Los años de Jorge Bergoglio en Chile
Risueño, conversador y mateo. Así recuerdan sus excompañeros a quien en 1960 estudió en el país para convertirse en sacerdote.
Michael Seguel P.
Tenía sólo 24 años cuando un joven Jorge Mario Bergoglio, llegó en 1960 a Chile para estudiar Humanidades en la Casa Loyola de los Padres Jesuitas, en la comuna de Padre Hurtado de la Región Metropolitana. Allí cursó el tercer año de sacerdocio, del ciclo juniorado, que lo llevó a convertirse en cura el 13 de diciembre de 1969.
Venía de Buenos Aires, Argentina, y ninguno de sus compañeros de entonces imaginaba que en 2013 se convertiría en el primer Papa latinoamericano.
En la casona de Padre Hurtado, Bergoglio cumplía la estricta rutina de la Compañía de Jesús: se levantaba a las seis de la mañana, se bañaba con agua fría y, junto con otros 80 estudiantes, desayunaban antes de comenzar las clases que duraban una "hora pedagógica", es decir, 45 minutos. Almorzaban una hora y luego venía la parte del recreo, donde Francisco compartía con todos los noviciados. Tras ello, volvía a clases y luego de las seis de la tarde cenaban, compartían y se iban a dormir.
Mate y risas
El sacerdote jesuita Jorge Delpiano tenía 17 años cuando conoció a Francisco, en 1960. Lo recuerda como una persona cálida, muy participativa en todas las actividades y con "una risa contagiosa".
"Se ríe mucho. Cuando estábamos en el 'recreo', siempre contaba chistes y nunca le faltaba su mate en la mano. Siempre tenía mucha delicadeza en su trato", cuenta Delpiano, quien será un invitado especial en la vista a Chile de Francisco, en enero.
Estudioso
El sacerdote jesuita Gerardo Schmidt, quien también conoció a Francisco en 1960, lo recuerda como alguien muy preocupado de los estudios.
"Era muy estudioso, siempre estaba concentrado y serio en las clases. Recuerdo que siempre fue uno de los primeros en levantarse para orar, incluso antes de las seis de la mañana, y de los primeros en ir a dormir. Es una persona muy entregada a la oración", dice Schmidt.
acogedor
Fernando Montes fue compañero de generación de Bergoglio y destaca su habilidad para acercarse a los noviciados de la casa y mostrarse siempre sencillo con los demás, aunque no tuviera muchas ganas de hablar.
"Es cierto que era serio, pero aunque no teníamos mucho tiempo se las arreglaba para conversar con gente de la calle y preguntar cómo estaban. Con lo 'nuevos' me acuerdo que era un siete", dice Montes.
El terremoto
En 1960, un terremoto de magnitud 9,5 Richter golpeó a Valdivia y se transformó en una noticia que no sólo golpeó al sur de Chile, sino que dio la vuelta al mundo. El movimiento sísmico más grande que haya sido registrado no pasó inadvertido para Bergoglio, quien vivía sus primeros meses en Chile.
"Hablamos del tema y él se veía muy preocupado por la situación del país y por la gente que quedó afectada por el terremoto. Aunque fueron pocas las veces que se refirió al tema, siempre se ponía serio y se notaba triste", cuenta Montes. Tanto es así, que el hoy Papa afirmó en una carta que envió al Javier Cámara, autor del libro Aquel Francisco, difundida por Emol, que "buena parte de mis compañeros se desplazaron al sur para ayudar. Esto indica la capacidad que tenía la formación que se nos daba para asumir los hechos de la vida e integrarlos en nuestra vida apostólica y religiosa. Los superiores sabían armonizar todos los aspectos".