Marlén, Denís y Pabla son las reinas de la costura en Bellavista
La vida las unió casi de casualidad, se convirtieron en amigas y comenzaron un negocio que tiene excelente aceptación en el público, con unos vestidos de huasas maravillosos. Así que hagan sus reservas con tiempo para el "18".
No tienen súper poderes, pero se sienten con la convicción de que pueden cambiar el mundo si se lo proponen. Son mujeres, amigas, vecinas y aguerridas, aunque por sobre todo son madres y jefas de hogar que se esmeran por darle lo mejor a sus familias.
Marlén Consuegra, Denís Saavedra y Pabla Álvarez se conocen hace un par de años. La vida las unió y por lo que apreciamos mientras las conocíamos, parece que nada las podrá separar, mucho menos si logran cumplir el sueño de tener un taller de costuras y generar empleos para una zona donde siempre se necesita; la parte alta de Bellavista.
Este trío se junta en forma regular para confeccionar las solicitudes más increíbles y sus talentos les abrieron las puertas de un negocio que han conseguido explotar con inteligencia, siendo sus familiares los grandes beneficiados. En estas reuniones de trabajo, no puede faltar el mate que Denís se encarga de traer desde el Mercado de San Antonio.
Se ríen de sus historias, lloran sus penas y por sobre todo trabajan para darle lo mejor a los suyos, y además les encanta lo que hacen.
Son de las pocas personas que se dedican a la confección y arreglos de vestimentas en la zona alta de Bellavista, y esto les generó un público cautivo. Se juntan periódicamente para generar ideas y también a planificar. Tienen que aprovechar, ya que los meses que vienen son de intenso trabajo, pero como buenas mujeres, avanzan a paso firme en su calendarización, para que no las tomen por sorpresa.
El año pasado la rompieron confeccionando trajes de huasa, vendieron más de un centenar a todo Chile. Solo desde Calama y Chiloé les llegaron más de cincuenta en conjunto, una foto de un precioso vestido burdeos las puso en primera fila.
"Me quedé con todas las telas para la ropa de hombre, no tuvimos tiempo para hacerlas, tuvimos demasiados pedidos de vestidos, de Chiloé nos contactó un club de folclor por Facebook. Fueron semanas de locos, hacíamos de a cuatro vestidos diarios, solo teníamos tiempo para desayunar, nuestras familias se tuvieron que acostumbrar a ese ritmo y a cocinarse solitos porque no teníamos tiempo para nada más que coser", recordaron Marlén y Denís, sobre las agotadoras semanas previas a las últimas fiestas patrias.
Vidas cruzadas
Como muchas cosas en la vida, un sencillo encuentro significó cambió la vida de varios en poco tiempo. Marlén llegó con su esposo Marcelo hace quince años proveniente de Santiago. No conocía nada del Litoral, pero la emoción con que su pareja le describía esta tierra la contagió para tomar sus maletas y emprender el viaje. Le costó acostumbrarse, pero la compañía de sus retoños alivió la carga emocional.
Con el propósito de apoyar con el ingreso familiar, Marlén salió a buscar trabajo y encontró en los famosos Programas de Generación de Empleos (PGE), que nacieron para aliviar la alta cesantía entregando una alternativa laboral por unos cuantos meses, pero como muchas personas estuvo trabajando casi una década.
"Como tenía estudios pasé de barrer calles a trabajar en un colegio y después en un consultorio, pero la pega se acabó. Ahí cesante, sin empleo, tomé la determinación de no quedarme con los brazos cruzados y hacer algo. Así que me puse a coser y arreglar ropa, cosas que aprendí en el liceo (hoy Centro Educacional Cardenal José María Caro ex A-110)", recuerda sobre el inicio de esta linda travesía.
Necesita espacio para instalarse con sus hilos, telas y máquinas, así que aprovechó que su hijo Aaron nunca se acomodó a su pieza y la reacondicionó como taller. Sus arreglos fueron generando más pedidos en el curso y luego en todo el colegio, lo que logró darle un poco más de estabilidad. Conversando un día con Denís, también apoderada del colegio y a quien apoyaba cuidándole uno de sus hijos, descubrió que ella también sabía coser y bordar, puesto que trabajaba en un local del mismo giro en el Mercado y la invitó a sumarse a esta aventura. Sin pensarlo dos veces, Denís aceptó la proposición y posteriormente dejó su trabajo.
Ambas se pusieron manos a la obra y comenzaron a trabajar más. "Llegaron solitas unas clientas que tenía en el otro local, porque se corrió la voz que trabajamos bien", sentenció Denís, sobre los momentos en que el negocio comenzó a crecer.
Le pegaron el palo al gato cuando crearon la página de Facebook Confecciones Vestidos de Huasa, desde ahí le faltan horas del día para trabajar.
Incorporaron a una nueva integrante con el paso de los meses, Pabla (Alvarez Pabla en Facebook), con el propósito de dividir las cargas de trabajo a fin de cumplir con los plazos autoimpuestos. "No sabía coser, yo me había dedicado a otra cosa, pero Marlén me enseñó pacientemente. Me quedé un día hasta las cuatro de la mañana, pero aprendí", nos cuenta Álvarez de su ingreso al grupo.
"Somos un grupo divertido, el taller es nuestro espacio, donde compartimos la vida y también trabajamos por construir nuestros sueños y los de nuestras familias", explicó Marlén Consuegra sobre las ideas que las reúnen.
"Cada una tiene una personalidad distinta a la otra, creo que eso es lo que nos une más", reflexionó Denís Saavedra. Mientras que Pabla Álvarez sentenció que "fui la última en llegar y me recibieron con los brazos abiertos, son muy generosas y siempre buscan que a los demás les pueda ir bien".
Dieron en el clavo
Si hay algo que conecta mucho más a estas tres chicas, es que a todas más allá de sus ganas de emprender y ganarle a la vida, tuvieron la posibilidad de contar con recursos proporcionados por el Estado para quienes desean impulsar una idea de negocio.
Tanto Marlén, como Denís y Pabla se adjudicaron proyectos del Fondo de Solidaridad e Inversión Social (Fosis) y también han postulado a los que impulsa el Servicio de Cooperación Técnica (Sercotec) que a través del Capital Semilla Emprende y Capital Abeja, solo para mujeres, invita a los vecinos que deseen emprender un negocio.
"Las ayudas, consejos, capacitaciones y recursos que recibimos por parte del Estado a través de estos fondos, son los que permiten que hoy estemos así de bien y creciendo como negocio", confesó Marlén, mientras que Denís agregó que "oportunidades como esta hay que aprovecharlas. Si unos pueden yo también, así he logrado sacar adelante a mi familia. Por su parte, Pabla comentó que "uno siempre necesita de un empujoncito para convencerse y salir adelante, y qué mejor que este venga de instituciones como el gobierno".
Sueños les sobran a estas tres chiquillas. El primero de ellos y para el que están enfocadas es adjudicarse otro fondo gubernamental que les permita construir un taller más espacioso, donde tengan más máquinas para coser y bordadoras.
"Soñamos con nuestro taller, donde podamos darle trabajo a más vecinos. Me encantaría que hubiesen muchas emprendedoras de acá, de la población Horizontes de Bellavista como nosotros y que a todas nos fuera muy bien", sentenciaron en conjunto, y antes de concluir pasan el aviso que para los pedidos de Fiestas Patrias van a cerrar las solicitudes con anticipación.