Hija cuenta cómo su madre decidió "salvar vidas desde la muerte" donando su cuerpo a la ciencia
Mercedes Norambuena, de Llolleo, tenía varias enfermedades a cuestas. En 2012 firmó un compromiso con la Universidad de Chile para entregar su cuerpo, que servirá para la docencia e investigación.
Mercedes Norambuena no le tenía miedo a la muerte. El domingo pasado, mientras estaba sentada en un sillón, le dijo a uno de sus cinco nietos que su vida estaba llegando al final y que lo estaría cuidando desde el cielo. Le repitió, como a muchos de su familia, que había que recordarla mirando al mar, leyendo un libro o contemplando las estrellas. Al día siguiente, el lunes 12, murió producto de un paro cardiorrespiratorio en su cama.
La mujer, de 69 años al momento de su deceso, llevaba más de dos décadas sufriendo una serie de enfermedades que se fueron desencadenando luego de ser diagnosticada con una severa insuficiencia renal.
Dejó, además, una complicada misión para su familia. Debían seguir su voluntad y, en lugar de hacer un velatorio y un funeral, tendrían que entregar su cuerpo a la ciencia.
Su decisión
En 2012, estando ya con varias patologías a cuestas, Mercedes firmó, por propia decisión, una declaración jurada a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile para que esta casa de estudios conservara su cadáver y lo usaran para que los médicos e investigadores siguieran descubriendo los misterios del cuerpo humano.
"Declaro que: libre y espontáneamente hago donación de mi cuerpo para que después de mi fallecimiento se disponga de él, y se utilice en docencia en investigación", consta en el documento del que se hicieron tres copias.
Una quedó en el centro de diálisis al que acudía, uno guardado, pero que tras el fallecimiento fue entregado al Registro Civil y, el último, aún está doblado en su billetera. Llevaba el papel a todas partes para que a nadie le quedara duda de su firme determinación.
Shila Bahamondes, su única hija, no contradijo la intención de su mamá y la tarde del martes la dejó en Santiago, en la mencionada universidad.
"Para la familia, para nosotros, esto ha sido muy difícil, porque la gente nos llama preguntando por el entierro y tenemos que decirles que no habrá, que a ella nunca la sepultaremos", explicó Shila.
Luchadora
Mercedes Norambuena Ríos vivió por largos años en el cerro Alegre y luego en Cristo Rey, en Llolleo, donde leyendo un diario se encontró con la opción de la donación de cuerpos con fines médicos.
"Era una persona de mucho carácter, de hecho fue presidenta de la Federación de Dializados y Trasplantados de San Antonio, por eso cuando vio el artículo tomó la decisión. Creo que no le dio muchas vueltas", prosigue su hija.
"Pensó que enterrada no serviría de mucho, pero que tal vez de esta forma podría salvar vidas desde la muerte, que así, conservando y usando su cuerpo para investigar, podrían hallar nuevos tratamientos para los problemas de riñón que tenía", cuenta.
"No tenía una sola enfermedad lamentablemente. Había recibido un trasplante renal y vivió mucho más de lo que los doctores pensaron en algún momento. Por eso también pensó que de esa forma se podría entender qué pasó después de la operación y, lo más importante, que serviría para encontrar formas de curar a la gente que padecerá en el futuro lo que ella sufrió por muchos años", recalcó Shila.
-¿Cómo fue ese proceso?, ¿qué le dijo usted cuando les comunicó su determinación?
-Fue insistente y yo le dije que sí como para no llevarle la contraria, pero después me pidió que la acompañara a la notaría e hizo los trámites. Le preguntamos mil veces, pero su idea ya estaba formada. Nunca pensé en desobedecer lo que quería, porque nos preparó a todos para este momento, nos hizo entender de alguna forma, aunque suene difícil, que después de la muerte ya no hay espíritu, no hay dolor. Es solo... no sé, órganos.
-¿Cómo piensan recordarla?
-Me dejó una carta y siempre dijo que no necesitaba un lugar, una tumba para recordarla, que lo hiciera mirando las estrellas, el mar, con un libro o con las plantas, que era algo que ella amaba mucho.
La mujer antes de morir también se tomó la molestia de avisar a muchas personas que no sería velada. Entre bromas decía, según revela su hija, "no cuenten conmigo para mi funeral, yo doné mi cuerpo, así que no voy a estar".
La noche del lunes, aunque la muerte era inminente, igual los tomó por sorpresa. Al lugar llegó el Samu y Carabineros, relata Shila, y se descartó la opción de una autopsia. Su estado era delicado. Hace pocos días había sido dada de alta por una infección pulmonar.
"No quería que la lloraran, que tuviera que recibir gente en la casa y organizar todo. No quería nada más que seguir siendo útil, ojalá servir para salvar vidas después de su muerte", agrega.
-Igual usted podría haberse resistido…
-Sí, de todas maneras, pero no se me pasó por la mente. Ella quería eso y uno puede verlo de dos maneras: de forma macabra imaginando lo que le estarán haciendo en una sala, en un frigorífico; y de la forma que ella quería, que es un gesto increíblemente generoso que podría servir para mejorar y salvar cientos de vidas. Ojalá así sea.
Donar
Para seguir el ejemplo de Mercedes sólo basta con hacer una declaración jurada ante un notario, que no es más que un documento donde se expresa la decisión voluntaria de donar el cuerpo a una universidad que imparta la carrera de medicina. Tal como la donación de órganos, informar a la familia de esta medida también es relevante, ya que es necesario que exista un tutor mayor de 18 años que avale la determinación del donante.
Según señaló el abogado Juan Muñoz Yáñez en un reportaje de El Mercurio, es de gran relevancia contar con este papel que acredita la decisión de la persona.
Tras el fallecimiento la familia del donante sí podría oponerse y apelar a esta determinación, tal como sucede numerosas veces con la donación de órganos. Si es que esto ocurriera, "la universidad puede recurrir a la justicia y luego de acreditar que el documento lo firmó en pleno uso de sus facultades mentales y con la presencia de un familiar testigo mayor de 18 años, (en ese caso, lo más probable es que) la casa de estudios ganaría el juicio. La familia nada podría hacer. Sólo cuando el donante es menor de edad, ahí la familia puede decidir por él y rechazar, si es que estima conveniente, la donación", relata Muñoz.
"Me dejó una carta y siempre dijo que no necesitaba un lugar, una tumba para recordarla, que lo hiciera mirando las estrellas, el mar, con un libro o con las plantas",
Shila Bahamondes, hija de la fallecida sobre la donación de su madre a la ciencia."
"No quería que la lloraran, que tuviera que recibir gente en la casa y organizar (un funeral)",
Shila Bahamondes, hija de la fallecida."