El joven profesor que vive la chilenidad con intensa pasión
Pablo Díaz, docente de educación física, disfruta apoyando a los más necesitados y goza como niño con el campo, los animales, las carreras a la chilena y el fútbol.
No habla cantadito como las personas que viven en las zonas rurales, pero él se considera un hombre de campo. En el corto plazo quiere regresar a Bucalemu, lugar donde nació, creció y se conectó con la madre tierra y sus bondades. Pablo Ignacio Díaz Fuentes (31) es profesor de educación física, pero dedica su día al servicio público y al trabajo social, algo que heredó de su padre, el concejal de Santo Domingo Hugo Díaz.
Pablo, Pablito o el "Huaso" como le decían en el colegio People Help People por residir en aquellos años en Bucalemu, es un hombre que vive sus raíces criollas y las disfruta a plenitud, aunque reconoce que algunas tradiciones no son de su completo agrado, pero las defiende de quienes critican.
"No me puede gustar todo, a muchos les gusta el rodeo y a otros no. A mí no me llama la atención, pero lo respeto, prefiero otros deportes como las carreras a la chilena, las de galgos, rayuela y fútbol", confiesa en un ameno diálogo con Diario El Líder.
Sobre quienes rechazan y protestan contra el rodeo sentenció que "hoy tenemos una sociedad más demandante y expresiva, cosa que no ocurría cuando yo era chico, pero es una realidad y tenemos que aceptarla como tal, aunque no comparta algunas de sus conductas".
La magia del campo
El olor a pasto verde, húmedo y fresco, o ver correr a los animales en completa libertad son imágenes que quedaron grabadas desde niño en su mente. Le gustaría seguir en el campo, pero hoy tiene obligaciones que le demandan la mayor parte de su tiempo, las cuales, en todo caso, realiza con pasión. Lo único que le complica es adaptar sus horarios para compartir con sus hijos Florencia, de seis años, y Gaspar, de dos.
Pablo nació en el hospital Militar porque su padre es suboficial (r) mayor del Ejército y es el cuarto de cinco hermanos. En las haciendas de su natal Bucalemu pasaron sus primeras primaveras, estudió en el colegio Claudio Vicuña de esa localidad rural, donde aprendió a montar caballo, perseguir conejos, nadar y conocer de cerca el tenis y el fútbol, deportes que determinaron el giro que daría su vida tras egresar del People.
"Era una época completamente distinta a la de ahora. En los noventa no había celulares, ni las consolas de juegos que hoy tienen todos los niños. Yo vivía en el campo y lo disfrutaba. Con mis hermanos pasábamos todas las tardes jugando, corriendo, persiguiendo conejos y ayudando a rodear el ganado para guardarlo. Era feliz disfrutando de esas cosas tan sencillas. En Bucalemu vivía gran parte de mi familia, uno se alimentaba de lo sembrado, los animales se vendían para subsistir y para visitar a la familia teníamos que caminar cientos de metros o un par de kilómetros para poder llegar a destino. Era entretenido vivir así", cuenta sobre su niñez, época en que conoció a uno de sus grandes amigos, el ingeniero y futbolista amateur Juan Carlos Machuca, también oriundo de aquella zona.
Al galope
Pablo recuerda también que siendo muy niño y al estar rodeado de tanta naturaleza sintió la necesidad de aprender a cabalgar. Sus abuelos Salvador Fuentes y Aurelio Díaz tenían caballos. Así comenzaron las historias de cabalgata de las nuevas generación de los Díaz.
"No recuerdo bien a qué edad me subí o me subieron a un caballo, pero a los cinco años ya me movía solito. Esperaba los veranos para ir donde mi agüelito Aurelio, para cabalgar en el 'Maradona' que era un buen caballo y salíamos a Las Salinas. El tata me pedía que le ayudara llevando al ganado a tomar agua a un tranque que estaba como a diez kilómetros de distancia de la casa", rememora con nostalgia a su abuelo Aurelio, recientemente fallecido.
No faltaba el momento en que desafiaba o aceptaba el reto de sus hermanos o primos para echar una carrerita a la chilena. "Nos pegábamos sus carreras, sentíamos la adrenalina y la disfrutábamos. Una vez el caballo se chantó y seguí de largo, me golpeé entero y estuve dos días acostado sin poder moverme. Me tuvo que visitar el médico. Lo peor fue que estaba toda mi familia viendo la carrera. Se rieron en el momento, pero después se asustaron. Las caídas son recurrentes, pero uno tiene que conocer al caballo antes de montar", relata sobre las claves para guiar a un equino.
Esta pasión lo llevó con los años a tener su propia montura. Junto a su socio y primo Luis Armando adquirieron un fina sangre que bautizaron en honor al abuelo: "Don Salvino", al que con los años comenzaron a preparar para participar en las carreras a la chilena que son características y muy frecuentes al sur de nuestra región, en las comunas como Navidad y la localidad de Rapel.
"Toda la vida estuve rodeado de caballos, siempre me encantaron y quería tener uno. Lo mismo con las carreras a la chilena, siempre me llamaron la atención. Tenía un tío que jineteaba unos caballos de mi abuelo en Bucalemu y de ahí viene esa pasión familiar", indica con soltura.
Luego añade que "es un hobby que tengo, pero significa mucho esfuerzo y dedicación. Lo bueno que tenemos un gran preparador, Camilo Rojas, quien es sumamente reconocido en la zona y en la 'Guarida del Tigre', donde entrena también a otros caballos de competencia".
"Don Salvino", el fina sangre que hoy goza de buena salud a sus seis años, le ha entregado varias alegrías a sus amos, adjudicándose cuatro carreras a pesar de los pronósticos inciertos y también adversos.
"Ganó varias carreras que habíamos programado en el verano y nos dejó grandes alegrías. Ahora estamos recuperándolo y entrenándolo para los próximos desafíos. Se ha comportado bien ante las exigencias y eso es mérito del gran entrenador que tenemos", dijo Díaz, quien descartó dedicarse algún día exclusivamente a este giro. "Eso sí quiero tener mi campo, mis animalitos y disfrutar ese ambiente con mis hijos".
Ser hijo de
Como buen hijo, Pablo se siente orgulloso de la vida que han tenido sus progenitores. "Han sido buenos papás y consejeros, se esforzaron mucho por darnos lo mejor a todos sus hijos". Sin embargo, reconoce que es bastante complicado ser el descendiente de una autoridad, en especial si tienen residencia en la misma comuna.
"Tiene su complejidad, uno tiene que cuidarse más, andar con mayor cuidado, fijarse en lo que uno hace y no andar haciendo leseras que después vayan a repercutir en el trabajo que tiene tu papá, a quien la comunidad le tiene cariño y respeto. Se puede hacer lo mismo que los demás, pero con cuidado y respeto. Salgo con mis amigos, voy a asados y me tomo una cerveza, pero nada en exceso. Mi papá nos entregó muchos valores y tenemos la obligación de retribuir todo ese esfuerzo", explicó Díaz, agradecido de la formación que recibió en su hogar.
Imposible era no preguntarle si en el corto plazo tiene pensado aspirar a algún cargo de representación popular. Lo declina por el momento, ya que tiene otras prioridades.
"Me gusta trabajar en los barrios y entregar un servicio social para contribuir a una comunidad mejor. Con los talleres deportivos para los niños, mujeres y adultos mayores, puedo entregar mi aporte a la comuna y a los vecinos, con oportunidades y con integración. Pero eso de postular a algo, se verá en su momento. No lo descarto a futuro", concluyó Díaz, mientras espera el fin de semana para arrancarse al campo y disfrutar con los suyos, de la misma forma en que lo hacía cuando era niño.