Periodista venezolano llegó a El Quisco a cumplir el "sueño chileno"
El profesional de las comunicaciones Carlos Sánchez viajó 9 días en bus desde Maracaibo hasta Santiago. Hoy se trabaja en el canal de TV quisqueño Girovisual. Cuenta que fue secuestrado, golpeado y que lo obligaron a jugar a la ruleta rusa.
Carlos Sánchez llegó a ser un conocido periodista de la ciudad de Maracaibo, en Venezuela. Dice que el mundo de las noticias lo apasiona tanto que en una ocasión, tras cubrir el caso de una masiva violación a mujeres arriba de un bus intercomunal, los posibles autores llegaron hasta la emisora "Fe y Alegría", donde trabajaba.
Lo secuestraron, golpearon hasta más no poder e incluso lo extorsionaron jugando a la ruleta rusa, es decir, le pusieron un revólver en su cabeza y disparaban sin saber si saldría o no una bala que cruzara su cerebro.
"En la radio me tocó investigar el caso de unas mujeres que fueron violadas al interior de un micro que iba de una comuna a otra. Lo cierto es que una vez saliendo de la emisora a mí me secuestraron, me golpearon, me amenazaron que me iban a matar y jugaron a la 'ruleta rusa'. Esto no tenía nada que ver con política fue una banda, una pandilla, que incluso me amenazó con matar a mi familia si seguíamos dándole cobertura a este caso", cuenta en uno de los sillones del canal televisivo GiroVisual, ubicado en el sector de Isla Negra, en la comuna de El Quisco, donde hoy trabaja con más tranquilidad luego de dejar su país casi de manera obligada.
"No solo la vida política y económica de Chile es diferente a mi país, el trabajo, comparado con Venezuela, es totalmente distinto", añade luego de contar una de sus vivencias antes de dejar su querida Venezuela.
Sin mirar atrás
Eran las 9 de la mañana del 2 de septiembre de 2017 en la calurosa ciudad de Maracaibo, cuando Carlos Sánchez Rodríguez (38) se despidió de sus hijos y su esposa para tomar rumbo a Santiago de Chile.
"Me vine en bus y el viaje duró 9 días desde que salí de Maracaibo. Salí sin mirar atrás y todo lo que implica dejar a mis hijos y esposa. Arranqué a una aventura sin saber qué iba a conseguir", dice.
Cuenta que hace pocos días, la firma de análisis financiero Ecoanalítica entregó una serie de datos que fueron replicados en importantes portarles de noticia del mundo. "El informe detalló que la inflación fue de 81% en Venezuela solo en noviembre. Según estos cálculos, el país caribeño cerró 2017 con un costo de vida acumulado de más del 2.700%", explica.
"Imagínate que con el actual sueldo, que es de 6 dólares te alcanza solo para comprar un kilo de queso y más nada", retrata sobre el actual momento económico de su país natal.
Precisamente estas cifras y la polarización política del país, unido a la violencia e inseguridad del país caribeño, hicieron emigrar a Carlos Sánchez y también a su familia.
"Emigrar es un tema de responsabilidad. Hace dos años y viendo como se venía desenvolviendo el país fuimos tomando la última opción que era emigrar. No es fácil salir del país donde naciste, te criaste y donde están tus amigos, para nadie es fácil tomar esta decisión", afirma.
Durante este periodo, la familia de Carlos comenzó a estudiar los países latinoamericanos para comenzar una nueva vida.
"Analizamos con mi familia cuál era la mejor economía y, principalmente, el tema de la legalización de los inmigrantes. En Chile, a diferencia de otros países como Colombia y Argentina, vimos que había una economía más sólida, el tema de la legalización te permitía vivir en Chile y trabajar de manera legal, claro que con todos los requisitos que eso implica", menciona.
Rumbo al frío
A modo de broma, Carlos confiesa que lo único que no calcularon con exactitud fue el tema de las estaciones del año.
"Llegué en septiembre y hacía mucho frío. Después me dijeron que el año pasado empezó como tarde el calor. Hace mucho frío acá, pero este calor de verano ayuda", destaca.
Carlos nació en Caicara del Orinoco, un pueblo del estado de Bolívar, al sur de Venezuela. Emigró a Maracaibo para estudiar periodismo y llegó a Chile el 11 de septiembre.
"Llegué al municipio de Maicao en Colombia, que es la frontera con Venezuela, en un pequeño bus. Después partí a Bogotá, luego a Ipiales, ciudad de Colombia que limita con Ecuador, de ahí a Guayaquil, posteriormente a Tumbes, que es la frontera con Perú, de ahí a Lima, Tacna, luego ingresé a Chile por Arica y llegué a Santiago. Todo esto de bus en bus.", describe del extenso periplo.
Sánchez explica que en su país no hay limitaciones para abandonar sus fronteras, sin embargo, admite que "la gente no tiene plata y finalmente no puede salir. El pasaje en avión es muy caro. Me demoraría toda una vida en tener todo ese dinero".
El "sueño chileno" lo emprendió con mil dólares, es decir, un poco más de 600 mil pesos. "El mismo domingo que llegué salí a buscar trabajo y hasta el jueves de la semana siguiente no encontré. Salía a las 7 de la mañana hasta las 21 horas y nada. Tenía los pies verdes de tanto caminar: preguntaba en locales si necesitaban a alguien para barrer, limpiar o cualquier cosa y nada", comenta.
Pasaban los días y este comunicador no encontraba trabajo y su escuálido capital se le iba en comida y "alquiler".
Carlos comenta que entre los venezolanos es muy común participar de los foros que se realizan en Facebook para ayudarse.
"Yo estoy en un grupo de periodistas venezolanos que se encuentran en Chile. Ahí compartimos datos para los que se vienen", describe.
Cuando pensó en devolverse porque ya no encontraba trabajo apareció una oportunidad. "Me dieron un dato de un trabajo en El Quisco, así que me vine, porque no tenía nada que perder. Era en una ferretería y nunca pasó nada", detalla.
Sin embargo, pudo conseguir algunos pesos gracias a algunos "pololitos" que realizó en un local de venta de pollos.
Tras quedar otra vez sin trabajo y al borde de la desesperación, "comencé a caminar desde el centro de El Quisco hasta Isla Negra pensando en cómo lo iba a ser para regresar a Venezuela".
"Me hablaron de un canal que había por acá y fui a preguntar. Me encontré con Rous Rauld -jefa de Prensa de Girovisual- y empezamos a conversar. Le pregunté si necesitaba alguien que limpiara, hiciera los baños, moviera los cables. Conversamos harto. Le conté mi historia y casualmente el día anterior había renunciado un periodista y yo sin saber que ella me estaba haciendo una entrevista de trabajo", comenta emocionado.
Ahonda en que "cuando terminamos de hablar me dijo que estaba contratado, yo pensé que me estaba "mamando gallo" (bromeando). Pero no, era verdad. Por lo mismo yo digo que lo mío no fue suerte, fue una bendición porque me vine a limpiar los baños y ahora estoy trabajando de periodista, en lo mío".
Luego de conseguir empleo en el canal de TV Girovisual, Carlos pudo traer hasta la provincia a uno de sus tres hijos, Carlos (8), el más pequeño; y a su esposa Morela Pinela.
"Esto lo hablamos con ellos. Todo es por el bien de todos. Allá la educación es gratis, pero es un sacrificio que todos debemos hacer por nuestro futuro", informó el periodista que vino a Chile para escapar de un país al que seguirá queriendo pero desde la distancia.