Entre combos, patadas y marraquetas sanantonino se abre camino en EE.UU.
Camilo González emigró a Nueva York en busca de nuevas oportunidades y con el objetivo de perfeccionarse en kickboxing y muay thai.
La vida para Camilo González (26) ha sido más de agraz que de dulce. Desde pequeño debió soportar el bullying y la violencia intrafamiliar que lo obligó a abandonar su hogar a la temprana edad de 13 años.
"Un amigo me dio alojamiento. Yo le llevaba el pan y le daba dinero semanal para comida o luz. Decidí irme de mi casa a temprana edad ya que sufrí desde muy pequeño el maltrato infantil en mi casa y bullying. Mis papás me comenzaron a buscar para regresar, pero yo odiaba estar ahí", confiesa este ex vecino de la población Sor Teresa, en la comuna de San Antonio.
Debido a su baja estatura, González afirma que siempre fue el blanco de burlas tanto de su familia como de sus compañeros en el colegio.
"Comencé trabajando en la panadería de José Miguel Morales, quien me pagaba los sueldos y siempre me ayudó. Él me decía yo te pagó y tú ves lo que haces. Como era joven caí en el alcohol, me desordené, pero después cambié", reconoce este sanantonino que ahora vive en Nueva York.
González detalla que a medida que pasaban los años el bullying no cesaba al igual que el maltrato en su núcleo familiar y, por lo mismo, vio en estas situaciones dos reales motivaciones para practicar artes marciales.
"Comencé a entrenar muay thai hace 5 años en el club Muay Thai San Antonio con el nahy Marcelo Sánchez. La verdad es que al principio no asistía mucho por mi trabajo, pero ya entrenando en serio, muy en serio, llevo un año. Esta disciplina la empecé a practicar por algo muy personal. Yo soy muy bajo de estatura y toda mi vida sufrí de bullying en el colegio y hasta después de este", describe González, de un metro y 57 centímetros.
Así fue como este sanantonino se internó en el mundo de las artes marciales sin saber que llegaría a EE.UU. para debutar arriba de un ring.
"Como yo trabajé muchos años de panadero y aprendí harto sobre este oficio, un día estaba almorzando y mi ex jefe me preguntó si quería venirme a trabajar a Estados Unido de panadero. Así que como yo no tengo hijos, no soy casado y estaba completamente solo, le dije que sí. Hicimos los trámites y en dos semanas estaba acá en Long Island, en Nueva York. Trabajo en una panadería donde también preparamos comidas", agrega.
En el "país de las oportunidades" lleva un año y tres meses y asegura que no ha sido fácil empezar de cero tanto en el ámbito laboral como del muay thai y kickboxing
"A pesar de trabajar todos los días no me iba muy bien al principio, no tenía plata, estaba bajo de peso y no conocía a nadie, así que decidí que era mejor devolverme a Chile y en eso me contactó mi actual entrenador, Dago Vega, y me dijo que fuera fuerte y que entrenara en su gimnasio. Así me pude ir estabilizando un poco más", cuenta.
Desde ese entonces González y Vega han cultivado una gran amistad dentro y fuera del ring, lo que le valió al sanantonino llegar de mejor manera a su primer combate sobre el cuadrilátero.
"La pelea de ayer (lunes) era de kickboxing que es muy parecido al muay thai. Estaba nervioso, pero confiaba en lo que podía hacer por todo lo duro que entrené. Enfrenté a un puertorriqueño que tenía tres peleas y yo no tenía ninguna. Lo estudié mucho y conecté muchas patadas bajas y gané", cuenta contento desde Long Island.
"Ahora tengo que seguir luchando acá en EE.UU.", remata este panadero y peleador sanantonino de artes marciales.