Puro lujo y buena onda: así es por dentro el último crucero que llegó a San Antonio
Tal como se tenía programado, el buque con mil 180 pasajeros recaló sin problemas pasadas las 8 de la mañana de ayer. Diario El Líder tuvo acceso al interior de la nave y a las excentricidades a bordo.
Jesús Farías Silva - Jesús Farías Silva
El crucero de origen italiano "Aida Cara", de poco más de 193 metros de largo, apareció poco antes de las ocho de la mañana frente a la costa de San Antonio.
Su recalada en el terminal de pasajeros de Puerto Central marcaría historia al ser el cuarto buque turístico de lujo en llegar a la comuna.
En cada de uno de sus lados, unos enormes ojos negros y amarillos daban color a la embarcación. Al frente, en la proa -como se dice en la jerga marina-, dos labios rojos perfectamente delineados entraron a la posa de arribo como si fueran besando las aguas locales.
El atraque fue perfecto. En cosa de minutos comenzó el desembarque.
Seiscientos de los mil 180 pasajeros "salieron para aprovechar las bondades turísticas y gastronómicas de San Antonio y de la zona", según dijo el gerente comercial de PCE, Carlos Báez.
"Hay un grupo de 30 personas que desembarcó con sus bicicletas y comenzó un recorrido hacia Santo Domingo y El Quisco", agregó Báez.
Hoy, antes de la partida, se sumarán otros 130 viajeros al navío.
"Da la casualidad que todos, tanto los que llegaron hoy (ayer), como los que se embarcarán mañana (hoy) son de origen alemán", prosiguió el representante de la concesionaria.
Cerca del mediodía, cuando un importante número de europeos recorría el paseo Bellamar, Diario El Líder obtuvo el permiso para ingresar al "Aida Cara".
Por dentro
Un severo guardia, que hablaba mitad español y mitad inglés, pedía las identificaciones de un reportero gráfico y un "jornalista" -periodista quería decir él -para registrar la visita.
Adentro, el buque no tiene nada que envidiar a un edificio. Un ascensor dorado, con espejos en cada uno de sus costados, nos elevó hasta el octavo piso.
El vaivén del mar ni se notó.
Allí, un bar repleto de vasos y copas lucía prácticamente desocupado. Para entonces, buena parte de los turistas estaba en la cubierta de piscina, en el piso once; o en tierra.
A un costado, sin embargo, había una verdadera fiesta. Un grupo de niños bailaba e intentaba cantar temas infantiles en alemán.
Se trataba de los hijos de los turistas más los pequeños del jardín infantil Jesús Mi Refugio, quienes en una visita al puerto, tuvieron la suerte de ser invitados a conocer el interior de la motonave.
Eran 24 niños, junto a sus apoderados, y un grupo inferior de menores alemanes. El color de sus cabellos delataba la nacionalidad de cada uno. Los padres de ambos grupos intentaban guardar el momento con sus celulares.
"Esto es más que emocionante. Jamás nos imaginamos que pasaría algo así", dijo la directora Virginia Machuca, quien, además de hablar con Diario El Líder, concedió una pequeña entrevista a un par de reporteros alemanes, que produce videos para mostrarlos al interior del crucero.
Marcelo Muñoz, de Puerto Central, aseguró que la visita no estaba programada. Fue una sorpresa y una gentileza del jefe de seguridad de la embarcación, Jorg Silkenath, quien aprovechó el momento para tomarse "selfies" con los niños chilenos.
El hombre dijo en inglés que había sido "un buen recibimiento" y que antes de zarpar esperaba conocer parte de San Antonio.
Los lujos
Los pequeños sanantoninos probablemente no notaron que en el resto del nivel en que estaban, el suelo lucía impecable y completamente cubierto de una alfombra roja y amarilla.
Además del mencionado bar, había una larga lista de mesas y sillones forrados en cuero.
Revistas en alemán y coloridos cuadros también eran parte del espectáculo.
Un escenario equipado con guitarras, una batería y teclados se dejaba entrever detrás de un telón en otro extremo del mismo espacio.
Un piso más arriba, en el noveno, había un cine y una sala de teatro. Un letrero de neón rojo mostraba el ingreso al "theater". Allí mismo había un gimnasio completamente equipado.
En el décimo primer piso, una enorme piscina rodeada de reposeras, completaba el sofisticado escenario al que tuvimos acceso.
Este último nivel corresponde a una terraza al aire libre protegida por altas vallas de seguridad.
Los muchachos del jardín de Villa Italia también pudieron conocer este rincón.
No más de diez turistas se encontraban tomando el sol en este espacio. Ninguno quedó indiferente a la visita, tomaron fotos y saludaron "hello", en inglés u "hola" mientras tomaban fotos con sus celulares.
Así como para los sanantoninos todo era una curiosidad, para los alemanes los sanantoninos lo éramos igualmente.
Los niños no fueron los únicos en ser testigos de algo, hasta ahora, único en la zona.
Reencuentro
Antes, un equipo de la Municipalidad de San Antonio fue testigo de un emotivo reencuentro.
Según informaron desde el gobierno comunal, se trató de un grupo de amigos que llevaba 18 años sin verse.
"El joven chileno Carlos Moreno viajó especialmente de Santiago para reunirse con sus seres queridos alemanes, estrechándose en un cariñoso abrazo", informaron desde el Departamento de Comunicaciones.
"Estoy muy emocionado, y feliz de estar con ellos, contento de esta oportunidad de volver a estar juntos después de tanto tiempo", expresó Moreno antes de abandonar el terminal de pasajeros de PCE.
Carlos Báez, gerente comercial de Puerto Central, señaló que el buque estará en el puerto de San Antonio hasta las 23 horas de hoy.
"Todo se ha realizado de manera ordenada y muy ajustada al itinerario. En esta temporada hay un total de 25 recaladas por tanto vienen grandes desafíos por delante", finalizó.