Llegaron alejándose de la violencia de sus países: hoy son sinónimo de salud y alegría para los sanantoninos
Estos médicos arribaron de Colombia y Venezuela en su mayoría, para dejar atrás países con alta violencia y cesantía. En Chile, el camino no ha sido fácil, pero en San Antonio han encontrado el cariño y el respeto de sus pacientes.
Se pasean por el hospital Claudio Vicuña de San Antonio con una sonrisa de oreja a oreja. Tratan a las mujeres -no a todas- respetuosamente como "mami". Dicen frases que a más de alguien le sacan una risotada: "Son las cuatro y pico", es una de ellas. Se trata de los médicos extranjeros que llegaron a la zona -como decimos los chilenos- con una mano adelante y una atrás para construir un futuro mejor.
Tienen títulos profesionales que son sinónimo de sueldos millonarios en nuestro país, pero cuando se emigra la realidad es totalmente diferente. No solo se necesita un permiso para atender pacientes (ver recuadro), sino que además hay que partir de cero.
La doctora Ayary Boscán Sánchez, cirujano general, venezolana y oriunda de la ciudad de Cabimas en el estado de Zulia, es una de ellas.
"Llegué a Chile el 31 de mayo del año pasado y comencé a trabajar hace casi tres meses en San Antonio. Antes de llegar al Claudio Vicuña estuve en una tienda de venta de accesorios de celulares, fueron dos meses; después cuidando niños y a una señora con Alzhéimer; allí estuve tres meses, hasta que comencé aquí a hacer suplencias", revela.
"Estoy feliz con la oportunidad. Me sentí otra vez yo. Uno se siente como muerto cuando no estás trabajando como médico. Venir aquí y que te digan otra vez 'doctora, venga, pase por aquí', tú no te imaginas lo que eso es para uno. Es una oportunidad, es volver a vivir, porque yo me quería ir, quería regresar. Veía que era tan difícil".
-¿Por qué tan difícil?
-En Santiago estuve en muchos sitios tocando puertas, entregando mi currículum, sitios donde inclusive la secretaria me decía si viene del extranjero y no tiene Eunacom no deje el currículum, porque no la vamos a llamar y me tiraban la puerta. En otros establecimientos eran más amables, pero me decían ahorita no la podemos ayudar (…), entonces cada puerta que se te cierra te desconsuela, te deprimes, sientes que la cosa es muy difícil.
-¿Cómo fue el primer turno en San Antonio?
-Nunca había sido tan feliz en mi vida como cuando me dieron la primera guardia, el 1 de marzo. Fueron 24 horas, que fueron espectaculares, volver a ser médico, en un país que no es el tuyo, que te respeten, gente muy cálida, que es diferente a la gente que es de Santiago. La gente de acá es muy amena. No me quiero ir de acá, si por mi fuera mañana misma me mudaría para acá. Yo soy feliz aquí, porque donde yo vivía en Venezuela era una ciudad pequeña, había un lago, la ciudad se parece mucho.
Los pacientes, según su relato, son los más conformes. "Hasta me preguntan dónde trabajo en clínica privada. Me han puesto su casa a la orden, me preguntan si quiero comer algo. Es una espectacular experiencia", confiesa la doctora Ayary Boscán.
-¿Por qué te viniste a Chile?
-Me vine de Venezuela porque está muy malo. El dinero que ganas no alcanza. Yo trabajaba para una empresa del estado: Petróleos de Venezuela (Pdvsa), que tiene sus hospitales. Tenía muy buen sueldo diez o doce años atrás, que me permitía vivir en un buen nivel y eso fue mermando con los años hasta que llegó un momento en que no me alcanzaba para comer.
-Se habla de colas y de mucha inseguridad.
-Tenías que hacer filas y lo peor fue la inseguridad. Nosotros teníamos amenaza de secuestro, entonces había que salir, no ibas a arriesgarte a que te mataran un hijo por un poquito de dinero. Tengo un tercer hijo, que está en Venezuela, que estaba esperando su título y ya lo tiene, es técnico superior en informática y es músico de carrera. Se quiere venir a Chile, allá en Venezuela no tiene futuro, no hay trabajo.
La doctora Boscán permanece de servicio con un permiso especial otorgado por la Seremi de Salud a la espera de rendir el examen Eunacom. No es la única, cerca de una decena de profesionales está en su misma posición. Lo bueno, es que la medicina se practica casi igual en ambas naciones.
"En la parte quirúrgica no he visto diferencias, para mí no es nada difícil, vesículas igualitas, la misma técnica", ejemplifica.
Seguridad ante todo
Nayeth Castro Berdejo también llegó a Chile por razones de seguridad. Está radicada en Santiago, pero cuando hace turnos en el hospital de San Antonio se traslada a la comuna de Algarrobo, donde tiene su segunda vivienda. Desde octubre del 2016 está en el Servicio de Urgencia del Claudio Vicuña. Tiene dos hijos, uno de 25 y otro de 23 años.
"Me vine hace muchos años (diez, luego de otra década de carrera en medicina infantil en Colombia), porque quería un cambio. En ese momento mi país estaba en una situación muy violenta, quería mayor seguridad, más comodidad para mis hijos y decidí venirme. Aquí estoy muy bien, adoro Chile. Mi vida y mi corazón están acá", confiesa.
También desde Venezuela llegaron los profesionales Marlen Ríos y Ángel Villasmil. Este último se desempeña como médico anestesiólogo hace poco más dos meses en San Antonio.
"Desenvolverme en el hospital ha sido sumamente cómodo. Pienso que en el área de la cirugía lo primordial es que el paciente entre bien y salga excelente, y ante todo que te ganes su confianza. Como este es un hospital pequeño se da la posibilidad de interaccionar con todo el personal, desde los chicos que van a buscar a los pacientes hasta los médicos que trabajan en pabellón. En este tipo de equipos todos son importantes, por eso mientras mejor comunicación, mejor serán los resultados", relata.
"He visto que los pacientes se sorprenden cuando les pregunto su nombre, siento que eso es importante. Como anestesiólogo si le pido a una persona que se siente y lo hago por su nombre, eso garantiza que el paciente se va a relajar y sentir cómodo. La persona que está enferma nos está entregando su cuerpo para que uno la pueda operar", reflexiona.
"Me quedaré en la zona si Dios y la Virgen me lo permiten", admite.
Aprender
Fue el propio Villasmil quien recomendó San Antonio a otra profesional de origen venezolano: Marlen Rengel Ríos.
"Soy del oriente de Venezuela, del estado de Sucre, de una provincia que se llama Cumaná, que es una zona pequeña que también tiene mar, pero los últimos años estuve viviendo en Caracas, porque allí hice mi postgrado de anestesia. Luego de que me gradué de anestesióloga me quedé", cuenta.
"Llegué a Chile hace exactamente cuatro meses y en San Antonio llevo poco más de un mes. Llegué a trabajar por referencia de un colega, el doctor Villasmil. Cuando llegué a Chile estuve buscando trabajo en el norte del país, estuve en Calama, en Antofagasta, Arica e Iquique. Esta es la primera ciudad de Chile donde pude trabajar como anestesióloga", prosigue.
-¿Ustedes que vienen del extranjero, creen que tienen una mirada distinta de la medicina, de la forma de ejercerla al menos?
-Creo que nuestro principal aporte como profesionales de la salud es tratar bien a los pacientes, dar un servicio de calidad. Los médicos anestesiólogos compartimos más menos un mismo criterio. Se nota que el personal trata de hacer lo mejor y los venezolanos venimos a eso, a dar lo mejor de nosotros y también a aprender, porque todos los días y todos (las personas) forman parte de nuestro aprendizaje. Pienso quedarme en San Antonio y traerme a mi familia.
"Los venezolanos venimos (a San Antonio) a dar lo mejor de nosotros y también a aprender",
Marlen Rengel Ríos, médico anestesista."