La intérprete del festival: "La moda del lenguaje de señas duró solo un rato"
Marcela Muñoz, que hoy vive en Santo Domingo, se hizo popularmente conocida por reproducir la rutina de la comediante Chiqui Aguayo, quien con un humor subido de tono se llevó las gaviota de oro y plata en el Festival de Viña del Mar.
Marcela Muñoz Bravo (27) quedó en la historia del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar 2017, al convertirse en la primera intérprete de lenguaje de señas que incluye la organización del certamen en la transmisión televisiva.
Un importante avance de inclusión con la comunidad sorda de Chile y Latinoamérica que no estuvo exenta de polémica, sobre todo porque reprodujo una de las rutinas humorísticas más obscenas, como la calificaron los especialistas.
La "Marce", como le dicen sus cercanos, fue contactada una semana antes de la obertura de este certamen por la productora del evento a expreso pedido del director general del festival, Alex Hernández.
"Yo había conocido a Alex unos meses antes por el humorista Rodrigo González. Él quería hacer un show con una intérprete para llegar a las personas sordas. A mí me costó un poco aceptar la oferta porque mi personalidad va más por otro lado. Soy un poco tímida y más formal", afirma quien es hoy es una nueva vecina del sector rural de El Convento, en la comuna de Santo Domingo.
Luego de meditar una y otra vez este desafío profesional, Marcela decidió aceptar este "pituto" y finalmente se presentó junto a González en el Teatro Nescafé de las Artes, ubicado en Providencia, Región Metropolitana.
Hasta ese entonces, esta profesional solo había incursionado en los noticieros de los principales canales de televisión del país.
"Siempre me había negado a interpretar humor, musicales, canciones porque siento que no son lo mío. Quizás también me sentía un poco insegura, porque saber este idioma es muy distinto a interpretarlo. Yo con las señas tengo que expresar lo que quiere decir el otro y muchas veces eso cuesta mucho; pero había que tomar el desafío", agrega moviendo sus manos automáticamente.
Tras el evento de Rodrigo González, Alex Hernández le pidió su número de celular. Ella no sabía para qué.
A poco de comenzar una nueva versión de este festival, Marcela fue contactada por la productora del Festival a pedido de su director general para fuera una de los dos intérpretes que acompañarían la transmisión televisiva cuando el humor tuviese su turno en este espectáculo.
"Me entregaron el libreto de la 'Chiqui' Aguayo una semana antes de que comenzara el festival. Lo leí no sé cuántas veces. Me lo aprendí bien y vimos junto a mi compañero las mejores formas de interpretar aquellos chistes que eran bastante obscenos", describe.
Los memes
Daniela Aguayo es una más de los exponentes del stand up comedy o comedia en vivo, en el que el o la humorista interactúa con el público mientras desarrolla su rutina.
La performance de la "Chiqui", como es comediante, fue una de las más comentadas en la última edición de este festival por sus chistes de alto calibre.
En la ocasión, la comediante habló de un lunar peludo en su vagina, de sexo oral, entre otros tópicos que Marcela debió reproducir por medio de gestos.
"Sabía a lo que iba. Mi compañero el día anterior salió con Juan Pablo López y tuvo que hacer un gesto del indio pícaro. Se llenó de memes y sabía que eso me iba a pasar a mí también", comenta.
Y efectivamente. A medida que transcurría la rutina, numerosos comentarios destacaron el trabajo de esta hoy santodomingana.
"Gaviota de plata, oro, platino, cobre y unas de verdad para la Mujer del Lenguaje a señas". "Lenguaje de Señas, Lejos lo mejor". Fueron el tenor de los comentarios que circularon en Twitter y el resto de las redes sociales.
"Era un gran desafío para mí. Así me lo tomé. Sentía que tenía que hacerlo porque pese a que tengo una corta edad mi carrera ha sido muy rápida. Estuve cuatro años en televisión y trabajando en varios lugares", confiesa.
Marcela añade que "cuando me ofrecieron la pega dije que no, porque pensé en mi hijo que tiene tres años, en mis horarios de trabajo y por lo mismo sabía que sí tomaba la pega tendría que sacrificar algunas cosas. Lo pensé mucho y decidí aceptar porque era hora de ponerme a prueba".
-¿Sentiste vergüenza?
-Sí. Antes me daba mucha vergüenza, pero tengo que ser profesional y ser capaz de interpretar lo que la "Chiqui" quería decir, con mi compañero lo hablamos y los gestos que realizamos había que hacerlos porque esa es la mejor forma. Sabía que tenía que convertirme en la "Chiqui" Muñoz.
-¿Qué pasó al otro día de la presentación de la comediante?
-Recibí muy buenas críticas de mis colegas y estaba contenta por eso. Los medios de comunicación se volcaron a mi lugar de trabajo para preguntarme de los "gestos obscenos", de cómo lo había hecho y esas cosas. Al principio me lo tomé súper bien, porque era una forma de hacerme conocida. Pero después me empezó a molestar. Se hablaba de lo superficial, de los gestos "ordinarios" (recalca con sus manos), que siempre buscan comunicar- y no del fondo, del trabajo que hay, de la preparación y de cómo partí en esto.
Las manos que enseñan
Marcela vivió gran parte de su vida en la comuna de La Reina, en la Región Metropolitana.
Estudió en el Liceo Pedro de Valdivia, de la comuna de Ñuñoa, y cuando cursaba segundo año medio llegaron al recinto educacional 20 alumnos sordos, tres de ellos fueron sus compañeros de clases.
"Me llamaba la atención su idioma y lo aprendí. Me demoré tres meses en dominar en parte este lenguaje. Así me pude comunicar con ellos, conocerlos más y ayudarlos a comunicarse. Después de un tiempo los profesores me pedían que los ayudara para que comprendieran lo que querían decir los profes", recuerda.
-¿Qué pasó cuando saliste del colegio?
-Me llamaron para trabajar como intérprete junto a la educadora diferencial del colegio. Antes ya había ayudado a mis compañeros en sus disertaciones y trabajos, pero ahora era distinto. Yo salí del colegio y tuve que volver a ver lo mismo que ya había estudiado. Quería que les fuera bien y por lo mismo me involucraba mucho con ellos. Me estresé en un momento, porque pasamos de 29 personas sordas a 40 y yo estaba sola, porque a los meses renunció la otra educadora.
-¿Cómo ha sido este mundo de las personas sordas?
-Bonito, muy gratificante. A veces me cuesta darme cuenta de lo que hago, de la importancia de mi trabajo y cuando lo hago me siento contenta. También uno conoce a gente distinta, muy diferente a una que sí puede oír. Ellos (los sordos) son literales. No hay puntos medios. Es blanco o negro, porque de alguna forma su lenguaje es un poco reducido, pero me siento feliz de ayudarlos. Me siento feliz siendo un puente comunicacional.
-¿Hay más interés de utilizar intérpretes en los eventos masivos y televisión?
-Después del Festival de Viña, la "Chiqui" Aguayo me contactó para presentarme con ella en el Monticello. Fui dos veces y listo. Rodrigo González no siguió con un profesional de las señas. Luego del boom del lenguaje de señas en el festival, esto se acabó. La moda del lenguaje de señas duró solo un rato, como todas las modas. Ojalá eso cambie y verdaderamente haya inclusión con las personas sordas.