Los jóvenes malabaristas argentinos que deleitan con su arte en un semáforo
Casiana Bugallo y Emanuel Vera dejaron su natal Buenos Aire cuando apenas tenían 18 años para recorrer América Latina. Por estos días se encuentran en San Antonio, donde están muy contentos por la acogida que han recibido y por la tranquilidad de la ciudad.
Quienes circulan regularmente por avenida Chile con Baquedano, en Llolleo, más de seguro que han visto a una pareja de jóvenes que a diario se ubica en esta intersección para realizar diversos malabares que sorprenden a los automovilistas.
Ellos son Casiana Bugallo (24) y Emanuel Vera (24), dos jóvenes provenientes de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, que llegaron a San Antonio en busca de la tranquilidad que muchos les recomendaron que encontrarían en este puerto.
Tras recorrer Santiago, Valparaíso y Viña del Mar, decidieron viajar a la comuna y comprobar por ellos mismos si San Antonio era "tan bueno" como decían por ahí.
"Hace unos días llegamos y la verdad es que estamos súper contentos porque acá la gente es rebuena. Cuando pasan por acá nos saludan, la señora del quiosco nos pregunta cómo nos ha ido y el señor de la verdulería nos da agua y también nos pregunta si necesitamos alguna cosa", comenta Casiana.
Emanuel afirma que una de las cosas que más le ha gustado de esta ciudad es la amabilidad de las personas y que para donde mire puede observar el mar.
"Para mí, que vengo de la pampa, llegar a este lugar y ver el mar celeste ya es un regalo, además que (el mar) está tan cerca", sostiene el joven, con una sonrisa de oreja a oreja.
De 8 a 14 horas se ubican en esta esquina ya que durante la tarde les dan espacio a otros jóvenes que también buscan mostrar su arte callejero.
"Hay chiquitos que también se paran acá, así que nos organizamos. Nosotros venimos en la mañana y ellos en la tarde", cuenta Casiana.
16 años
Ambos se conocieron cuando tenían 16 años y su primer viaje juntos como mochileros lo realizaron un año después. Recorrieron gran parte de Argentina. Fue tan grata la experiencia y lo vivido, que apenas cumplieron los 18 tomaron sus mochilas y emprendieron rumbo a Brasil.
Casiana reconoce que su familia, en un principio, no estuvo muy de acuerdo con su decisión, pero con el pasar del tiempo lo fueron aceptando. La joven también reconoce que con Emanuel son pareja, pero que a veces cada uno decide tomar su rumbo. "Nos hemos separados en algún país y al final nos terminamos topando en otro".
Emanuel interrumpe la conversación y agrega: "esto es amor". Casiana solo lo mira y sonríe.
En esta incansable aventura, estos malabaristas trasandinos han viajado por Uruguay, Venezuela, Bolivia, Perú, Brasil y Colombia. Fue en este último país donde una tercera integrante se les unió. Se trata de "Flema", una perrita de cuatro años y medio que se ha transformado en su más fiel compañera.
"Ella es una máquina de amor y quien además nos cuida", dice Emanuel mientras le acaricia la cabeza.
"Desde chiquitita que está con nosotros. En Venezuela fue mamá así que ahí mismo fue esterilizada", agrega la malabarista.
-¿Por qué le pusieron ese nombre?
-Porque en Argentina hay un grupo de música que se llama así y que nos gusta mucho.
Es tanto el amor que sienten por la mascota que en Valparaíso estuvieron trabajando en la construcción de una eco aldea, pero cuando les dijeron que "Flema" no podía dormir dentro de la casa, decidieron abandonar el proyecto para seguir adelante junto a su mascota.
Temores
Ambos jóvenes reconocen que el andar de un lado para otro tiene muchos riesgos y que muchas veces han debido enfrentar situaciones muy peligrosas, como la vivida en Viña del Mar hace unas semanas.
"La otra vez estábamos en Viña y nos quedamos dormidos. Cuando despertamos vimos a una persona con un cuchillo que quería apuñalar al perro", relata Casiana.
Emanuel afirma que otra de las razones que los trajo a San Antonio fue evitar el riesgo que muchas veces han debido enfrentar en comunas más grandes. "En las ciudades más grandes la gente es amable, pero la mayoría no lo es. Las mejores experiencias las hemos tenido en Colombia y Brasil, aunque también debemos reconocer que cada país tiene lo suyo".
Cuando cae la noche, "Katy" y "Ema", como también son conocidos, se refugian en un edificio abandonado en Llolleo.
"Allí estamos durmiendo porque esto es solo pasajero ya que en algunos días más volveremos a Valparaíso donde me juntaré con una hermana que anda de viaje. Antes de las 8 dejamos el edificio y nos vamos a trabajar", cuenta la joven, quien añade que "en las tardes si encontramos algún semáforo, trabajamos y, si no, recorremos Llolleo aunque queremos conocer Las Rocas y la caleta San Pedro".
En otras ocasiones se reúnen en la plaza Estrella con otros malabaristas locales a ensayar y a intercambiar conocimientos.
"En Chile siempre han habido muy buenos malabaristas y además tienen muy buenos circos. Esta fue una de las principales razones por la que decidimos venir a este país", asevera la joven, quien en Argentina estudia la carrera de Circo. Por eso en marzo debe regresar a Buenos Aires para continuar sus estudios.
Antes de que Casiana ingresara a estudiar, ambos jóvenes podían permanecer varios meses, incluso años, en un lugar, pero desde algún tiempo decidieron regresar a Argentina.
"Cuando empezamos a viajar éramos más chicos y cuando uno es más joven se lanza y ya, pero después aprendimos que sí es posible y que sí se puede (viajar), además que nos fue gustando conocer gente, la cultura de otros países y el circo que es diferente en cada lugar", explica la joven.
-Casiana, ¿cómo se vinieron a Chile?
-Nos vinimos a dedo, pero no es tan fácil ingresar a este país porque nos pidieron muchos papeles por la perrita, pero todos los mochileros sabemos que para venir a Chile hay que tener todo en regla. En otros países no es tanto el problema para ingresar, pero también sabemos que viajar con "Flema" tiene algunos impedimentos.
Cuando comenzaron con sus viajes, la pareja se ganaba la vida comercializando artesanías que ellos mismos elaboraban, pero el caminar por horas y con tanto peso sobre sus espaldas, los llevó a probar suerte con el malabarismo.
"Para viajar como lo hemos hecho uno debe tener la fortaleza mental para no volverse loco porque muchas veces no podrás quedarte en un lugar y por eso no puedes perder la paciencia", sostiene Ema, y luego agrega: "cuando el día está rebueno podemos ganar 50 lucas, pero otras veces con suerte 5 mil y eso no alcanza ni para comer".