Juan Eduardo Lazo, un contador que relata sus múltiples historias
Tiene toda una vida en la Logia Masónica y en 2013 fue galardonado como "Profesional destacado" por el Colegio de Contadores de Chile. Hoy, radicado en el Litoral Central, escribe cuentos sobre su propia existencia.
Lleva 67 años casado, tiene varios hijos, nietos y bisnietos, a los que sueña dejar su legado a través de los cuentos en los que hoy escribe sobre su propia historia. Luego de una vida en la Logia Masónica, Juan Eduardo Lazo ha alcanzado el grado de maestro. Participó redactando lo que serían las bases de la actividad contable en Chile, y en el 2013 fue galardonado como "Profesional destacado" por el Colegio de Contadores de Chile. El mes pasado, este habitante de Punta de Tralca cumplió 40 años editando un boletín con indicadores financieros que distribuye gratuitamente por internet.
"Para las páginas del boletín, al comienzo impreso, escogimos el color marfil porque da tranquilidad y seguridad. Nuestro objetivo al crearlo, fue facilitar el cumplimiento de las leyes a nuestros colegas", recuerda.
Años de estudiante
Cuando sus padres se trasladaban desde La Serena hasta Arica, en 1929, se encontraron en el camino con un médico amigo que les ofreció una oportunidad laboral en Antofagasta. Al poco tiempo de instalarse, nació Juan Eduardo y su destino quedó marcado por la ciudad minera.
Se formó desde los 12 años en el Instituto Superior de Comercio. Al egresar, como no había universidades en Antofagasta, los ex alumnos del instituto decidieron formar un grupo para perfeccionarse y lo llamaron El Círculo de Estudios Manuel Sepúlveda Dinamarca, en homenaje a uno de sus profesores. Durante 70 años esta agrupación estuvo activa, primero en el norte y luego en Santiago. "Esta fue nuestra propia universidad. Hacíamos trabajos y hablábamos sobre contabilidad y cultura. Teníamos un director de debate, rol que ocupaba uno de nosotros de manera rotativa". Las actas de esas décadas de encuentros, hoy están en sus manos.
Según Juan Eduardo Lazo, "la contabilidad debería enseñarse en todas las carreras porque permite el orden.
Para ampliar el conocimiento contable, publicó "Nociones básicas de contabilidad". A partir del texto, ha podido realizar charlas transmitiendo información útil a un público sin conocimientos previos. Hace tres meses dictó un curso para los tesoreros de las unidades vecinales en El Quisco.
Trayectoria contable
Gran parte de su carrera, la realizó en el norte de Chile, donde trabajó para una compañía salitrera y en la Corfo de Antofagasta.
Juan Eduardo recuerda que "tenía que revisar sociedades de pesca y mineras. Viajaba todos los meses al interior de Antofagasta, al mineral de plata Caracoles, a elaborar el costo de la plata producida en el mes. En ese tiempo, Antofagasta tenía problemas de agua, no había universidades, y era una ciudad tranquila. Ahora con la Minera Escondida, cambió 180 grados".
Juan Eduardo participó en el Quinto Congreso Nacional de Contadores del año 1953. Junto a representantes de las grandes firmas contables de Chile, trabajó en la comisión que sentó las bases para la práctica de la auditoria nacional. Al año siguiente, la Sociedad Nacional de Contadores, madre del futuro colegio del gremio, lo nombró secretario.
Por una oportunidad laboral en el Servicio de Impuestos Internos, se trasladó a Santiago. Allí pasó por dificultades económicas hasta reencontrarse con el representante de una de las firmas más importantes del país, con quien había trabajado durante el Congreso del 53.
"Ahí me cambió la vida. Cuando vi que las alas me habían crecido, fuimos con un colega muy amigo a Perú, para ver la posibilidad de establecernos allá. No lo hicimos, pero al volver, llegué con la idea de levantar mi propia firma auditora. Así nació Lazo y Asociados", relata.
Desde esa firma, impulsaron la actividad contable en Chile a través de charlas y el boletín.
En estos días tiene una oficina virtual, sin embargo, es crítico con los actuales sistemas computacionales de contabilidad. "Nosotros fuimos pioneros en sistemas de pequeñas empresas, por eso sé que quienes los crean, por lo general se olvidan de las normas. Lo que han hecho son sistemas de gestión, no de contabilidad".
Logia masonica
Desde "El Faro de El Quisco", ubicado en la calle Gallo Loco, los 43 miembros locales de la masonería hacen fiestas para fechas conmemorativas y tienen programadas charlas abiertas a la comunidad. En privado, realizan rituales en torno al Ara, el altar masón en el que se incluye una Biblia cristiana. Juan Eduardo, en su calidad de maestro, es un guía para aprendices y compañeros de logia.
"Yo pienso que el hecho de haber ingresado el 76 a la masonería, me llevó a crear el boletín (de contabilidad), porque uno de los principios de la logia es ser solidario. Estos valores han guiado toda mi vida".
Juan Eduardo no esquiva las preguntas sobre la otrora secreta organización. "Antes era oculta porque los fusilaban, ya que la iglesia no estaba separada del Estado. Mientras la iglesia es dogmática, la masonería busca la verdad. Los primeros masones que llegaron a América eran soldados españoles que participaron en la conquista del Perú. Ellos fundaron la primera logia del continente. Basados en los principios de fraternidad, solidaridad y libertad, los masones iniciaron la revolución francesa y luego la estadounidense".
Un maestro
Desde la agrupación esotérica, realizan rituales que basan su carga de poder en los símbolos utilizados, los cuales tienen vocación universal, al igual que la idea de un dios, llamado el Gran Arquitecto del Universo, donde "pueden entrar todos los conceptos de dios de las diferentes religiones", comenta.
Para llegar a ser maestro, el contador pasó por diferentes etapas de autoconocimiento. "Al principio, como aprendiz, es como si uno se diera vuelta interiormente y pudiera ver los valores que trae y compararlos con los valores masónicos, para descartar aquellos que no corresponden. Después, uno llega al grado de compañero, donde aún se prepara, y finalmente el tercer grado, en el que eres maestro y debes actuar como masón".
Aunque en la organización Juan Eduardo es reconocido por su grado, "afuera todos somos iguales y tenemos que escucharnos. Si se trata de alguien con autoridad política, por ejemplo, yo puedo decirle mi opinión, tratar de hacerlo reflexionar y guiarlo, como maestro, pero no puedo imponer mi postura".
El escritor
Juan Eduardo es un hombre cultivado, habla pausado y pronuncia con nitidez cada palabra. "Cuando tenía 20 años, con algunos amigos formamos un grupito para hablar de filosofía. Siempre he tenido el interés de comunicar. Donde voy, expreso mi opinión y en mi casa, suelen decir que hablo mucho".
"Siempre me gustó escribir. Mi deseo es darles a conocer a mis descendientes mi historia. Voy a narrar trozos de mi vida en cuentos". Desde hace algunos años, Juan Eduardo participa en el Taller Literario "Morada de Hechiceros", que se realiza en El Tabo. "Hoy por ejemplo, escribí 'La historia de un niño pobre', que es la historia de mi padre".