Escultor la rompe con sus figuras de uniformados y futbolistas
José Carlos Cid es un suboficial (r) del Ejército que lleva más de 20 años creando esculturas en yeso y cemento. Este oficio le permitió dar estudios superiores a sus hijos y hoy busca cómo traspasar sus conocimientos.
Su casa es uno de los íconos de la población La Hornilla que desde mediados de los ochenta empezó a crecer y crecer. Una apariencia colonial con figuras de uniformados dando la impresión de resguardo fueron patrimonio del paisaje santodomingano.
Hoy no existen los "cuidadores" en el patio ni en las zonas altas del domicilio, ya que el dueño está en proceso de renovación. Distintas figuras de guardias de seguridad serán los encargados de vigilar las inmediaciones y entregar una sensación de seguridad a los vecinos, pero como bien confiesa José Carlos Cid (64), "estoy algo atrasado porque he tenido mucho trabajo, pero muy pronto van a volver las figuras a mi patio. Esta vez de vigilantes".
Es verdad. Los últimos meses han sido agitados para este suboficial en retiro de Ejército, con una elevada demanda en la venta de sus imágenes de uniformados que con mucho esfuerzo y dedicación crea con sus manos. Y como reza el lema, detrás de un gran hombre, hay una gran mujer. Los logros de Cid no serían los mismos si su esposa Liliana Olivares no estuviera a su lado apoyándolo en cada aventura. "Con este trabajo logramos que nuestros hijos (Francisco y Carlos) estudiaran en la universidad y hoy sean profesionales", cuenta con orgullo.
Luego de retirarse de las Fuerzas Armadas con el nacimiento del nuevo milenio, José Carlos se dedicó exclusivamente a la producción de figuras de militares que alcanzan una altura de 30 centímetros. La mezcla de yeso con cemento, sumado a una coloración especial y única, ha permitido que estas estatuillas sean muy requeridas en el mundo militar a lo largo de todo el país.
"Tengo pedidos de todo Chile. Cuento con más de cien moldes originales que nadie más tiene y eso permite que cada producto sea especial", revela en su taller rodeado de figuras de policías, carabineros, militares, combatientes de la Guerra del Pacífico, cascos azules de la ONU, comandos, PDI y como no podía faltar, los icónicos zapadores que son el emblema de la Escuela de Ingenieros Militares, donde cumplió funciones durante 25 años hasta acogerse a retiro en el año 2000.
Pero no sólo estatuillas de milicia tiene ahora, ya que incorporó los bustos de personajes importantes como los del regimiento de Buin y a los estandartes les sumó banderines institucionales.
-¿Usted también restaura imágenes religiosas?
-Debo ser el único que realiza esta labor en la provincia. Lo hago en forma gratuita y para contribuir a la comunidad. Con el terremoto del 2010 tuve harta pega reconstruyendo al San Pedro de San Antonio. Desde el '85 que restauro figuras religiosas. Debo haber arreglado más de 50 figuras en todas las iglesias de San Antonio y Santo Domingo.
-Pero le va mejor con las figuras de uniformados...
-Las figuras del Ejército han sido muy solicitadas. Se corrió la voz que hago todos los uniformes y hasta me han pedido de las bandas de colegios locales como del Instituto del Puerto, Sagrada Familia, y de jugadores de fútbol de equipos locales.
El talentoso artesano comenta que "tengo más de cien moldes originales, me gusta lo que hago y me preocupo mucho de los detalles. Los uniformes de las Fuerzas Armadas y de orden los reviso al revés y al derecho, por eso grabo las paradas militares y después las observo con detención. Lo mismo cuando voy a los desfiles a mirar los uniformes y a tomar fotografías para saber cómo van los parches, botones, entre otras cosas".
Me tocó crear bustos para el regimiento Buin en su bicentenario y también estatuas grandes, de un metro y 60 centímetros de altura y 500 kilos de peso. Lanzallamas y zapadores míos hay en Osorno, Colchagua y Arica, que han llegado a buscar a mi casa.
Un inicio inesperado
Durante sus años escolares y posteriores, Carlos Cid comenzó sin saberlo su preparación para el mundo de la creación de figuras de yeso. En esos tiempos adquirió los conocimientos en dibujo técnico y de ingeniería en máquinas que le permitieron estar listo cuando el general Bosco Pesse le pidió elaborar 25 estatuillas de zapadores para quienes se acogieron a retiro, destinados a otras regiones y las visitas ilustres de la Escuela de Ingenieros. Era 1996 cuando todo partió.
"Comencé haciendo los zapadores, me dieron tres meses para terminarlos. Me asignaron esa misión porque ya me habían visto reparar las esculturas de la escuela y el general creyó que yo podía hacerlos. Esa habilidad o don lo tengo desde chico, pintaba cuadros al óleo, armaba maquetas. En la universidad hacía las maquetas a los estudiantes de arquitectura, y a los eléctricos y mecánicos los distintos planos. Con el dinero que ganaba con esos trabajos podía mantenerme. En la Escuela de Ingenieros también ayudaba con los trabajos a los hijos de los oficiales", confiesa sobre sus inicios el suboficial de la generación 77'.
Su mayor orgullo
Si bien sus obras le dan un estatus especial que le permite ser reconocido por su arte y creatividad a lo largo de Chile, para José Carlos Cid no existe mayor orgullo que ver a sus hijos convertidos en profesionales y ver materializado en ellos todo el esfuerzo que como familia realizaron para cumplir esta tarea.
"Me retiré del Ejército porque sabía que con lo que ganaba no me iba a alcanzar para que mis dos hijos estudiaran. A mí me faltaron dos años para ser ingeniero, tuve que dejar la carrera por motivos económicos y no iba a permitir que eso les pasara ni a Francisco ni a Carlos. Ellos tenían que ser profesionales. Como familia hicimos todo lo posible para que ellos consiguieran lo que yo no puede. Y la venta de las estatuillas colaboró en gran parte a ese logro", expresa Cid, orgulloso sobre el propio esfuerzo y el de sus herederos.
Los zapadores fueron la apertura a un negocio que hoy le permite vivir cómodamente, y como buena empresa, fue ampliando el giro a otros productos como los estandartes de instituciones, más la confección de banderines y galardones en madera. Sin embargo, para el suboficial (r) Cid existe una deuda que quiere reparar algún día. "Me gustaría que alguien continuara esta labor. No se lo permití a mis hijos porque la prioridad era que estudiaran y fueran los profesiones que hoy son, pero me gustaría que alguien lo continúe. Tuve ayudantes que no resultaron. Esta tradición se debe mantener y me las voy a ingeniar para que así sea, mientras tanto con mi señora seguimos trabajando en la gran cantidad de solicitud que nos llegan", sostiene sobre el nuevo desafío que debe enfrentar para que este oficio no se pierda.
Los interesados en contar con alguna de las creaciones de este exuniformado pueden visitar su perfil de Facebook Esculturas y Estatuillas Carlos Cid y así interiorizarse de su pasión y obra. Mientras tanto, el matrimonio continúa desarrollando una labor que los apasiona y que les brinda muchas alegrías.