Sanantonino patiperro cuenta cómo ha sido vivir en Rapa Nui
El docente Luis Nordio cumplió un año en la isla. Durante su estadía en la tierra de los moáis, este profesional se ha ido empapando y disfrutando de una de las culturas más ricas del mundo.
Hace unos días el docente sanantonino Luis Nordio Pizarro (33) cumplió un año viviendo en la Isla de Pascua.
Confiesa que dentro de sus planes jamás estuvo la posibilidad de residir en este paradisíaco lugar, pero cuando supo que en la isla requerían de un profesor de educación diferencial, postuló de inmediato, aunque con muy poca fe de quedarse con el puesto.
La llamada que tanto esperaba se concretó dos semanas después de su postulación y el 1 de julio de 2016 ya debía estar instalado con bombos y petacas en la tierra de los moáis.
En esa época Luis trabajaba en la Corporación de Educación de la comuna de Quinchao (provincia de Chiloé) liderando el Programa Integración y, a pesar de que el trabajo que realizaba en este lugar había sido de mucha importancia y aprendizaje para el joven, sentía que debía emigrar a un lugar donde pudiera entregar sus conocimientos. Cuando lo llamaron para informarle que había sido elegido para el puesto, feliz aceptó este nuevo desafío.
"El programa Integración es una estrategia inclusiva del Ministerio de Educación conformada por un equipo multidisciplinario. Nosotros apoyamos a los niños que tienen necesidades educativas especiales (NEE) dentro del aula. No es como antes que se sacaba a los niños de la sala para reforzarlos", explica el docente, quien hizo un alto en su hora de colación para contarnos sobre su experiencia.
-¿Qué hora es allá?
-Son las 13 horas. Allá en el continente tienen dos horas más.
Tras salir de la universidad, Luis vivió un tiempo en Australia. Al regresar a San Antonio y trabajar en un establecimiento de la zona haciendo clases de inglés, supo que era hora de buscar nuevos horizontes laborales y fue así como postuló a Chiloé.
"Estuve en Dalcahue, pero no me gustó. Después me llamaron de Achao. Ahí trabajé tres años en las escuelas rurales que estaban en las islas menores. También estuve trabajando en Cochrane (Región de Aysén)", sostiene y luego agrega "me gusta harto viajar. Nunca sé por cuánto tiempo me voy a quedar en un lugar. La verdad es que cuando me empiezo a sentir incómodo o siento que ya no estoy siendo un aporte empiezo a buscar nuevas posibilidades".
Isla de pascua
Luis jamás había estado en Isla de Pascua, por eso confiesa que a pesar de ciertos rumores que había escuchado, decidió ver con sus propios ojos que tanto había de cierto.
"Sé que para este trabajo me escogieron por mi experiencia académica, pero también creo que el haber vivido en otras islas o en lugares más extremos también me jugó a favor", señala.
-¿Cómo ha sido tu experiencia en la isla?
-Con la isla pasa una cosa: o la quieres o la odias, y a mí me pasó que me encantó.
Agrega "las personas que vienen deben entender que a pesar de que los pascuenses forman parte de Chile son muy distintos a nosotros. Acá hay leyes diferentes, una cultura y costumbres muy distintas. Pero creo que la clave de todo ha sido el respeto".
-¿Hay algo a lo que no hayas podido acostumbrarte hasta ahora?
-No he tenido mayores problemas, aunque sí me ha costado un poco aprender el idioma. En el colegio donde trabajo se habla rapa nui y español, pero gracias a las asistentes que son rapa nui, he logrado comunicarme con los alumnos porque acá sólo Lenguaje y Matemáticas son en castellano. El resto de las materias son todas en rapa nui".
-¿Y la comida?
-Acá comen harto pescado como atún, piscis y uno que es conocido allá como palometa pero en la isla le llaman toremu. Pero la verdad es que no hay mucha diferencia, además que yo no soy mañoso y aunque una lechuga cueste 3 mil pesos igual compro (ríe).
"Lo bueno es que cuando me vienen a ver me pueden traer cosas del continente ya que pueden viajar con una maleta de 23 kilos más porque es vuelo nacional. A mi grupo familiar yo les digo 'ya te recibo, pero trae tu maleta (jaja) porque acá lo más caro es la fruta y los lácteos. En general las cosas frescas son caras. En San Antonio, el yoghurt que consumo me sale $160 pero acá sale $450 cada uno".
Luis asegura estar muy a gusto en este lugar, principalmente porque el trato que recibe como profesor es muy diferente.
"Ellos consideran que nosotros, como profesores, venimos a aportar a la isla, por eso su trato hacia nosotros es diferente", señala.
-Llevas un año viviendo en este lugar y hasta ahora, ¿qué te ha parecido?
-Cuando me venía para acá me dijeron que la isla era chica y cara. En realidad es chica, pero hay mucho que conocer. Claro, uno como turista conoce lo típico, pero viviendo acá conoces lugares donde generalmente los turistas no llegan. En Chiloé, en invierno, me aburría mucho, sobre todo los fines de semana porque donde vivía era un pueblito chico que no tenía mucho comercio y si yo quería entretenerme tenía que ir a Castro, pero acá no pasa eso".
El profesional asegura que en la isla es imposible aburrirse ya que existen muchos panoramas. "Todos los días llega un avión con 245 personas, entonces hay un flujo importante de gente de todo el mundo. La isla está llena de restaurantes, bares y cafés. Hay de todo pero en pequeñas proporciones".
-¿Cuál es el lugar que más te ha gustado?
-Hay varios, pero uno de los que más me gusta es la cantera donde hacían los moáis que se llama Rano Raraku. Ahí se puede ver al nivel que llegó el arte de la elaboración de los moáis. En el colegio igual nos hacen capacitaciones para enseñarnos su cultura ya que hay varios profesores que no somos rapa nui. También salimos a terreno.
-¿Y qué te pasa al ver agua por todos lados?
-Eso es increíble. Acá lo más alto es la cima del volcán Terevaka. Cuando uno hace el trekinng y llega a la cima puede ver toda la isla en su punto más alto y para donde mires solo ves mar, mar y mar. Ahí recién te das cuenta que estás a 3 mil 700 kilómetros del continente.
Afirma que a veces le da un poco "de cosa" darse cuenta en el lugar dónde está, pero "es tanto lo que estoy aprendiendo acá, que sólo me iré cuando sepa que ya no estoy aportando nada".
"Lo más interesante de vivir acá es estar en contacto con una cultura diferente. La gente que se viene con el mismo estilo de vida que el continente no logra adaptarse. Por eso uno tiene que estar abierto a su cultura y sus costumbres. Nosotros participamos en todas las celebraciones y eventos que hacen porque esta, a diferencia de otras, es una cultura viva", aclara.
La Tapati es un festival cultural que se celebra durante 15 días en febrero y que congrega a gran cantidad de turistas, pero según Luis esta no es la única fiesta que se realiza en el ombligo del mundo.
"Además de la Tapati, durante el año hay un montón de celebraciones. Por ejemplo, en noviembre acá se hace el Mahana O Te Re'o, también conocido como El Día de la Lengua Rapa Nui. Esta es una mini Tapati que la hacen los cuatro colegios que hay en la isla", detalla.
-¿Cómo son los niños de la isla?
- Acá trabajo con niños de primero y tercero básico y son muy diferentes. Son directos y les gusta hacer cosas. Tienen mucho aprendizaje visual y auditivo.
Falta muy poco para que termine la hora de colación de Luis y no podemos despedirnos sin que antes nos cuenten sobre su futuro y sus planes.
"Estaré en esta isla hasta cuando sienta que debo estar", dice, y luego añade "no lo tengo claro todavía, por ahora sólo estoy aprovechando la oportunidad de conocer un poco esta cultura".