David Muñoz Castillo
Huracán es un club de tradición, de un amor por una camiseta que se traspasa de generación en generación. Todavía en sus filas persisten los herederos de aquellos trabajadores del molino González Soffia, donde nació la institución. Hoy están los nietos, los bisnietos y hasta los tataranietos de esos hombres en la tienda de la calle México.
El apellido Carrera es sinónimo de esa tradición que arrancó en 1925. La familia llolleína es parte de una estirpe que se prolonga en el tiempo y que tiene herederos. Todo partió con Juan de Dios, siguió con José Miguel y sus hijos Marcelo y Juan Pablo se encargan actualmente de extender el legado.
"Pateco", como es conocido en las canchas el central y profesor de Educación Física del colegio Espíritu Santo, es un incondicional de la tricota colorada, aunque admite una breve "infidelidad" de dos años.
"Es una cuestión hereditaria, mi abuelo siempre estuvo involucrado en el Huracán, como presidente; después mi papá también fue presidente. Creo que por ahí va el camino de nosotros, hacernos cargo de la institución como lo han hecho las generaciones anteriores", proyectó para su futuro Juan Pablo.
El defensor le traspasa el legado a sus hijos Lucas y Diego, de 6 y 8 años. "Estamos en la etapa de estimularlos y meterlos más adelante en la escuela de fútbol".
Por su profesión, como profesor de Educación Física, Juan Pablo aporta en el crecimiento de sus dos hijos y los trata de encausar por el camino del deporte, que tiene como destino llegar a Huracán, para seguir con esta tradición familiar
"Es una visión diferente que uno tiene del tema, que mantengan la tradición, pero también que crezcan como personas y deportistas. La idea es ir paso a paso, que se vinculen con el club. Los llevo a la cancha, para que conozcan el recinto, cómo funciona el tema deportivo", contó.
Para Juan Pablo llegar al recinto de la calle México es como ir a su casa y ese sentimiento de pertenencia se lo trata de enseñar a sus dos pequeños hijos.
Su padre, José Miguel, es el más acérrimo hincha de sus hijos y ahora de sus nietos. "Mi papá siempre nos apoya, va a todos los partidos, va a ver a mis sobrinos y después cuando los míos vayan a la escuela de fútbol también se dará la oportunidad de verlos crecer, como van llevando esta tradición", proyectó sobre el futuro de sus retoños.
"Pateco" tiene una cosa clara: "tenemos que mantener el legado de los Carrera, que sigamos vigentes".
Debut tardío
Juan Pablo llegó a los 7 años a la escuela de fútbol del club, que estaba a cargo de "Nano" Acevedo.
Todo su proceso formativo Juan Pablo lo hizo en el club y pasó por todas las series. Su ascenso a la serie de honor de los rojos se dilató en el tiempo por una serie de factores y prioridades que tomó el defensor.
"Subí como a los 25 años. Fue tarde. Jugaba en segunda, pero después empecé a mejorar mi nivel y a mejorar la parte física. Después fui titular y capitán del equipo", explicó.
Sus estudios universitarios en Playa Ancha influyeron en su tardío debut por el honor. "No tenía el tiempo para ir a jugar. Cuando salí de la universidad , me dediqué más a jugar por Huracán".
La competitividad que se vive en el fútbol amateur entre los distintos clubes también se experimenta al interior de los planteles, donde la lucha por ganarse un puesto es encarnizada. "Es como un proceso, yo partí desde abajo y ganarse un puesto es complicado. Cuando se presentó la oportunidad de ir a una Copa Anfa, entrenamos todo un verano y ahí llegue al primer equipo".
Juan Pablo recordó que "antes en Huracán era más difícil, con jugadores que llevaban más tiempo y como uno era más joven costaba ganarse un puesto. Además venía gente de afuera, algunos de la Segunda División, otros del SAU, era complicado", admitió.
"Pateco" tenía un objetivo, se lo planteó e hizo todo lo necesario para ganarse un lugar en la oncena estelar de Huracán. "Fue un esfuerzo de mi parte, me predispuse a llegar a eso", contó.
En su infancia Juan Pablo no abrazó la idea de ser un profesional del fútbol. "Jugaba, pero no destacaba", y cuando se tomó más en serio el deporte ya era tarde para iniciar una carrera. "En cadetes era del montón, después me gané un puesto, me llamaron dos veces a las selecciones de San Antonio (2010 y 2013). Como comencé tarde eso me permitió jugar hasta los 37 años en la primera adulta", explicó.
Como buen profesor de Educación Física, Juan Pablo predica con el ejemplo. "Me mantengo bien físicamente hasta el día de hoy, me preocupo de hacer ejercicio, de mantenerme", relató sobre algo que considera como un "hábito".
La decisión más difícil
Juan Pablo Carrera seguía la tradición familiar y defendía a Huracán, pero algo no estaba bien. Sentía la necesidad de pelear por logros deportivos y en la institución llolleína no se daba la oportunidad.
Tomó una drástica decisión que hasta hoy algunos en el club rojo le recuerdan.
Cuando tenía 30 años se fue a José Luis Norris tras un sueño: levantar una copa.
"Cuando tenía como 28 años, Huracán tuvo un bajo nivel, en la primera se fueron varios jugadores por algunos conflictos. Esperé un año, porque decían que el equipo iba a mejorar, que todo iba a cambiar, pero todo siguió igual, hasta en algunos partidos rellenaban con unos superseniors", esgrimió sobre las razones que lo llevaron a partir del club de toda su vida.
Juan Pablo necesitaba una motivación para jugar. "Sentía que estaba bien y existía la posibilidad de irme a otros clubes, que estaban en un mejor nivel y justo el Norris estaba peleando, cuando fue a la Copa Anfa. El 'Pato' Montecino con el 'Coco' Espinoza me empezaron a buscar. Al final del segundo año, como esperé y no cambió nada, tomé la decisión".
-¿Fue muy difícil ese cambio?
-Fue difícil, porque además era el capitán. Nunca dije que no iba a volver, avisé que me iba dos años al Norris, que en ese tiempo era como el archirrival, por eso fue peor para algunos. Nos fuimos varios, el "Chico" Rojas, el Badir (Reyes), pero fue por un tema deportivo. Soy sumamente competitivo en lo que hago y me interesaba seguir mejorando. Como estaban en la copa me quise ir y como la dirigencia no cumplió me fui.
En aquellos tiempos la permanencia mínima de un jugador en un club era de dos años, por eso Juan Pablo se dio ese plazo para volver a su querido Huracán. "Me fui al Norris y logré lo que quería, porque nunca había salido campeón en primera y fui a la copa. Eso era lo que me faltaba. Estuve como 5 años en la primera de Huracán y siempre salíamos segundos. Cuando el equipo se echó a perder, olvídate. Salí campeón con el Norris y volví a Huracán", rememoró sobre su paso por los verdes.
Aunque siempre su padre lo apoyó en sus decisiones la partida al Norris no fue compartida. "No quería que me fuera, sabía que estaba la tradición de la familia, pero también entendieron lo que quería".
-¿Casi te deshereda?
-Claro (ríe), si algunos en Huracán todavía no me perdonan, todavía me preguntan porqué me fui, pero uno tiene que aceptar los costos cuando toma decisiones y fue por un tema deportivo, salir campeón en primera, lo hicimos invictos, le ganamos a Balmaceda la final. Nada que decir, no fue en vano irme.
Con 32 años retornó a su casa y asegura que "no me voy nunca más". Su retorno también marcó un renacer de Huracán, que recuperó su protagonismo en la competencia local y también a nivel regional con grandes campañas en la Copa de Campeones, como la semifinal de 2012.
Hoy Juan Pablo está dedicado al equipo de los seniors. "Hay que darle espacio a la gente que viene desde atrás", justificó su determinación de actuar solo por los viejos tercios.
Para los rojos esta es una campaña de transición, después de varios años de luchar por el torneo. "Este es como un año de receso, le pasa a cualquier equipo que llegó arriba por varios años. Empezamos mal en el comienzo, pero ya retomamos el buen nivel, estamos repuntando en la tabla de posiciones y hemos ganado partidos importantes", resumió sobre el presente de los seniors de Huracán que marchan séptimos en la tabla de esta categoría por el Oficial de la Puerta del Pacífico.
"Creo que en la segunda parte del campeonato vamos a andar mejor, porque no tenemos que rearmar el equipo. Es un buen plantel, nos faltaban algunas piezas, pero las trajimos. Nos faltaba el gol, no estábamos mal de la mitad hacia atrás, pero los partidos se ganan con goles", explicó respecto al desempeño del equipo.
Solo perdieron dos partidos en esta primera parte del torneo y asegura que van en ascenso. Juan Pablo se ilusiona y no pierde ese sentido de la competencia que lo llevó en algún momento a tomar drásticas decisiones. Ahora, con sus metas cumplidas, se enfoca en Huracán y no descarta seguir los pasos de su abuelo y de su padre: no solo ser un aporte en la cancha, sino que también desde la dirigencia.