Patricio Garrido: de pescador a realizar esculturas en madera
Desde 1993 que el hombre de 62 años trabaja como artesano en madera después de más de tres décadas ligado a la pesca industrial. Fue el trabajo pesquero el que lo trajo a la ciudad de San Antonio, desde donde nunca más se fue.
Patricio Garrido Delgado llegó a San Antonio gracias a la pesca industrial. Tras laborar en Talcahuano, vio en el puerto sanantonino una nueva ventana para seguir trabajando en el oficio que había aprendido al lado de su padre, Abel Garrido Matamala.
"Llegué en 1978, me acuerdo porque era el Mundial de Argentina, y me quedé hasta el día de hoy. En ese tiempo se sacaba harto arengue y sardina española también. Eran jornadas largas, ya que nos quedábamos dos o tres noches en la mar desde que salíamos a eso de las siete de la tarde desde el sector de Sopesa. Había que estar muy atento y ser un excelente vigía porque donde se veía una mancha en el mar era el lugar en que estaba el cardumen", recuerda Patricio, actualmente de 62 años, una edad que él mismo asegura con humor "no los represento".
Hacia talcahuano
Nacido en Villarrica (desde pequeño pescaba salmones y truchas en el lago con su padre usando la técnica de la red; su madre, Fresia Delgado Trobianni, era argentina, cuya familia venía desde Río Negro), sus ganas de moverse lo llevaron primero a Talcahuano, gracias a que un amigo lo convenció de que fuera a trabajar en un barco pesquero.
"Tenía 18 años y me fui solo, porque siempre me ha gustado andar solo y no tenía miedo de irme de Villarrica. Trabajamos harto, salía harta anchoa, y la verdad que fue una excelente experiencia", reconoce Patricio Garrido, quien justo antes de comenzar a trabajar en la Octava Región en la pesca tuvo que hacer el servicio militar en los años 1973 y 1974.
"Como éramos puros cabros chicos y sin experiencia nos dejaban en los cuarteles. Nunca salimos a la calle, porque eso estaba destinado a los más grandes, a los militares con más experiencia. Nosotros con suerte sabíamos manejar un fusil", recuerda sobre su experiencia en el servicio militar mientras comenzaban los primeros años de la dictadura.
A otro puerto
Pero la experiencia en Talcahuano se terminó y en 1978 Patricio Garrido emigraría aún más al norte de su natal Villarrica. Su destino sería ahora San Antonio, otro puerto en el que podría mantener su oficio de pescador.
"Nunca pensé que me quedaría para siempre acá porque yo vine solamente por trabajo, era mochilero, andaba de acá para allá, pero me fui quedando porque acá la pesca estaba buena", explica.
Pero el destino quería que echara raíces en este puerto. Acá conoció a su mujer, con la que tuvo cuatro hijos: Carolina (30 años), María José (27), Juanita de los Ángeles (25), y Patricio (24), el único varón.
Incluso, en San Antonio tuvo la oportunidad de seguir haciendo uno de los pasatiempos que más le gustaba por esos tiempos, que era jugar fútbol. "Era puntero izquierdo, lo que se decía el 11. Mi estilo de juego era algo así como Beausejour en la selección, tirando hartos centros para el centrodelantero. En Villarrica jugué desde chico en el Unión Villarrica, y acá tuve la oportunidad de jugar en el club Juan Aspeé", hace memoria futbolística.
Cambio en el oficio
En la década de los noventa Patricio vivió en carne propia la baja en los ingresos en el trabajo de la pesca, por lo que tuvo que reinventarse.
"Hasta 1993 trabajé en la pesca industrial en el barco llamado 'San Pedro'. Fueron buenos años y tengo lindos recuerdos de aquellos tiempos saliendo desde el puerto de San Antonio", asegura con orgullo.
De forma autodidacta aprendió a hacer esculturas en madera (su padre también fue artesano, y más de una vez lo vio trabajar), oficio que realiza hasta el día de hoy en un taller que montó en su casa que se encuentra en el sector del puente colgante de Bellavista, donde vive hace un poco más de una década.
"Tenía que tener trabajo porque tenía cuatro hijos y comencé a realizar esculturas en madera. Fui aprendiendo de a poco hasta que ya pude armar figuras como tiburones, peces, delfines, cocodrilos, albacoras, incluso yugos para dominar a los bueyes", cuenta Patricio, quien salía a vender sus productos por el sector del paseo Bellamar y la caleta Pacheco Altamirano. Los mejores días de ventas ocurrían en el verano, y durante el año las ventas bajaban un poco.
Poca madera
Uno de los pocos inconvenientes, eso sí, que tiene para desarrollarse en la artesanía en madera es que no cuenta con la cantidad de materia prima que se deja ver por sus tierras sureñas.
"Actualmente estoy trabajando con pino ciprés, el que tengo que ir a buscar y pedir en parcelas o algunos pinos que bota la mar en el sector de la avenida del Mar, o también lo que hay al lado de la desembocadura del río Maipo. Acá no es como en el sur que está lleno de madera nativa, donde por ejemplo con arellano se hacían estribos de huasos", reconoce con un poco de resignación.
Patricio Garrido asegura que una de sus creaciones puede estar lista dentro de un plazo de 15 días, dependiendo de las medidas. "En ese tiempo se puede hacer un buen trabajo. Me solicitan esculturas a pedido y trato de que queden lo mejor posible, para que el que la compra se lleve algo bien hecho", comenta el artesano desde su taller ubicado en el puente colgante de Bellavista, el lugar donde a sus 62 años se gana la vida gracias a la madera y a su talento.