Luis Campos: el profesor que juramentó dedicar su vida a a educar en liceos fiscales
El docente de Matemáticas y Física lleva 41 años educando a sanantoninos, no sólo en sus asignaturas sino a través del ejemplo de respeto y honradez en la vida diaria. A sus 76 años, Campos no piensa en el retiro.
" Mi nieta ya no quiere salir conmigo, porque me dice: tú vas a saludar a 55 personas. Yo le digo que con una que salude me siento feliz", señala el conocido profesor de Estado, Luis Campos Palma (77), que tiene 54 años de trayectoria y 41 ejerciendo en San Antonio.
Liceo Juan Dante Parraguez (ex Liceo Fiscal), Instituto del Puerto y los colegios Cristo Rey, Nueva Providencia, Araucarias y Francisco Bilbao son algunos de los establecimientos donde el docente ha enseñado Física y Matemáticas.
"En resumen, yo he tenido unos 30 mil alumnos, de los cuales la mayoría son de San Antonio", cuenta el profesor Campos, quien llegó en 1976 a San Antonio, para cumplir el juramento que hizo cuando era universitario.
Juramento
Campos se crió en una familia humilde en Colchagua, Región de O´Higgins. Su padre era carpintero de la construcción y su madre dueña de casa, por lo que desde niño tuvo que trabajar para apoyarlos. Pero no dejó los estudios y terminó Humanidades (actualmente Educación Media) en la nocturna. Allí vivió un momento determinante.
"Tuve profesores muy especiales, de esos que te levantan el ánimo o te sepultan. Un día llegó un profesor de Francés, tiró el libro en la sala y dijo 'para qué les hago clases a estos cabros si aquí no hay ningún futuro'. Esa frase tan negativa produjo un efecto tan positivo entre mis amigos y dijimos: qué se cree este viejo que no vamos a ser capaces de algo nosotros", recuerda.
Tras este episodio, decidió a estudiar pedagogía, aunque sus ganas se remontaban a años atrás. "Yo desde chico jugaba a la escuela. Mi papá tenía su banco carpintero, yo le ponía una fonolita, que es como teja, y ahí hacía clases a los amigos del barrio, y les cobraba un peso. Estaba con la educación con lucro y ahora estoy contra el lucro", recuerda entre risas.
Ya en la universidad, Luis hizo una promesa: "Me hice un juramento. Así como los médicos, yo inventé para mí un juramento como profesor de que yo iba a trabajar siempre en liceos fiscales". explica.
Uno de los motivos del juramento fue hacer un reconocimiento al Estado que lo formó gratuitamente: "Yo no gasté un veinte, porque en ese tiempo la universidad no se pagaba y, más encima, había una ley que decía que los hijos de obreros no cancelaban ni siquiera la matrícula. Entonces, yo no tuve que pagar. En las condiciones actuales yo no habría podido estudiar jamás", afirma.
Liceo fiscal
Luis Campos llegó en 1976 a San Antonio. Venía Desde Punta Arenas junto a su esposa Juanita López y a su hija Luisa María Paz. Tres motivos lo trajeron al puerto: el mar; estar cerca de la familia de su esposa, que vivía en Santiago; y cumplir su promesa.
Era profesor en la sede de la Universidad Tecnológica del Estado (actual Universidad de Magallanes) y del Liceo de Niñas, donde tenía 12 horas pero quería cumplir a tiempo completo su vocación de profesor de liceos fiscales.
"En Punta Arenas me dijeron de todo, que cómo era tan tonto de dejar la universidad por ir a trabajar en un pueblucho de comunistas que no tiene futuro, parece que se equivocaron en eso", señala sobre lo que le advirtieron de San Antonio.
Desde 1976 hasta el año 2005, Campos educó a distintas generaciones de sanantoninos en el Fiscal.
El reconocido profesor recuerda historias de esa época. "Una vez estaba haciendo clases en el liceo, y una alumna se iba a parar y se desmaya. Alcancé a afirmarla, en ese tiempo aún tenía fuerza, y la llevé al casino. Me dijeron que la dejara ahí, que ellos sabían que tenían que hacer. Le dieron un buen desayuno. Después se supo que no comía desde hace tres días. Le organizamos una canasta familiar e hicimos todo lo positivo por ayudarla", dice conmovido.
El docente vivió muchas experiencias de estudiantes en situaciones extremas. Quizás por eso, para él, más que la enseñanza de sus materias, que trata de hacer de un modo atractivo y adaptándose a sus alumnos, lo importante es dar el ejemplo.
"Si lo ponemos en fracción, enseñar la asignatura es sólo la cuarta parte de ser profesor. Los ejemplos de vida yo creo que son los importantes y si uno no los tiene, hay que resaltárselos a quien los tiene", explica.
Para el profesor, "un defecto de la mayoría de nosotros es que no reconocemos en otros las cualidades positivas. Por ejemplo, si hay una colega que siempre sonríe, eso es meritorio comparado con el resto que siempre andamos más amargados que el natre. O si hay otra profesora que siempre dice la verdad. La mayoría de los niños son capaces de captar esos ejemplos y eso es bueno, es bonito. Esa es una misión de los profesores y no de otros profesionales, porque si no se da en el hogar, se da en el colegio".
Además, explica que "aparte de lo que te exigen, tiene que haber un ejemplo voluntario. Le cuento un récord mundial que yo tengo: jamás he llegado atrasado a ninguna parte en la vida. ¿Quién puede decir algo así? Eso es un ejemplo para los alumnos, y no es con palabras o recomendaciones, si no que de vivencia directa".
Jubilación
En el año 2005, Luis comenzó a escribir un poema titulado "No pienso jubilar", pero quedó inconcluso: "Después de empezar a escribirlo, me sentí muy mal, me vino como una revolución interna en todos los órganos. Gastamos mucha plata en médicos y al final no era nada, pero como me pilló cuando cumplí los 65 años, presenté mis papeles. La jubilación se produjo el 1 de julio del año 2006, yo empecé a trabajar un primero de julio, entonces ahí estaba mi cumpleaños oficial", explica.
Pero no alcanzó a estar mucho tiempo fuera de las aulas y en cuanto se recuperó volvió a hacer clases en el Colegio Araucarias y en el Francisco Bilbao.
En sus 41 años en San Antonio, el docente ha formado a varias generaciones y no quiere dejar de hacerlo. Él disfruta el reconocimientos que ha conseguido gracias a su vocación.
"De repente los alumnos echan competencias. Profe, usted les hizo clases a mi papá y a mi mamá. Otro dice, les hizo clases a mi papá, a mi mamá y a mi tío. Usted les hizo clases a mi papá, a mi mamá, a mi tío y a mi abuelo, interrumpe otro. Yo les digo que no peleen, que alcanzo para todos", afirma.
Es tal su fama en la ciudad, que afirma que en el supermercado, la plaza y distintos lugares sus ex estudiantes lo detienen para saludarlo. "Mi nieta ya no quiere salir conmigo, porque me dice: tú vas a saludar a 55 personas. Yo le digo que con una que salude me siento feliz, así que imagínate con 55 cómo me voy a sentir", explica.
Incluso su fama lo ha salvado de momentos difíciles. "El otro día, tomé un colectivo y se fue a dar la vuelta en la Viuda. Eran tiempos que había muchachos inquietos por allá, lo hicieron parar, cobraron peaje e iban a apedrear el auto. Pero uno miró para adentro y dijo: no, no, está mi profesor", relata Luis.
Campos aún no tiene en mente dejar de ejercer su profesión. "El otro día me fue a ver un amigo y me preguntó cuándo pensaba jubilar. Ya no puedo usar la frase ´no pienso jubilar´, porque se echó a perder. Entonces, ahora le dije hasta que pueda desplazarme, aunque sea en radiotaxi", afirma animado el reconocido profesor del ex Fiscal.