Escritor Eduardo Labarca habla de su amistad con Nicanor Parra
Ambos se trataban de compadre y se reunían cada cierto tiempo para conversar de las obsesiones del antipoeta.
El escritor chileno e ícono de la histórica Radio Moscú, Eduardo Labarca, es vecino de Las Cruces, tal como lo fue, por más de dos décadas, el antipoeta Nicanor Parra. Ambos compartían las mismas callecitas polvorientas del balneario. Los dos abrazaron el mundo de las letras, los dos se admiraban mutuamente. Sólo 80 metros lineales separaban a sus casas.
Enterado en Santiago de la muerte de Parra, Labarca contó a Diario El Líder que tras su llegada a Chile, después de un viaje que efectuó a Europa, tenía la intención de ir a visitar a su amigo. "Le había traído unos chocolates de Mozart, que son muy famosos en Austria, pero (Parra) se me murió antes. A él le gustaban mucho los chocolates, no podré entregárselos".
"Yo conocí a Parra en La Reina. Mi relación con él comenzó en forma relativamente regular desde que yo volví a Las Cruces hace casi cuatro años. Yo y mi cónyuge lo visitábamos, de vez en cuando; lo interesante es que en cada ocasión, él tenía un tema nuevo, tenía sus obsesiones".
Los rosacruces
Según Labarca, al antipoeta se le cruzaba una temática de la actualidad y empezaba a investigar y a hablar de ella. "Recuerdo que le interesaban los rosacruces, que es una organización media masónica, misteriosa e internacional", reveló al rememorar que él mismo le prestó un libro que abordaba ese tema, lo que el poeta agradeció mucho porque "era el único diccionario de ese tipo que había en Chile".
De compadre
Estos amigos se trataban de compadre, vocablo que abundaba en sus conversaciones más rutinarias. Así las cosas, existía una confianza que se traducía en amenos encuentros en la casa del creador de "Poemas y Antipoemas".
"La penúltima vez que lo fui a ver, que fue hace menos de un año, el gran tema que tenía era el matrimonio igualitario. Lo tomaba como cosa divertida, era un tema que le preocupaba", afirmó.
El conflicto
En agosto de 2017, Labarca vio por última vez a su "compadre" Nicanor. "Estaba más deteriorado, más envejecido, oía muy poco y se confundía con muchas cosas, le pesaban los 102 años", admitió.
Según Labarca, Parra era como "un poco huaso desconfiado pero a la vez muy cálido". Muchos vecinos recuerdan al antipoeta caminando por las escaleras de Las Cruces. Se reponía del gasto energético tomando jugo de naranja y vitamina C. Era un deportista aunque su vestimenta no lo evidenciara.
Sobre el lío que se armó por la supuesta sustracción de algunos de los cuadernos y manuscritos que Parra tenía en su hogar de Las Cruces, Labarca declaró que con eso "él lo pasó bastante mal porque denunciaron a uno de sus hijos; por lo que sé eso le afectó mucho. Parra estaba viviendo tranquilo y le apareció el tema del patrimonio, de lo cual él no se preocupaba. Él distribuía sus cosas como la gente de campo, donde el campesino dice 'el potrero para mi hijo, el de abajo para mi hija y la vaca para acá' , y de repente le aparece un abogado y toda esa cosa. Yo sé que a él eso lo angustió mucho, él no necesitaba eso, el patrimonio se podía resolver cuando él no estuviera".
Labarca insistió en que Parra no merecía pasar por "este problema" relacionado con un caso judicial, e incluso afirmó que la situación en que estaba al final de sus días se asemejó a lo que vivió el Rey Lear, cuyos hijos se peleaban por el reino mientras él vivía. "Me parece terrible la forma en que él vivió este tema, lo digo como vecino", aseveró el escritor radicado en Las Cruces.