Familiares y amigos despidieron al querido árbitro Juan Carlos Tapia
En su casa de Llolleo realizaron el velorio que continuó con su funeral en su natal tierra de Lo Abarca.
Como si fuera una señal del cielo, la lluvia acompañó ayer durante todo el día el velorio y posterior funeral del querido árbitro de fútbol amateur Juan Carlos Tapia (60 años). Desde temprano el hogar que compartió junto a su señora Griselda Valenzuela y tres hijos en calle Arzobispo Valdivieso, en Llolleo, comenzó a llenarse de familiares y amigos.
Sus compañeros de canchas, como no, también dijeron presente. Juan Carlos, fanático del fútbol desde pequeño, compartió con ellos muchos fines de semana entre camarines, olor a pasto y arbitrajes que duraban un día entero. Jornadas maratónicas que comenzaban a las ocho de la mañana, incluían dos empanadas y una bebida, y terminaban de noche.
"Juan Carlos era una persona de muy buen humor, que siempre tiraba la talla. Por eso que vine para acompañar a su familia, ya que compartimos muchos momentos arbitrando juntos en el fútbol amateur", reconoce el árbitro de la Puerta del Pacífico Jorge Díaz, quien viajó desde El Quisco para despedir a quien fuera su compañero de tantas batallas deportivas.
Paralelo a sus funciones vestido de negro, Juan Carlos Tapia trabajó como maestro en la construcción, aunque tal como admite su hijo Marcelo Tapia, su única pasión siempre fue el fútbol. "Jugaba de back centro y fue seleccionado de Cartagena jugando por el equipo de Lo Abarca, ya que mi padre vivía en ese sector. También fue entrenador de infantiles y primera adulta, y hace ochos años que había comenzado esta carrera de ser árbitro y juez de línea en el fútbol amateur", explica Marcelo.
Tan relevante fue el fútbol en la vida de Juan Carlos Tapia que su señora Griselda Valenzuela tuvo que adecuarse a su pasión por el balompié. "Este 20 de mayo cumplíamos 29 años de casados. Lo conocí cuando yo tenía 18 años y Juan Carlos, 28. Yo sabía que los fines de semana para él los partidos en la cancha eran su máxima entretención, así que estábamos acostumbrado que esos días no se le veía por la casa", afirma Griselda.
Tras el velorio realizado en su casa de calle Arzobispo Valdivieso, durante la tarde el féretro fue traslado hasta la localidad de Lo Abarca, donde se realizó la misa y el funeral. Fue la despedida que Juan Carlos Tapia esperaba en el lugar donde se crió y pasó sus mejores años disfrutando de su niñez. "Siempre estaba conectado con Lo Abarca, de hecho recordaba mucho sus años jugando por el equipo de acá, ya que prácticamente hizo su carrera como jugador en Lo Abarca. Siempre disfrutó del fútbol", dice emocionada Griselda Valenzuela.