos Araneda y Marina Aguirre buscaba casa por todas partes. El hombre había llegado a la comuna para ser secretario de la administración del puerto, pero no tenían donde vivir.
"¿Por qué no te quedas en la vieja comisaría?", le dijeron. Él aceptó.
En la Caleta Pacheco Altamirano, donde ahora hay varios restaurantes, funcionó por años la Primera Comisaría de Carabineros, que actualmente está ubicada en Barrancas. Allí, el 13 de agosto, llegó a este mundo con la ayuda del doctor Thomas Flanagan.
Pasó por varios colegios: el Instituto del Puerto, el Liceo Nacional y el Liceo Fiscal, entre otros. Sin embargo, la mayor parte de su educación proviene del ejemplo de sus padres. Ambos eran corresponsales de diversos medios nacionales e internacionales.
"Su papá, fundador del Club Deportivo Sparta de San Antonio y su madre, poeta y colaboradora de la Revista Rosita y Vistazo; llevaron a Gabriel Enos Aguirre a envolver su vida en las letras y las artes", dice la reseña biográfica que estudió el Concejo Municipal antes de la votación que lo distinguió como Hijo Ilustre.
Primer cuento
"A los 12 años escribió su primer cuento, el que fue leído y difundido por René Olivares, quien fuera director de la Radio Nuevo Mundo. En 1964 y 1965 fue reportero, columnista y corrector de pruebas del periódico Orientación de San Antonio. En 1966 fue el primer director del Círculo de Periodistas y Corresponsales de San Antonio y Melipilla", continúa el texto.
Récord mundial
Fuera de lo periodístico también acumula hitos. "A mediados de diciembre de 1969 los distintos medios de comunicación chilenos y del extranjero difundieron la noticia de dos jóvenes de 20 y 21 años que habían quebrado el récord mundial de permanencia pintando, cuyo títulos ostentaban los japoneses con 72 horas y 20 minutos. Era una hazaña impensable. El Papa Montini bendijo a los jóvenes artistas". El menor era Gabriel Enos, según cuenta en su biografía novelada "Entre alturas y hondonadas".
Autoexilio
Tras el Golpe de Estado , Enos empezó a sugestionarse. Muchos de sus amigos y conocidos empezaron a ser perseguidos por la dictadura. Optó por autoexiliarse.
"Me fui para Arica. Empecé a trabajar de a poco en los medios otra vez, pero mayormente como pescador. Me cambié el corte de pelo, el bigote, todo. No quería ser reconocido porque estaba súper cerca de un regimiento (Rancagua, donde estaba al mando el coronel Odlanier Mena, quien hasta su suicidio en 2013 cumplía una condena de presidio por la muerte de personas mientras estaba al mando de la Central Nacional de Informaciones (CNI)".
"Salíamos a pescar anchoas en una goleta, pero al final agotaron el recurso. Mi señora se aburrió y me dijo chao. Nos anulamos y nos separamos. Pero, un par de años después nos casamos otra vez y tuvimos dos hijos más, son tres en total", revela.
El regreso
En 1975 volvió a Santiago y un año después a San Antonio, donde trabajó como ayudante de carpintero, como barman y como empleado de un lavaseco.
"En 1977 ingresó al diario La Tercera, en donde por sus méritos y destacado esfuerzo, pasó rápidamente a ser reportero y luego, columnista y comentarista de arte, llegando a redactor en jefe por 12 años. Desde esa posición incluyó las historias y leyendas urbanas de San Antonio, dando así presencia de la ciudad portuaria al lector de otras regiones y ciudades de nuestro país", consigna su biografía.
En 1989 pasó al Diario Financiero, donde tuvo cargos semejantes. Finalmente, en 1994, vuelve al servicio público para crear la Sección de Relaciones Públicas de la Casa de Moneda de Chile.
En el año 2000, y por todo el gobierno de Ricardo Lagos, estuvo en la secretaría interministerial a cargo del Transantiago. "Puta que salió mal esa weá", confiesa.
En 2006 comenzó a trabajar como corrector de estilo de libros y once años después se radica nuevamente en San Antonio, donde ha encabezado distintos talleres literarios.
Tiene siete libros publicados y otros cinco aún inéditos. Todos saldrán a la luz en una antología que será lanzada durante este año.
-¿De todas las cosas que ha hecho, escritor, pintor, dibujante, corrector de los discursos de Allende, porqué quiere ser llamado o reconocido?
-Por mis talleres literarios diría yo. Enseñar es tan bueno como todo lo demás, pero me gusta más. Tiene algo.