Carolina Bustos Muñoz
La vida de Aldo Muñoz (29) y de Marlene Gutiérrez (28) no ha sido fácil, ya que desde muy jóvenes decidieron valérselas por sí mismos debido al constante abandono de sus padres.
Cuando se conocieron decidieron formar una familia juntos y entre los cientos de planes que tenían, el más importante siempre fue tener su casa propia. Sabían que no sería un camino sencillo, pero se la jugaron por ese anhelo.
Hace unos años, la madre de Marlene vendió su casa, por lo que la joven se vio obligada a dejar la vivienda. Sin tener a dónde ir, decidieron dejar Santiago y trasladarse a San Antonio en busca de nuevas oportunidades.
Por cosas del destino, llegaron a vivir a una toma en el cerro Bellavista, muy cerca del sector de Bruselas. Con el material que pudieron conseguir, lograron levantar una mediagua, pero los constantes peligros a los que se vieron expuestos los llevaron a buscar un nuevo lugar para vivir.
"El lunes, por tercera vez, se nos cayó un árbol arriba de la casa. Se rompieron todos los pizarreños. Esto asustó mucho a mi hija que ya no quiere vivir aquí", contó Marlene.
Ver llorar a la menor de 12 años caló profundamente en estos padres, por eso resolvieron tomar sus ahorros, esos que habían juntado en una libreta para postular al subsidio, y arrendar una residencia en mejores condiciones.
"Firmamos un contrato con la supuesta arrendataria donde le pagamos el arriendo hasta noviembre (seis meses). Estábamos instalados en nuestra nueva casa cuando sentimos que en la noche alguien abrió la puerta. Ahí nos enteramos que habíamos sido engañados ya que el departamento había sido arrendado a otras personas por su verdadera dueña. Al final nos sacaron del departamento con carabineros", relató Aldo.
De la supuesta arrendataria nunca más se supo, por lo que los Muñoz Gutiérrez no tuvieron más opción que regresar a la toma y dar el dinero del arriendo por perdido.
Casa propia
La dirigenta Soledad Castillo conoció de cerca la historia de estos jóvenes, por eso decidió echarles una manito en el sueño de obtener su casa propia.
"Yo los he visto luchar por años pero han tenido muy mala suerte. Han golpeado muchas puertas pero nadie los ha escuchado y más encima ahora los estafan", dijo Soledad con mucha pena.
Ambos jóvenes sueñan con que su hija, algún día pueda vivir en un lugar digno, por eso no piensan bajar los brazos en la búsqueda de su sueño.
"Mi hija ya es grande y se da cuenta de todo. Me da pena verla llorar porque no quiere vivir así, pero a pesar de todo lo que hemos hecho, nadie nos toma en cuenta. No queremos que nos regalen una casa, pero tampoco nos han abierto las puertas", señaló Aldo.