El lugar donde los débiles son fuertes existe en San Antonio
En 36 años de historia, por las aulas del Instituto Psicopedagógico han pasado miles de niños y jóvenes de la provincia que encontraron el cariño, las enseñanzas y la comprensión que necesitaban para explotar sus verdaderas capacidades.
El Instituto Psicopedagógico de San Antonio existe desde hace 36 años. Primero sus salas estuvieron en una pequeña casita de la calle 21 de Mayo, pero tras los destrozos que provocó el terremoto de 1985, se trasladó hasta un terreno de la calle 4 Sur 95, en Barrancas. Ahí se levantó el recinto que hoy ocupa.
Miriam Cortés, directora de esta institución que educa a niños y jóvenes con dificultades cognitivas, contó que ella junto a cuatro profesionales se dieron cuenta que "había una larga lista de espera de niños de toda la provincia para entrar a la única escuela especial que había en ese tiempo (a principios de los años 80)".
"Un grupo de profesores se unió para darle una oportunidad, especialmente a la gente que venía de Cartagena y Algarrobo, y toda esa zona de la provincia", detalló.
En la fundación del Instituto Psicopedagógico el 21 de octubre de 1981, participaron Gladys Hernández, Miguel Ramírez, Luisa Muñoz, Marianela Adaro (Q.E.P.D.) y Miriam Cortés. Todos ellos tuvieron una sensibilidad especial por los niños que presentaban algún grado de discapacidad, y eso los motivó a poner sus esfuerzos en este proyecto que se transformó en una entidad sólida que es de carácter gratuita y que recibe subvención estatal.
"Para nosotros, los niños especiales son niños como todos, que necesitan una atención diferente, más cariño, más apoyo y más oportunidades, pero nunca los hemos visto tan desiguales, los vemos como personas que requieren que los apoyen y que les tiendan una mano, y por eso los queremos, peleamos por ellos, defendemos sus derechos y les damos oportunidades. Si estuvieran en sus casas encerrados quizás no tendrían ninguna opción (de insertarse en la sociedad)", resumió esta profesora formada en la Escuela Normalista.
Hoy, el Instituto Psicopedagógico atiende a 100 niños y jóvenes, los que están bajo el cuidado y enseñanzas de 20 profesionales y técnicos.
Entre los docentes se puede mencionar a la profesora de Música, Silvia Zamorano, quien pese a su avanzada edad, conquista a los niños con sus enseñanzas y los lleva a sentir pasión por el arte. "Ella es un tesoro, ha dedicado su vida a la música. Siempre la vamos a tener trabajando con nosotros y nuestros niños", destacó Miriam Cortés.
En 36 años dedicados a esta labor, Miriam Cortés ha vivido momentos duros, tristes y otros muy alegres. Cada día es un desafío, cada niño es una historia por la que hay que luchar.
"La muerte de algunos alumnos es lo más penoso que hemos vivido; recuerdo a Esperanza Vergara, una niñita que murió después de resistir a sus enfermedades, a ella la despedimos acá en el instituto y su partida fue muy dolorosa", rememoró.
La felicidad se hace presente en estas salas cuando los alumnos egresan y se les abre una oportunidad laboral. Eso es un triunfo pues algunos ingresaron a los 3 años a esta escuela, en la que pueden estar hasta los 26 años.
"Lo más lindo es cuando vemos a nuestros chiquillos que están trabajando como personas comunes y corrientes o estudiando. Tenemos niñas que han egresado y siguen sus estudios y hay algunas que se han recibido de asistentes de párvulos. Ahora tenemos a Sergio, que acaba de terminar cuarto medio y seguramente seguirá estudiando", agregó.
Para esta docente, que ha contado con el respaldo de su familia durante toda su carrera como profesora, la meta es lograr que haya más inclusión y oportunidades para sus niños. "Queda mucho por hacer porque hasta ahora hemos dado pasos muy lentos", admitió.
"una madre"
Tres niños juegan fútbol en el patio del Instituto Psicopedagógico. La mayoría de los demás alumnos está en las salas. A un día de la exposición navideña que se inaugurará hoy a las 10.00 horas en el mismo recinto educativo, ayer ellos estaban trabajando junto a sus profesoras para terminar con todos los detalles de las manualidades que ofrecerán al público hasta mañana.
Carol Bustos, de 38 años de edad, ha trabajado por dos décadas en el Instituto Psicopedagógico. Empezó como asistente de sala. Un buen día, la profesora Marianela Adaro le recomendó que estudiara para seguir la carrera docente.
"Me puse a trabajar acá y entré a estudiar pedagogía en la Universidad de Playa Ancha. Me titulé en 2004, en 2005 me entregaron mi primer curso como profesora jefe. Ese día sentí mucha emoción porque sentí que al trabajar sola podía plasmar mis ideas en la educación de los niños y lograr cosas con ellos", contó Carol, quien ayer armaba las últimas figuras navideñas en compañía de sus alumnos, entre los que se contaba a Martín, Krishna y Cristina.
Para Carol, cada avance en las capacidades de sus niños es motivo suficiente para sentir alegría.
Y es así como este lugar, donde los débiles se hicieron fuertes, es para esta sanantonina un mundo real en que la frustración no es tema porque cada niño recibe de sus profesoras las herramientas que lo sacarán de su estado de vulnerabilidad ante el vertiginoso orbe materialista.
Aunque Carol no tiene hijos y pese a que ha vivido tres dolorosos embarazos no viables, reconoce que en sus sobrinos Francisco y Colomba y también en sus alumnos del Instituto Psicopedagógico ve a aquellos retoños que nunca podrá procrear junto a su esposo Carlos Valenzuela. Los quiere, los regalonea, los insta a luchar por lo que desean y sueñan. Quizás, para algunos de esos pequeñitos es la mejor madre que jamás tuvieron o tendrán, porque se nota cuando les habla y ellos la miran con esos ojos repletos de cariño, con ese cariño que hace aflorar la esperanza y que hasta puede regalar lágrimas y emoción pura. "Ellos se ganan el corazón de cualquier persona", dijo la docente.
Y es que Carol y las demás profesoras deben ser capaces de mirar la realidad de cada niño y aportar a que su futuro sea mucho mejor que su presente. Hay casos de alumnas que, a sus cortos 14 años han sido madres. A ellas se les presta apoyo para que no abandonen el instituto y, a la vez, críen a su retoño con los cuidados que necesitan.
Tanto amor y comprensión ha rendido sus frutos. Valentina Gazzolo, una de las jóvenes que asiste a este instituto acaba de terminar una práctica como ayudante de repostería en una pastelería de Tejas Verdes. Ella, feliz con sus logros, sostuvo que "aprendí a hacer de todo, rellenos de torta". La profesora Miriam Cortés la miraba orgullosa, como si sintiera esa misma felicidad que sus propios hijos le han dado.
"Nuestra exposición de adornos de Navidad es muy valorada por la gente porque es parte del trabajo de los niños", agregó Miriam.
Los interesados en conocer y comprar las creaciones de estos niños pueden asistir hoy y mañana, de 10 a 17 horas, a las dependencias de la institución. Allí podrán compartir con los alumnos, conocer sus historias y sentir la calidad humana del equipo docente.
Los cocineros
Justamente ayer, en la cocina del Instituto Psicopedagógico, dos de los jóvenes que asisten diariamente a clases estaban colaborando en la preparación del postre de la jornada, lo que es parte del curso de ayudante de repostería en el cual participan algunos de ellos.
Mientras les insistía a los aprendices que es muy importante mantener siempre las manos y la cocina limpia, la manipuladora de alimentos Cecilia Morales, aseveró que "este es un curso que les servirá para optar a un trabajo. Creo que lo hacen muy bien".
"Siempre estamos haciendo las cosas para que los niños disfruten y aprendan", expresó la profesora Miriam Luz Valenzuela, que por 20 años vive intensamente la pasión por educar a los cientos de niños que han pasado por el Instituto Psicopedagógico.
Al término de esta visita periodística a la escuela especial, un niño llamado Alberto muestra el adorno navideño que hizo con la ayuda de su profesora. Su voz infantil tiene ese tono de paz que trae el sol después de las lluvias torrenciales. Su felicidad brota e inunda la cara de su profesora, que lo mima y lo insta a ser un niño como cualquiera.