Joven educadora es reconocida por su labor educativa de calidad
Karen Núñez Silva trabaja en la Escuela de Lenguaje Elum Kimu, donde fue festejada en el Día de la Educación Parvularia por su aporte en la formación de niños con trastornos del lenguaje.
La educadora de párvulos Karen Núñez no para de repetir lo feliz que está tras recibir un reconocimiento por su labor en el Día de la Educación Parvularia, celebrado oficialmente en nuestro país cada 22 de noviembre.
Núñez lleva cinco años de labor en la Escuela de Lenguaje Elum Kimu, establecimiento que la destacó por sus estrategias pedagógicas que apuntan a entregar una educación de calidad a los niños.
Sobre su labor, la joven de 29 años señaló que "nosotros trabajamos con niños con trastornos del lenguaje, por lo que generamos estrategias individuales para que cada uno de ellos aprenda. A través de juegos, cantos, bailes o el uso de la tecnología cada niño va adquiriendo conocimientos y mejorando su lenguaje".
Su vocación
Cuando era adolescente, Karen estaba indecisa entre la danza y la Educación Parvularia. "Una de mis pasiones siempre ha sido el baile y yo quería estudiar eso, pero mi mamá, que es técnico en Educación Parvularia, me convenció que eligiera la educación y no me arrepiento".
Cuando ella comenzó a hacer sus prácticas laborales confirmó su vocación por enseñar: "Me topé con muchas educadoras de escritorio, que no hacían actividades con los niños. En ese momento me dije 'esto no puede ser así' y me planteé sobre qué tipo de profesional quería ser yo".
"Esta profesión debe sentirse, uno debe hacerlo por el amor a educar, por la vocación a que los niños aprendan, se enriquezcan y sean grandes personas y ciudadanos en el futuro", señala convencida.
Más altos que bajos
En estos cinco años de ejercicio, Karen ha descubierto otra dura realidad. "Lamentablemente existe un gran desprestigio hacia los educadores y profesores y muchos creen que el jardín infantil es una guardería, pero no es así".
Núñez agrega que "me gustaría que le tomen el peso a la educación inicial, que es la base para toda la educación de los niños. En esta etapa es cuando ellos adquieren herramientas para la vida, que les permitirán convertirse en grandes seres humanos", indica.
A pesar de la falta de reconocimiento social, ella está feliz con su elección. "Me gusta mucho ser educadora. Los niños te entregan mucho todos los días. Por ejemplo, uno a veces puede llegar afectada por algún problema personal y ellos lo perciben y te abrazan y te dicen te quiero. Se dan cuenta de los detalles, si uno se cortó el pelo o no, y te entregan mucho cariño. Eso te enriquece cada día como persona", manifiesta.
El reconocimiento
En una ceremonia y rodeada por sus pequeños estudiantes y colegas, Karen recibió el reconocimiento por su labor.
"Me dejó muy contenta. Casi lloro, porque aunque este camino ha sido hermoso, también es muy complejo y uno tiene que lidiar con hartas dificultades", señala emocionada.
"Los apoderados me agradecieron y mi mamá está orgullosa de mí, lo que me tiene aún más feliz, porque en cierto modo estoy cumpliendo el sueño de ella también. Siento que estoy cerrando el año con un siete", afirma dichosa la educadora.
Respecto a su futuro, la joven señala que "terminé hace poco un postítulo en trastornos del Lenguaje y lo único que quiero es seguir perfeccionándome para entregar lo mejor de mí a los niños y niñas, con la esperanza de dejar huella en ellos y que se acuerden de mí como la tía que los educó con cariño y los ayudó a ser buenas personas".