La comerciante que atiende los 365 días a los funcionarios y usuarios del hospital
Marina Navarro es una agradecida de las personas que día a día visitan su concurrido almacén, especialmente de los trabajadores del Claudio Vicuña, con quienes ha formado una relación muy estrecha en los últimos 21 años.
Sin parar de atender a sus clientes en ningún momento, Marina Navarro Catalán, de 76 años, siempre muestra una sonrisa y una actitud servicial con las personas que entran a su minimarket de calle Carmen Guerrero, justo frente a la entrada principal del hospital Claudio Vicuña de San Antonio.
A pesar de tener su negocio en este sector, esta comerciante vive en el barrio El Retiro de Llolleo. De su matrimonio nacieron tres hijos: Celine, Eduardo y Ana Madel. "Una de las mayores alegrías de mi vida es haberlos tenido porque no sería lo mismo el día a día sin ellos", confiesa Marina, la dueña del almacén que lleva su nombre.
Sus últimos años de enseñanza media los terminó en el Liceo Fiscal y antes de comenzar a ser comerciante trabajó 16 años en la desaparecida empresa textil Rayonhil que se ubicaba en el sector de Lo Gallardo, donde producían conos de hilo de rayón.
"Tengo muy buenos recuerdos de esa época porque fue cuando nacieron mis hijos. De hecho, siempre me acuerdo de la señora Susana Jiménez, quien cuidaba a los hijos de los trabajadores de la empresa".
Inicios
Hace 21 años comenzó la historia del almacén, ya que los consuegros de Marina necesitaban a una persona que se hiciera cargo.
"Buscaban a alguien que estuviera interesado, por eso llamaron a mi hijo. Él me lo comentó y me interesó de inmediato", recuerda.
En el local se pueden encontrar bebidas, confites, galletas, pasteles, jaleas, toallas de papel, papel higiénico, azúcar, café. Inclusive, los fines de semana traen empanadas de Lo Gallardo. "Tenemos todos los productos que sean necesarios para los funcionarios, los familiares y los pacientes del hospital".
Marina reconoce que es difícil mantener un almacén en estos tiempos y que a pesar de su edad aún se siente capacitada para atender a su numerosa clientela. "Siempre he pensado en trabajar hasta que tenga las condiciones y, cuando no pueda hacerlo, simplemente me iré a descansar a mi casa".
-¿Qué opinan sus hijos de que siga trabajando a sus 76 años?
-Yo soy pensionada y me entretiene lo que hago, por eso mis hijos están felices, pero siempre cuestionan ese hecho y me preguntan hasta cuándo trabajaré. Y yo les digo siempre que cuando no pueda seguir, descansaré.
Yanet Romero va a cumplir siete años ayudándole a Marina en la atención de los clientes, sobre todo en las mañanas, cuando llega una avalancha de funcionarios en busca de un rico sándwich de pan amasado de Lo Gallardo.
"No tengo nada que decir de ella. Es una muy buena persona, es simpática y atiende bien al público que es lo más importante a la hora de trabajar en un almacén", dice Yanet sobre su jefa.
No todo le ha salido fácil a esta comerciante. Hace ocho años sufrió un incendio que le hizo perder todo lo que tenía en su local.
"Fue en el mes de diciembre porque estaban dando la Teletón. Una máquina para refrigerar las bebidas hizo una falla y se incendió. Fue una pérdida total, a pesar de ello al día siguiente igual atendí público", rememora.
-¿Y cómo lo hizo?
- Ufff… Me costó igual, pero la CCU en menos de 24 horas ya me tenía un quiosquito que lo puse al lado del local hasta que pudiera reconstruir todo lo que se perdió. Mi interés siempre ha sido que los funcionarios estén bien y cuando ocurrió lo del incendio ellos eran mi mayor preocupación.
Funcionarios
Los trabajadores del hospital son una pieza clave en esta historia, según la comerciante. Y ellos sienten lo mismo hacia ella. Los funcionarios valoran que siempre esté pendiente y atenta a lo ellos necesitan, que siempre les dé la prioridad y que inclusive conozca hasta los gustos de cada uno.
Macarena Salazar y Nancy Osorio son dos empleadas públicas del hospital Claudio Vicuña que se encontraban en el negocio al momento de esta entrevista. Ambas concordaron en que "la atención es súper buena. La señora Marina es súper amable, por eso uno ya se familiariza con ella porque uno viene a diario, aparte de que siempre está dispuesta a atendernos de la mejor manera".
Marina Navarro sostiene una y otra vez que la clave del éxito ha sido ser perseverante porque atiende los 365 días del año sin excusas. Insiste en que los funcionarios son todo para ella y por lo mismo les tiene un respeto único. Sabe que son su fuente de trabajo.
"Los funcionarios son muy cariñosos y atentos conmigo. Nunca en mi vida me he quejado del hospital, te diré que cuando tuve a mis hijos nadie me conocía porque no tenía el negocio. Aun así, en todos mis partos fui bien atendida".
-Señora Marina, ¿por qué cree que se produce esta especie de lazo con los trabajadores del hospital?
-Finalmente somos como una familia. Si bien no los conozco a todos, sé que ellos están ahí y espero que siempre se mantenga esta buena relación.
-La veo emocionada, ¿qué está pasando por su cabeza ahora?
-Es imposible no emocionarme. Son tantos recuerdos los que se me vienen a la mente en estos 21 años con ellos (los trabajadores). No solo les agradezco a ellos, sino que a todo el cuerpo que compone el hospital, como los pacientes y sus familiares.
-¿Por qué?
-Los familiares también me ayudan a seguir surgiendo cuando necesitan un agua mineral o una galleta de soda para el paciente. Como te digo, es un todo y yo estoy muy agradecida de ello. Me ha tocado consolar a más de una persona porque su familiar falleció o porque se agravó y me gusta consolarlos, darles una palabra de aliento y decirles que todo saldrá bien.
La relación entre dueño y clientes muchas veces se ve y se vive de una manera alejada, pero sin duda casos como los de este negocio hacen que la experiencia de ir a comprar no sea una tortura, sino que un momento de conversación y de ponerse en el lugar del otro.
A sus 76 años, Marina Navarro goza con lo que hace y deja atrás el estereotipo de que las personas mayores deben quedarse en la casa. Sin duda, es una mujer digna de admirar por la calidad humana que entrega día a día a su familia y a su querida clientela.