Trabajador dijo adiós a 35 años en las ferias libres de San Antonio
En la venta de frutas y verduras, Humberto Silva, encontró la forma de reinsertarse en el mundo laboral después de la quiebra de la pesquera en que trabajaba. En la feria conoció un mundo donde vivió los años más felices.
Humberto Silva Santander, a sus 75 años, mira una fotografía antigua y se ve joven junto a su hermano Erasmo en plena faena en la feria libre de Barrancas.
Era el año 1984, su hermano tenía el pelo negro, a él aún le quedaba algo de cabello, el kilo de papas estaba a 10 pesos, los limones a $20 el kilo e igual cantidad de plátanos se podía conseguir por $40.
"¡Shuu! ahí uno se da cuenta como ha pasado el tiempo", dice Humberto y se acomoda el jockey como no queriendo creer que de esa imagen algo descolorida ya han pasado 33 años.
Hoy este sanantonino, avecindado en el sector de Bellavista, dio vuelta la página y dijo adiós a las ferias tras 35 años de trabajo ininterrumpido.
Una labor que le permitió sacar adelante a su familia compuesta por su señora Rosa Carreño y sus hijos Humberto y Rossanna. Un trabajo que hoy le permite disfrutar de sus 6 nietos y una bisnieta. Labor cumplida.
En su oficio como feriante e integrante del Sindicato N° 1, conoció a generaciones de sanantoninos que habitualmente se abastecían en estos lugares. Su puesto en la feria fue la tabla a la que se aferró después de haber quedado cesante tras 19 años de labor en la pesquera Harling.
Hoy, en pleno 2017, decidió colgar los botines, como diría un futbolista.
"Es que noté que ya me estaban cansando las levantadas temprano, el andar cargando sacos y todo eso. En algunos momentos me había propuesto llegar hasta cierta edad en mi trabajo. Lo conversé con mi señora y dije: hasta aquí nomás llego", señala al momento de la evaluación del paso al costado que dio.
Comenta en este momento que, día tras día, se levantaba a las 2 de la mañana para emprender el viaje a Santiago a abastecerse de productos para después venderlos en su puesto. Cuando ya estaba provisto de frutas y verduras, a las 4 de la mañana comenzaba con su jornada laboral.
"En esta pega hay que estar temprano en pie, como a las 6 de la mañana estábamos armando el puesto asignado y antes de las 8 todo estaba listo para la venta. Había un momento donde parábamos un ratito para tomar desayuno. Aún me acuerdo que con mi hermano nos hacíamos unos sánguches con lo que le llamamos el "jamón de los pobres" que era un tomate en rodajas, acompañado de ají verde y cilantro. Cuando había más plata le poníamos alguna cecina por ahí. No tenía un horario fijo de alimentación pues le dábamos a la pega hasta las 15 horas. Desmontar, ordenar, guardar lo que sobró y limpiar era otro tanto. Como a las 17.00 estaba en la casa y ahí había que dejar todo listo para el otro día. Ahí me podía relajar un rato", comenta al instante cuando se le consulta sobre la rutina diaria que practicó durante largos años.
Esfuerzo
Humberto Silva nació el 3 de mayo de 1942 en San Sebastián, Cartagena, cuando sus padres llegaron del campo a dicho lugar. De joven jugó mucho fútbol, uno de sus deportes favoritos, en el Club Lauro Barros y Barrio Unido. A los 14 años de edad dejó de estudiar y se fue a trabajar con sus abuelos al campo. Sus tíos le enseñaron a arar la tierra, ponerle el yugo a los bueyes, cegar el trigo con la hechona y todas las demás labores propias de la tierra. En 1960 regresó a San Antonio e ingresó a una de las industrias más grandes y modernas de la zona: la pesquera Harling que posteriormente se llamó pesquera Chile.
También fue dirigente del Sindicato Industrial en calidad de secretario desde el año 1970 hasta 1979. "Compartí con grandes dirigentes hasta que la empresa fue rematada. En 1982 me ofrecieron, por intermedio de un amigo, trabajar en la feria. No lo pensé dos veces y acepté, ya que por esos años era difícil conseguir trabajo debido a la situación política que vivía el país. Me acuerdo que a los 3 meses de trabajo me quise retirar, ya que como novato en la venta de verduras no tenía ideas claras sobre el tema. Al final perdí el capital para trabajar. Recibí consejos de mis colegas para seguir. El problema que se me presentó fue que no tenía dinero para seguir. Por suerte, un tío me prestó plata para continuar trabajando. Ahora que lo pienso, pagué caro el noviciado, pero aprendí cómo había que comprar para poder vender", rememora.
-¿Cómo se interesó en ser dirigente?
-Cuando ingresé a la feria se hacían reuniones para tomar acuerdos de mantenimiento. Eso era presidido por un cuerpo de delegados. En una reunión propuse la idea de formar un sindicato ya que tenía experiencia en la parte sindical. En un principio hubo mucho rechazo por parte de algunos colegas por el temor que existía bajo el régimen militar. Cuando se tomó el acuerdo de formar la organización se propuso llamarlo Manuel Rodríguez. Para esa época era un nombre muy fuerte.
-¿Y qué pasó?
-Lo llevamos a votación donde se impuso el nombre. Así comenzamos con el sindicato el 7 de septiembre de 1983. Fue ministro de fe el inspector del Trabajo, Marcelino Valdebenito. Los dirigentes electos fueron Raúl Maturana, presidente; Humberto Silva, secretario y Manuel Contreras, tesorero.
Trabajar en la feria marcó a fuego a este sanantonino, al punto que su hijo continúa con la tradición. "Haber trabajado 35 años en este rubro fue una experiencia muy enriquecedora. Les agradezco a todos mis colegas por el apoyo que me brindaron para salir adelante. Me llevo un gran recuerdo de todos y cada uno de ellos, por haber sido tolerantes y respetuosos con mi persona, por haberme tratado con caballerosidad y el respeto que siempre me mostraron. Agradezco también a quienes durante todo este tiempo fueron mis fieles clientes, los tendré siempre en mis recuerdos".
-Humberto ¿cuesta quedarse en la casa, después de tantos años trabajando?
-Sí, a veces uno extraña el contacto con la gente, pero ¿sabe qué?, cuando me levanto por las mañanas y me doy cuenta que no tengo que ir a trabajar, no me arrepiento, jajajaja.