Juan Carlos Severinos, la última "gran voz" de la bohemia sanantonina
Según el músico, que adquirió el nombre artístico de Giovanni Carlos, él fue el primer cantante que tuvo el desaparecido "Establecimientos Bym's" de Llolleo. Estuvo en varios locales de Santiago y en la recordada "Kantuta".
Juan Carlos Severinos (55) fue el último integrante de su familia en radicarse en San Antonio. Llegó el 19 de noviembre de 1977 con la idea de estar solo unas semanas y volver a su natal Illapel, en la Región de Coquimbo.
En el Litoral Central, que hasta entonces solo conocía de palabra, se encontró con una realidad totalmente diferente a lo que estaba acostumbrado en el Norte Chico y le quedó gustando.
"El verano era distinto, había una efervescencia que me gustó mucho y terminé por seguir con mi familia, que se había venido por trabajo un tiempo antes que yo", cuenta el actual vecino de Llolleo, quien por estos días también es conocido bajo el seudónimo de Giovanni Carlos Severinos.
Origen
A pesar de tener una larga trayectoria en el mundo de la música, hace unos años decidió "reiniciarla" adoptando una nueva identidad, pero conservando lo que había aprendido en más de cuatro décadas de carrera.
Según él, fue el primer cantante del "Establecimiento Bym's", el recordado local que por años funcionó en la esquina de avenida Providencia y El Canelo, en el centro de Llolleo; fue una de las voces más conocidas de la bohemia santiaguina, donde estuvo en una larga lista de restaurantes con música en vivo hacia la segunda mitad de la década de los ochenta; por diez años fue parte de Radio Vacaciones, en la comuna de El Quisco, pero mucho antes de eso ya era una estrella en la Cuarta Región.
"Yo digo que nací cantando, porque tengo recuerdos de cuando tenía cinco años y ya lo estaba haciendo. Mi primer festival fue en el colegio, en la enseñanza básica. Por tres años gané una competencia que se hacía en la Escuela Industrial de Illapel. Tenía entre siete y ocho años y ya me paraba en el escenario, para mí era algo natural", recuerda.
Advierte que los años podrían ser imprecisos, pero recuerda con claridad que su primer cumpleaños en la comuna puerto fue el número 16, cuando era un estudiante del Liceo Nacional de Llolleo. Puede olvidar muchas cosas, menos el día que llegó a San Antonio.
"En aquel tiempo había varias formas de participar artísticamente a nivel estudiantil. De hecho, entré al coro que había en el Liceo Fiscal y me inscribí en un festival que se hizo en el Gimnasio Montemar, donde iban cabros de distintos colegios. Quedé con el segundo lugar con el tema "Un café para Platón".
Ese evento fue el punto de partida para comenzar a hacerse notar en San Antonio. Siendo aún un adolescente empezó a sumarse a actividades donde pudiera demostrar su habilidad vocal.
"Un día llegaron unos caballeros a un bailable del club Huracán y me ofrecieron cantar para 'Don Bartolo y su orquesta', que era el grupo que animaba en el 'Bym's'. Dije de inmediato que sí y me puse a trabajar con ellos", revela.
"Fuimos los primeros en cantar varios temas tropicales cuando este estilo aún estaba haciéndose conocido en Chile. El agregado cultural de República Dominicana, que conocía a Don Bartolo (el líder de la banda), le entregó varios cassettes y así interpretamos temas que aún no eran conocidos en ninguna otra parte del país", dice.
Eso fue, según los cálculos de Juan Carlos, en 1981. Permaneció allí hasta pasado el terremoto del 3 de marzo de 1985.
"Acá en San Antonio quedó una devastación tremenda y se hizo un gran evento en el estadio Municipal. Me acuerdo que vino la cantante Mónica de Calixto y Tommy Rey para animar a la gente que había perdido todo y para tratar de juntar algo de ayuda", prosigue.
La agrupación también tuvo su propio terremoto interno. Juan Carlos, el vocalista, junto al baterista y el bajista decidieron "dar un paso al costado" y comenzar su propio proyecto.
"Buscamos a dos cabros más y formamos la Banda Nexo 4", relata.
Con ellos comenzó a recorrer una larga lista de locales nocturnos. Estuvieron un tiempo en Melipilla y en varios puntos del Litoral, donde fueron descubiertos por una familia santiaguina que se empeñó en llevarlos a la capital.
"Empezamos a hacer presentaciones en un restaurante que se llamaba Los Tres Camilos de El Quisco, donde un día llegó una familia que iba a abrir uno (un restaurante) parecido en la comuna de Recoleta, en Santiago, y nos ofrecieron de inmediato que nos fuéramos con ellos. Nos hicimos de rogar, porque esto pasó en octubre y al final decidimos irnos en abril, sin embargo, fue una buena decisión, la mejor que pudimos tomar, porque nos fuimos para arriba de inmediato", continúa.
Éxito en santiago
En la capital fueron cambiando de un establecimiento a otro. "Se nos abrieron muchas puertas", admite.
El periodo en el centro nocturno de El Quisco no fue tiempo perdido, por el contrario. Ahí compartieron el escenario con estrellas de la época como Zalo Reyes y Maripepa Nieto, dos figuras que a finales de los ochenta estaban en pleno apogeo con numerosas apariciones en la televisión.
"Algo de bohemia quedaba en la zona, además era más sana y la gente iba a un restaurante, comía, bailaba por un rato y para la casa. No eran cosas para reventarse tomando. Además, nosotros nunca estuvimos cantando hasta más de las tres de la mañana, porque ya después hay puros curados", describe.
El éxito fue tanto que para unas Fiestas Patrias recorrieron varias fondas del Parque O'Higgins. "Si yo dijera que no hice plata en ese tiempo estaría mintiendo, porque la echábamos en sacos. Era mucha plata", revela.
Vivían en una burbuja que no tardó mucho en reventar. A principios de los años noventa decidieron volver a San Antonio para cantar en "La Kantuta", que estaba ubicado en la esquina de 21 de Mayo con Gregorio Mira y aprovechar de descansar un poco.
Llevaban años sin bajar el ritmo. Tal vez pensaron que podrían volver al sitial que habían ocupado en su mejor momento, sin embargo, la naciente masificación de la tecnología y más competencia hicieron que el lucrativo negocio se desplomara.
"Apareció mucha gente que podía cantar con pistas, no era necesario que tuvieran una orquesta. Eso hizo que tuviéramos que bajar los precios. Si antes cobrábamos ochenta mil pesos por noche, por poner un ejemplo, después teníamos que hacerlo por la mitad o menos", se lamenta.
La banda Nexo 4 dejó los salones y comenzó a presentarse en cumpleaños y matrimonios. Terminaron por disolverse.
"Al final ya la bohemia se acabó. La forma en que la gente salía y lo pasaba bien cambió y mucha gente quedó sin pega. Fuimos una de las últimas grandes bandas de ese periodo y la última gran voz", explica.
Juan Carlos trata de seguir cantando lo más posible. A mediados de la década del 2000 ingresó a Radio Vacaciones, de El Quisco, donde partió como ayudante de un programa cristiano. Luego tomó el mando de un espacio folclórico hasta que salió casi después de una década de trabajo.
"Lo bueno es que nunca me ha faltado la pega. He tratado de mantenerme siempre con la radio prendida y de tener los temas de moda. Canto música romántica, tropical, rancheras, cuecas, de todo, y en cada uno de esos estilos tengo mis canciones que nunca fallan", relata.
"Ahora tengo mi amplificación propia y hasta hice un disco que se llama 'Mi gran sueño' que son dos cosas que cuando empecé a cantar nunca imaginé que podría hacer", confiesa.
En mayo pasado sufrió una fuerte caída tras actuar en un matrimonio, en Algarrobo. Resultó con una fractura en la pierna izquierda que lo tendrá al menos cinco meses enyesado.
Tras una larga carrera como trabajador independiente, el accidente lo pilló sin previsión y sin ahorros. El próximo 26 de agosto, desde las 20 horas, harán una lota en la sede Las Orquídeas, en la esquina de Los Aromos con El Sauce, en Llolleo Alto.
El hecho fue un paso en falso, pero no necesariamente un paso hacia atrás en su carrera. Espera volver en grande a un conjunto el próximo año y lanzar un segundo disco, que ya tiene nombre: "Bailando en el Litoral Central".