La meteórica carrera de Sofía Molina, la pequeña cartagenina prodigio del violín
La niña de 10 años cursa el quinto básico en el colegio Espíritu Santo y el tercer año de violín en el Conservatorio de Música de la Universidad Mayor. En todas partes sorprende por su talento innato.
Sofía Molina sorprende donde quiera que vaya. Tiene solo 10 años y maravilla a todo el mundo con sus espectaculares presentaciones de violín. A pesar de su corta edad ya cursa el tercer año de la carrera de Intérprete Superior en Violín en el Conservatorio de Música de la Universidad Mayor.
La niña cartagenina y estudiante del quinto año del colegio Espíritu Santo de Llolleo fue descubierta como un prodigio a nivel nacional e internacional a comienzos de este año, por lo que rápidamente fue aceptada en la casa de estudios superiores.
En enero fue vista por el director de orquesta Vicente Toscana, quien se contactó con sus padres vía Facebook y los presentó mediante correo electrónico con Dorian Lamotte, un maestro francés de este instrumento, que, junto a una comisión de expertos mundiales, dio el visto bueno para su ingreso a la universidad.
Han sido meses "vertiginosos y mágicos", describe su padre, Jorge Molina. El músico y docente del mismo colegio donde Sofía cursa la enseñanza básica no oculta su orgullo ante el talento y la meteórica carrera de la pequeña.
Comienzos
Jorge Molina fue quien -casi por casualidad- descubrió el enorme potencial de su hija y la ha ayudado a convertirse en la estrella que es hoy.
"Cuando tenía entre cinco y seis años le empecé a presentar distintos instrumentos. Como yo era músico quería involucrarla en este mundo. Lo primero fue un teclado, luego una flauta. Le gustaba todo, pero le gustaba más cantar. Esa era su pasión en un primer momento. Lo hacía muy bien, es muy afinadita", cuenta Jorge.
Todo cambió cuando tuvo por primera vez un violín entre sus manos. "Le gustó como sonaba. Le expliqué cómo se tomaba y lo hizo como si lo hubiera hecho antes. Me llamó la atención inmediatamente, porque los niños agarran el arco y el primer sonido es como el aullido de un gato. Es algo natural. A todos los estudiantes les pasa, pero a Sofía no, tenía la destreza precisa", prosigue.
Era agosto del 2014. Ella tenía solo siete años y no duró en ingresar a la orquesta de su colegio.
"Se sentaba en una silla y sus pies ni siquiera le llegaban al suelo", revela.
"A medida que iba pasando el tiempo, yo le iba exigiendo más, porque ella quería aprender más. Al principio hacíamos canciones del colegio, pero a nivel familiar, no las mostraba en ninguna parte. Después empezó a sacar otras cosas: temas de Michael Jackson y Coldplay. También hicimos algo clásico y le gustó. La enseñé a leer música", continúa su "chocho" padre.
Sus primeras demostraciones en público tuvieron lugar en la comuna de Cartagena. Fueron a Lo Abarca, a una serenata de la Virgen y a un hogar de ancianos donde por suerte para ellos los vio una dirigente social, que más tarde los invitó a presentarse en la inauguración de la plaza de Lo Zárate.
"Para nosotros era un desafío, pero nunca pensamos lo que se vendría después", relata Jorge.
Reconocimiento
Ya era diciembre del 2016 y Sofía comenzaba a conocer lo que eran las ovaciones de pie.
Entre los asistentes a la inauguración estaba el alcalde de Cartagena, Rodrigo García, quien se comprometió a ayudarlos.
"Después nos llamaron del Departamento de Cultura de Cartagena para tocar cinco días en la Feria del Libro. Ahí empezó todo, fue una vitrina tremenda. La Sofía se robó la película otra vez. Terminamos y se nos acercó don Sergio Velasco. Fue un día viernes, y para el día siguiente nos invitó a una gala de Pensar Chile".
Allí, en el centro de estudios de San Antonio, "dejó la escoba", describe su papá.
"Nosotros estábamos al final. Iban a estar varios músicos y nosotros quedamos para el último. Cuando entramos la gente pensó que haríamos cosas de colegio, pero Sofía sorprendió tocando una danza húngara. Todos quedaron 'para adentro'. Causó impacto", añade. Nuevamente hubo aplausos de pie.
Universitaria
Entre los asistentes había dos personas clave para impulsar su talento: el mencionado director de orquesta que la recomendó para que entrara a la universidad y un ex funcionario del gobierno de Eduardo Frei, que tenía los contactos necesarios para gestionar una importante función con una organización internacional.
-Vamos por parte, ¿cómo se gestionó el ingreso a la U?
-Vicente Toscana, que es director de orquesta de Valparaíso, nos dijo que nunca había visto a una niña como ella y que era una prodigio. Nos recomendó un violinista francés para que la escuchara. Le hicimos caso. Fuimos a Santiago, nos entrevistó y luego fue a dar la prueba de admisión. Había varios postulando y quedó en un grupo de tres personas. Y por sus habilidades la dejaron inmediatamente en tercer año.
-¿Cómo fue esa experiencia?
-Ahí nos pasaron cosas muy lindas. La universidad estaba llena. El patio estaba lleno. Había mucha bulla, porque la sinfónica venía llegando de vacaciones y estaban todos, pero nosotros teníamos que calentar. Nos pusimos ahí, en el patio, no nos quedó otra. Fue muy bonito para nosotros, porque de pronto había un silencio. La estaban mirando a ella y cuando terminó la aplaudieron mucho. Eso fue justo antes de entrar a dar el examen, así que fue muy alentador.
Entre los evaluadores había un experto ruso y el mencionado académico francés. Con la compañía de su padre, Sofía debía interpretar un tema por no más de tres minutos. Sin embargo, la dejaron acabar con la pieza musical. Los jueces no creían lo que estaban viendo. Uno de ellos sacó su celular y comenzó a registrar la performance.
-¿Cómo le ha ido hasta ahora?
-Esa es otra cosa inusual. Se ha sacado solo sietes. Sus profes y compañeros están felices con ella. Si fuera por ella no iría al colegio, solo a la universidad, pero no se puede.
Sofía es de pocas palabras. Muy tímida, pero según su papá todo eso queda de lado al momento de subir al escenario.
"Me gusta mucho tocar el violín. Quiero ser violinista", dice escuetamente.
Museo nacional
En la misma presentación en Pensar Chile, a comienzos de año, la vio un ex funcionario del gobierno de Eduardo Frei. El hombre, como muchos de los asistentes, se comprometió a ayudarla.
La promovió para que fuera parte de los artistas que se presentaron en la Cuenta Anual del National Museum Women in The Arts (Museo Nacional de Mujeres Artistas) en Chile, que se hizo en la Embajada de Perú.
La niña tuvo una fugaz aparición en El Mercurio, donde también destacaron su capacidad. Diplomáticos de distintas partes del planeta se acercaron a la familia para ofrecer su cooperación. Todos intuyen que grandes cosas se vienen para la joven cartagenina.
"Habíamos investigado un poco de qué se trataba, pero no teníamos idea que era algo tan internacional y que habría mucha gente de elite. Entre todas las cosas que nos pasaron, una de las más emocionantes fue con la soprano Verónica Villarroel", detalla Jorge Molina.
-¿Qué les pasó?
-Le dijo en italiano: "Tienes que ayudar a tus padres, porque ellos te están ayudando a ti. Yo me hice cargo de los míos". Ella nos estaba diciendo en el fondo que la ve con proyección mundial, que será una artista de su talla y eso es un tremendo halago.
Mientras llegue ese momento, Sofía sigue preparándose con mucho rigor. Estudia entre cinco a seis horas al día. Complementa sus cursos en la universidad con los del colegio. Se distrae yendo al cine y jugando.
"No quiero proyectarnos mucho por ahora. Vamos a seguir disfrutando en la medida que nos están pasando las cosas, porque todo ha sido muy rápido y muy mágico para todos", finalizó el orgulloso padre de Sofía Molina Vargas.