Amor, fútbol, atletismo, peleas y periodismo en el estadio Municipal
El atleta Salvador Plaza cuenta cómo conoció a su esposa en el reducto. Eduardo Rodríguez recuerda sus primeros años de periodismo al borde de la cancha y el concejal Jorge Jorquera relata cómo se "agarraba a coscachos" bajo las graderías.
Gracias a la batalla que en los últimos años dio Liliana Cancino (51), finalmente prevaleció la idea de mantener el estadio Municipal Olegario Henríquez en el mismo lugar en que está desde cuando fue construido. Y gracias a ese mismo añoso reducto deportivo ella conoció al amor de su vida.
Corría octubre de 1982 y el atleta sanantonino Salvador Plaza (53) iba sagradamente a entrenar al estadio Municipal. Llegaba a la pista de carrera con su figura enjuta y atlética, su pelo rubio y miles de sueños por delante. Él tenía 18 años.
Eran esos mismos días en que una quinceañera Liliana Cancino arribaba a ese estadio con su curso del Liceo Comercial para hacer las clases de educación física. Allí, en ese insólito lugar, ambos cruzaron la primera mirada. Él se flechó de una, y al principio ella ni lo pescó. Así lo confirman ellos.
"Un día que fui al estadio la vi. Empecé a hacerle ojitos, a mí me gustó, me llamó la atención que fuera una morena bastante bonita hasta el día de hoy", narra Salvador.
"Después de unas semanas, ella volvió al estadio y volví a insistir. Eran otros tiempos y costaba mucho más (cortejar a una mujer). Comenzamos a pololear el 27 de octubre de 1982. Me la jugué al 100% y recuerdo que nuestro primer beso fue en el mismo estadio, así empezamos a pololear", agrega.
Ocho años después Liliana y Salvador se casaron. Y vinieron los hijos Alex (29) y Liliana (23). Esta última es una destacada atleta sanantonina y su alto nivel la encumbra en el ámbito nacional.
Para Salvador, el estadio también representa el sitio donde logró sus mejores marcas deportivas, entre ellas el tiempo de 5 minutos 38 segundos logrado en 3000 metros planos. "Esa no la van a superar nunca", sostiene el atleta que sigue vigente en las distintas competencias locales y regionales.
Sobre el nuevo estadio que se construirá, Plaza afirma que "es algo importante para las nuevas generaciones, entre ella la niña que yo entreno, Lisette Ureta, que es la mejor atleta de la Región de Valparaíso en la prueba de medio fondo".
Salvador agradece a su esposa porque siempre defendió el estadio Municipal. "Muchas personas dentro del municipio y autoridades decían que el terreno estaba vendido, que ya no se podía hacer nada, pero ella siguió golpeando puertas. Intentaron bajarla muchísimas veces y la trataron de loca, pero ella solo es una luchadora y salió con la suya, así que el estadio se va a quedar donde tiene que estar".
Liliana también entrega su versión de esta historia de amor que nació en el estadio. "Por culpa de Salvador Plaza, yo estoy metida en todo esto".
Ella recuerda que su esposo fue muy insistente en cortejarla a la antigua, aunque reconoce que, al inicio, no le llamó mucho la atención porque, hasta ese entonces, no le gustaban los rubios.
"Estoy contenta y orgullosa por lo que logramos", dice Cancino al hablar del trabajo ejecutado por ella y otros sanantoninos a través de la Mesa Ciudadana de Defensa del Estadio San Antonio.
Liliana Cancino rememora que fue la ex Presidenta Michelle Bachelet quien, en su primer gobierno, anunció que San Antonio tendría un nuevo estadio, pero ya era el año 2011 y no se había avanzado mucho por lograr este objetivo. Entonces decidió llevar la batuta de esta lucha en la que, a su juicio, no hubo apoyo inicial de parte de las autoridades.
El reportero
Eduardo Rodríguez (74) es el periodista de San Antonio con más años de ejercicio profesional en la comuna. Él recuerda que fue en el estadio Municipal donde se desempeñó como pasapelotas, en los años 60. Tiempo después llegó a ese mismo reducto para iniciarse como reportero de cancha y así hizo sus primeras armas en el periodismo.
Entre los recuerdos que tiene de esa época está la imagen del hombre que cuidaba el estadio. "Era don Pepe Ovalle, el cuidador, y tenía su casa en el mismo estadio y también tenía un mesón en donde vendía empanadas y dobladitas en el entretiempo de los partidos. Era la época de gloria del SAU, a partir de 1962. Lo cómico es que además vendía ´tecito´, que era vino blanco, y un ´cafecito´, que era vino tinto". Ese era el secreto que tenían los consumidores", asegura.
Rodríguez también se acuerda del día en que el relator de ese entonces en radio Sargento Aldea, Luis Santis, se enojó tanto por lo mal que estaba jugando el SAU, que no aguantó más de rabia porque el equipo iba perdiendo. "Se calentó y al término del primer tiempo, Lucho Santis bajó hasta la cancha y se puso a retar al entrenador del club, que en ese tiempo era Sacha Mitjaew (DT lila de 1981-1983). Era chistoso ver al relator de la radio, nosotros en la caseta nos queríamos hundir pero también nos cagábamos de la risa, nos escondimos de vergüenza por el papelito que se mandó el locutor, porque subió y bajó al entrenador", detalla.
Rodríguez estuvo presente en el estadio cuando un desconocido Carlos Caszely jugó en San Antonio, en 1960, año en que se disputó un torneo infantil nocturno de verano. El astro chileno era sobrino del trabajador ferroviario Osvaldo Garrido, que vivía en la población San Pedro, en Llolleo, y por eso era común que el ariete pasara sus vacaciones estivales en este puerto.
Ese fue el mismo año en que, de acuerdo a este periodista, la comerciante de pescados y mariscos del mercado local, Rosa Torres, conocida como "Rosita Pelé", sería la primera mujer chilena en jugar fútbol y lo hizo en el estadio Olegario Henríquez. "Ella fue un fenómeno porque no había mujeres que jugaran fútbol e incluso vinieron de la revista O´Cruzeiro para hacerle un reportaje y publicaron en primera página el rostro de la Rosa Pelé, que después era la estrella del club Defensa de Pescadores, donde jugaba", añade.
De los distintos usos que se le dieron al estadio está el registrado en el gobierno de Salvador Allende, donde allí funcionó la Junta de Abastecimiento y Control de Precios (JAP). Luego, en 1985, fue el centro de entrega de ayuda para las familias que resultaron damnificadas por el terremoto del 3 de marzo.
En el estadio están muchas de las vivencias periodísticas de Eduardo Rodríguez, quien ayer también participó del acto en que el municipio local le traspasó los terrenos a la empresa que construirá el nuevo campo de juego.
Este mismo profesional de las comunicaciones dice que el estadio lleva el nombre de quien donó el terreno en que fue emplazado, Olegario Henríquez Escalante, médico y alcalde de la ciudad puerto. "Se estima que comenzó a funcionar en la década de 1940, con una cancha de fútbol de tierra con maicillo, demarcada por un cierre de madera pintado en color plomo con reja metálica de altura a la cintura de las personas que de pie se apoyaban con sus brazos para presenciar los partidos a un metro de distancia de las líneas laterales", señala.
El ring de boxeo
El concejal por San Antonio Jorge Jorquera expresa su pena porque admite que con el cierre del estadio pudo evocar muchos momentos de su infancia y juventud. Y aunque cree que el proyecto de renovación del reducto es súper importante para la ciudad, no puede evitar añorar aquellos tiempos de pubertad. "En esos años íbamos a los campeonatos de barras, y yo participé en competencias de atletismo y torneos de fútbol. También asistíamos a ver al SAU, que llenaba el estadio cuando yo era chico".
Pero había otro fin para cual se utilizaba el Municipal. "Era común ir a resolver algunos problemas con los amigos ahí en el estadio; abajo de la gradería íbamos a pelear y nos agarrábamos a coscachos, era un lugar donde nadie te veía y se solucionaban las diferencias con los amigos. A mí me tocó en una oportunidad ir a pelear con un compañero debajo de una gradería, con el cual hoy somos muy buenos amigos", cuenta este asistente social.
Así el estadio, con casi 80 años de historia, cierra un capítulo para iniciar una nueva historia, una historia tan esperada por miles de hijos de esta tierra.