Las historias detrás de los comerciantes de la Feria de las Pulgas de Barrancas
Para muchos de los vendedores que van una vez al mes a comercializar sus productos, esta es una forma de salir adelante y levantarse de situaciones económicas bastante complejas.
La Feria de las Pulgas que se realiza mensualmente en la calle Copiapó de Barrancas se transformó en un paseo tradicional para muchas familias que van a abastecerse de ropa o de otros enseres que les sirven cotidianamente. Pero no solo eso, sino que también representa una oportunidad diferente de obtener ingresos para los comerciantes que decidieron participar de esta iniciativa.
"En agosto vamos a cumplir tres años haciéndola y tenemos gente que no ha faltado nunca, porque de verdad esto es una ayuda para sus familias", expresó Noelia Silva, una de las organizadoras de la feria.
"Para nosotros el que se haga la feria todos los meses es una oportunidad grande, porque hay varias familias que obtienen un ingreso que les ayuda mucho, por eso también luchamos porque se mantenga", añadió Silva, quien además de estar en su puesto de ropa (nueva y usada) se mueve por los todos los puestos, verificando desde el pago de los permisos hasta la limpieza de cada calle donde se ubican los cientos de comerciantes.
Deudas
Noelia Silva conoce al dedillo las historias de casi todos los participantes de la feria. "Es que uno tiene que saber quién se coloca, porque esto es serio". Por eso, al pedirle que elija a alguno o alguna de sus colegas para una entrevista de inmediato se dirige al puesto de Alejandra Arratia.
Tras unos minutos donde ellas bromean entre sí, Alejandra se pone seria y comienza a contar su historia. "Yo empecé en un momento en que mi familia estaba viviendo una situación bien compleja", recordó. "No he faltado nunca, desde el 12 de agosto del 2014, porque teníamos una situación económica puntual, donde cualquier ingreso extra me servía", explicó con sencillez esta joven madre de dos hijos.
"Aunque mi marido tiene su profesión, es ingeniero en mantenimiento industrial, su remuneración acá no da, porque no hay oportunidades. Entonces ahora él trabaja en colectivos y cuando me vengo a trabajar a la feria, él se queda con los niños, porque el trabajo acá es bien complicado, por el frío y todo eso", señaló Alejandra.
"Mi hija a veces viene a tocar el violín en el verano para ganarse sus pesitos, pero no me gusta que venga porque es muy sacrificado", añadió.
Alejandra está consciente que su familia podría tener un mejor futuro en el norte del país. "A mi marido le iría muy bien en el norte, pero nosotros no podemos irnos ahora. Es complicado, porque para irse hay que tener un mes de reserva, ya sea que se vaya él o todos y nosotros no estamos en esas condiciones hoy, porque todo lo que se genera es para pagar. Recibimos y vamos pagando. Por ahora no está la opción de juntar dinero. Por eso la feria para mí es una excelente opción. La gracia está en ir moviendo la mercadería, no traer siempre lo mismo, y atender bien al público", confidenció.
Robos
Otra de las historias con las que Noelia Silva empatiza mucho es la de una vecina de la feria, la señora Nelly González.
"Ella no partió desde el inicio con nosotros, pero desde que se empezó a poner no ha faltado. Es una persona que la ha pasado más o menos nomás en el último tiempo", adelantó Noelia.
Hasta hace casi un año Nelly González era una vecina a la que no le incomodaba la feria y de vez en cuando salía a mirar los productos que se ofrecían, pero eso cambió luego de que sufriera el tercer robo en su empleo.
"Esta es una forma de ingreso porque estoy sin trabajo. Me asaltaron tres veces donde trabajaba y quedé con estrés post traumático y no me pagaron las licencias. Como no tenía plata para ir al siquiatra, opté por renunciar y buscar una opción para tener una entrada", contó esta mujer de 59 años.
Es que los robos no fueron cualquier cosa. La primera vez la apuntaron con un arma para intimidarla; la segunda, le quitaron todas sus cosas; y en la tercera ocasión, los ladrones la dejaron encerrada en su lugar de trabajo tras amenazarla con palos.
"No siempre te va bien (en la feria), pero es una forma de salir adelante, porque soy profesional y necesito mis recursos. Además de ser secretaria, soy operadora comercial y cajera bancaria. Para mí ha sido una ayuda bastante grande este apoyo de la municipalidad porque he logrado una vez al mes subsistir, ya que las licencias están paradas desde junio del año pasado en la superintendencia. Son cuatro licencias", relató con impotencia.
Pero para Nelly participar de la feria ha sido más que una forma de conseguir ingresos. Ha significado una parte importante dentro de su proceso de rehabilitación para olvidar los robos y poder retomar su vida. Tras los ilícitos que sufrió, ni siquiera podía salir tranquila a la calle, en cambio ahora debe estar en el puesto y relacionarse con muchas personas.
"Cuando me rechazaron las licencias, opté por ir a trabajar, pero no podía. Ahora, debido a las crisis, me bajan las defensas y me dan otras enfermedades. Hoy en la mañana, por ejemplo, estuve con vómitos y la opción que tengo es apoyarme acá para darme vueltas", confesó.
"Para mí ha sido muy complejo todo este proceso. Tengo mis hijos que son profesionales, pero uno no está acostumbrada a utilizarlos. Yo soy una mujer acostumbrada a recibir, no a que me den las cosas. Prefiero trabajar aunque sea una vez al mes. Ahora mis nietos me pasan los juguetes que no usan y yo se los vendo y me gano una comisión", comentó la mujer con sentido del humor.
Dueña de casa
Elizabeth Aravena es una de las vendedoras que orgullosamente señala que "nunca he faltado a la feria y traigo de todo un poco, como ropa y enseres de casa".
Vive cerca del Centro Cultural y apenas supo que se iba a colocar la feria la vio como una opción para generar ingresos extras para su hogar. "Soy casada y tengo a mis hijos y a mis nietos grandes, pero igual necesitaba un ingreso extra todos los meses, así que hice los contactos, pagué los permisos y de ahí no paré", manifestó
"Para mí lo más importante ha sido conocer gente, salir de la casa, distraerse un rato y vender. Tengo hijos y nietos, pero son todos mayores, por eso uno se distrae acá. Somos como un grupo de amigos", recalcó Elizabeth.
Pero además de la feria, "habemos varios que somos amigos afuera, porque algunos también pertenecemos a un grupo de vivienda", recalcó. "Y la feria nos ayuda a juntar plata para eso, aunque es algo aparte", aclaró.
Problemas
Esta forma de comercialización de productos ha tenido mucho éxito y se mantiene bastante activa, tanto a través de las redes sociales como de la interacción que se genera mes a mes.
"Pero en el último tiempo están poniendo muchos problemas para dar permisos, porque como que no se está entendiendo que es una feria de las pulgas, donde la idea es que cualquiera que tenga productos legales los pueda venir a vender. O sea, nosotros estamos muy agradecidos por toda la oportunidad, estamos seguros de que es necesario que haya control de que no sean artículos robados ni nada de eso, pero por ejemplo, ahora piden la ficha de protección social (actual registro social de hogares)", dijo Noelia.
"Pero no todos tienen ese documento y hay gente que a veces quiere simplemente venir a vender algo que ya no usa en sus casas, que quiere pagar su permiso por el día, pero no pueden hacerlo porque no tienen la ficha", agregó.
"Ojalá se consideren los puntos que nosotros señalamos, sobre todo lo de la ficha, porque la idea es que venga mucha gente para que haya mucha oferta y esto siga creciendo", puntualizó.
Alejandra Arratia dijo que a ella no le parece mal que el municipio ponga más orden, "porque se regula que no sean cosas robadas y todo eso, pero creo que está bien así como se organiza la feria. Nunca ha habido problemas hasta ahora. Solo espero que si el municipio se quiere hacer cargo, se preocupe de hacer el aseo antes y de otras cosas así".
El secreto
Para mantenerse en la feria y tener éxito, Alejandra es clara: "la gracia acá está en traer buenos artículos y entender que es una feria de las pulgas, no una boutique, por eso hay que vender a buenos precios y regatear con los clientes".
"Esta es una feria que la gente espera. Yo por lo menos llamo a gente de El Turco, Navidad y hasta de Santiago que colecciona cositas de los años '80 y '90 porque es una buena alternativa. Acá los clientes encuentran de todo: antigüedades, ropa y cositas del recuerdo a buenos precios. De repente uno trae cosas nuevas, pero es poco, entonces hay que comprender eso y regatear. Con eso siempre te va a ir bien", puntualizó la comerciante.