Estrella Droguett, toda una vida entre los tejidos y las lanas
Actualmente tiene una exitosa tienda en pleno centro de Llolleo, donde incluso se hacen talleres de bordado y telar. La dirige con su esposo Ambrosio, con quien escribió una historia de amor muy especial.
Tejer es una actividad que retomó vitalidad en los últimos inviernos dado el "boom" de la ropa de lana hecha a mano. Esto, precisamente, es algo que Estrella Droguett ha constatado en carne propia desde que hace un año cumplió uno de sus sueños y logró instalar su propia tienda de lanas y tejidos frente a la plaza de Llolleo.
"Está muy de moda la ropa de lana y aprender a tejer, pero yo trabajo en esto desde hace muchos años", contó la mujer con su habitual sonrisa y buen ánimo.
Es que antes de tener su tienda Estrella trabajó por más de 15 años administrando un local en Las Rocas, donde se comercializaban los trabajos -también en lana- de los centros de madres y talleres de Santo Domingo.
"Toda la vida he trabajado con esto, saqué a mis hijos adelante con el tejido. Me encanta tejer, siempre estoy haciendo algo, yo creo que es porque me acuerdo de mi hermana y mi mamá que me enseñaron y ellas fallecieron", explicó la comerciante emocionada.
Un año
"Estoy muy agradecida de mi esposo, porque de él fue la idea. Un día me dijo que colocáramos el local de lanas y tejidos y desde ahí no hemos parado", afirmó con orgullo.
Y agregó que "lo bueno es que yo puse el local y me ofrecieron publicidad, pero no quise. Solamente la gente que me conoce y los clientes que tenía en Las Rocas me siguen y de boca en boca siempre me ha ido muy bien. Además, como tengo abierto todo el día, la gente a la hora de almuerzo no tiene mucho donde ir a vitrinear y ven el local y pasan".
Sobre el mismo negocio Estrella pasó el dato: "Tengo lana turca e hindú y de distintas partes, para que haya harta variedad para la gente. La lana que busca la gente es la lana pura, la lana de oveja", explicó mientras señalaba el lugar de la tienda donde ubica este tipo de madejas.
"Esa lana tiene hasta olor a oveja", dijo Ambrosio Torrecilla, su esposo, mientras mostraba unos ovillos.
En la tienda ubicada en calle Francia de Llolleo se pueden encontrar madejas pequeñas desde los 200 pesos, palillos de distintas medidas, telares e hilos para tejer a crochet, entre muchos otros detalles que las conocedoras de los tejidos -y las que están recién aprendiendo- disfrutarán.
"Pero también tenemos botones únicos de madera de pino, que mandamos a hacer para la tienda a Chiloé", agregó Ambrosio.
Desde su mamá
Cuando Estrella recuerda cómo aprendió a tejer sus ojos se llenan de emoción y su constante alegría disminuye, porque de inmediato recuerda a una de sus hermanas y a su mamá.
"Mi hermana Nancy me enseñó mucho a tejer y mi mamá, Carmen, también", dijo mientras su esposo le tomaba la mano para consolarla. "Me pongo triste porque mi papá murió casi al mismo tiempo que mi mamá y que mis dos hermanas. Fue en un período muy corto", rememoró.
"Si no fuera por él (contó mirando a su esposo), no me hubiese recuperado. Soy feliz, pero uno igual tiene la angustia de no tenerlos, porque ellas eran unas hermanas muy queridas, que se quitaban el pan de la boca para dárselo a uno si era necesario", señaló.
La vendedora confidenció que "cuando me separé, mi hija tenía cinco años, hacía sábanas y tejía hasta las tres o cuatro de la mañana, entonces mis hermanas se llevaban a mis tres niños para ayudarme para que yo pudiera sacarlos adelante".
Droguett no se quedó con lo que conoció de niña, ya que tomó distintos cursos para aprender nuevas técnicas, "como el telar que aprendí en el sur o, también, hay amigas que aprenden cosas nuevas y me vienen a enseñar".
Príncipe Azul
Estrella tuvo tres hijos en su primer matrimonio, Cristian, Jonathan y Dominik. Y por diversas razones se separó.
"Estuve 16 años divorciada y nunca miré para el lado, sola con mis hijos. La tienda que administraba y mis tejidos para sacarlos adelante eran todo. Hasta que lo vi a él", contó con una sonrisa mientras señala a Ambrosio Torrecilla.
Entre risas, el hombre que hace seis años es su esposo aseguró que "no me fue fácil conquistarla, me costó ocho meses".
Ambrosio era un cliente más del local municipal que administraba Estrella y siempre iba a comprar ropa de lana para sus nietos. "Nunca me había fijado mucho, pero un día estaba ella y desde ahí empecé a ir más seguido, pero ella no quería nada al principio".
"Para conquistarme me regaló hasta un auto, y yo se lo devolví y le dije que no, porque siempre he sido una mujer de trabajo. A él le ha ido bien, pero eso no era lo importante", indicó con orgullo la mujer.
Sin embargo, la perseverancia de Ambrosio y todos los detalles que tuvo con ella lograron llegar a su corazón. "Me apoyó mucho con la muerte de mis hermanas y eso fue muy importante. Además, se lleva muy bien con todos mis hijos y eso es maravilloso para mí".
A los meses de conocerse se casaron y ya llevan seis años de feliz matrimonio. Han viajado por distintas partes.
"A los viajes siempre lleva su tejido. Es como una arañita y lo mejor es que vende siempre sus productos. Yo le digo que es una mujer muy inteligente y emprendedora", señaló Ambrosio con ojos de enamorado .
Clases
Tal como en distintas partes de Chile, cada vez son más las personas que quieren aprender a tejer a palillo o a crochet.
Por eso hasta la tienda "La Estrella" va una profesora los días sábado y entre cuatro y seis alumnas se reúnen a tejer.
Las clases de la profesora Patricia comienzan a las 16 y terminan a las 20 horas.
"A mí me gustaría dar clases también, porque la gente siempre me pregunta cómo hacer las cosas y uno trata de ayudarles lo más que puede, pero no tengo tanto tiempo, porque siempre hay gente en la tienda y uno tiene que atenderlos", manifestó Estrella.
¿Algún sueño? Pues claro: "Es poder volver a hacer clases y enseñar a todas las personas a las que les gusta hacer esto, de manera gratuita, pero por ahora no tengo para contratar a otras personas que me ayuden o el espacio para poder dar más clases".
Su especialidad
Estrella reconoce que, como en todo oficio, ella también tiene su especialidad. "Hacer ropa de niños y niñas me tira más. Por ejemplo, si me esposo me pide un chaleco, yo se lo puedo mandar a hacer, porque no lo hago. Le hice un chaleco sin mangas y me demoré como cinco meses, pero en un chaleco para niños me demoro como dos días", expresó con humor.
Por eso mismo agregó que "la gente llega y me dice 'yo quiero ese chaleco para bebés, pero en este color y además quiero pantalones y zapatitos' , y yo se los tengo listos rápido, porque es algo que ya hago bien. De repente Iris con Cheíta me ayudan harto, son mis brazo derecho, porque me veo justa con los tiempos para tener los encargos".
Relató algo que siempre le ocurre y que da cuenta de su talento. "Cuando estoy tejiendo la gente me pregunta 'cuándo lo termina'. Les digo que en la tarde y vuelven y me dicen, 'ya, quiero que me la venda'", comentó la mujer cuyo objetivo próximo es abrir otro local de este mismo rubro.
Más allá del puerto
Esta comerciante está orgullosa de que las lanas que vende y sus tejidos traspasen los límites de la provincia.
"Hay personas que vienen de Estados Unidos o de Holanda, son clientas que vienen siempre y se llevan cosas para allá, porque dicen que es muy caro. También viene gente de Las Condes a comprar las lanas acá porque dicen que está más barata y uno se siente muy contenta", completó esta verdadera estrella de la lana y los tejidos.
El 24 de mayo la paquetería y lanería "La Estrella" cumplió un año de existencia. Un año en que la señora Estrella solo supo de alegrías.