El duro peregrinar de un venezolano para encontrar la paz en San Antonio
Jesús Alberto Yépez arribó a la zona hace cuatro meses escapando de la crisis de su país. Aquí cuenta la "odisea" de 10 días que tuvo que sortear para llegar al puerto sanantonino, donde se reencontró con uno de sus hermanos. En Venezuela, tuvo que dejar a su mujer, a su hija de cuatro años y a su padre.
Jesús Alberto Yépez Marín (28) llegó a San Antonio desde la ciudad de Anzoátegui, Venezuela, recién hace cuatro meses.
Cuenta que la crisis económica, social y humanitaria que está viviendo su país lo llevaron a tomar la difícil decisión de dejar a su mujer, a su hijita de 4 años y a su padre para ir en busca de una mejor calidad de vida.
Sin lugar a dudas estar separado de sus seres queridos es lo más complicado que le ha tocado vivir hasta ahora a este profesor de Educación Física, aunque afirma que al momento de salir de su país pensó que jamás llegaría a su destino.
10 días de viaje
"Desde Caracas salí en autobús a la frontera con Colombia y de ahí en adelante comenzó la odisea". Así empieza a relatar su viaje a Chile, el cual estuvo marcado por la incertidumbre y por la nostalgia de sus raíces. "Después tienes que esperar un autobús que salga de Colombia hasta la frontera de Rumichaca, en Ecuador, y eso lleva como 36 horas".
Jesús recuerda que al llegar a Ecuador se encontró con unos mil compatriotas que al igual que él querían salir de su país. "Ahí estuve todo el día pero al final logramos salir de Rumichaca (Ecuador) a Perú. Al llegar a la frontera estuvimos otro día completo ahí. Después estuvimos en Lima, en Arica, Santiago y finalmente San Antonio. En total fueron diez días de viaje".
Al llegar a Perú, su salud le jugó una mala pasada. Esto lo llevó a pensar que su viaje terminaría ahí, pero sus ganas de llegar a Chile lo hicieron salir adelante.
"No sentía las piernas aunque yo creo que al final todo me afectó. Perdí 5 kilos en esos 10 días y al final llegué a Chile sin ánimo de nada, pero ya estaba acá, así que no había vuelta atrás", afirma.
-¿Qué fue lo más difícil de ese viaje?
-Salir de Venezuela fue el trayecto más difícil. Uno lleva los dólares para salir del país y los guardias lo saben por eso te bajaban y te revisaban.
"A mí me desnudaron por amarrarme los zapatos. Un guardia me vio haciéndolo y me dijo "ven acá. Qué tienes ahí". Menos mal que mi dinero lo tenía el dueño de la empresa en que yo viajé. Las mujeres se esconden el dinero en los sostenes. Cuando nos paraba la Guardia Nacional, todos nos asustábamos además que te hacían muchas preguntas sin tener que hacerlo", relata.
Profesor
Además de dedicarse por varios años a la docencia, Jesús era el encargado de Deporte de su municipalidad. Reconoce que, junto a su familia, tenía una buena vida, pero la situación política y económica en la que se encuentra actualmente Venezuela lo llevaron a tomar la decisión de partir.
"Si te lo describo, y sin exagerar, creo que el sueldo mínimo de Venezuela actualmente es de 3 mil pesos chilenos. Acá con esa cantidad de dinero comes una sola vez, si es que... y una sola comida, pero allá trabajas todo el mes por una sola comida. La gente se está muriendo de enfermedades y si vas al hospital no hay nada", explica.
Cuenta que su familia no está bien, pero de igual forma asegura que a pesar de lo que están atravesando, ellos le han dado todo su apoyo para que él tenga una nueva oportunidad. "Mi esposa y mi hija me preocupan en este momento. En Venezuela cuando una persona está un poquito mejor es porque tiene un familiar que le está enviando dinero de afuera, me entiendes, por eso mi familia está mejor que el resto ya que somos yo y mi hermano los que enviamos dinero".
San antonio
A pesar de llevar cuatro meses en San Antonio, Jesús cuenta que se ha logrado adaptar muy rápido a esta comuna, principalmente porque es muy parecida a su natal Anzoátegui.
Para quienes llegan a vivir a San Antonio, el clima es uno de los obstáculos más grandes que deben enfrentar, principalmente para quienes provienen de países tropicales con temperaturas que bordean los 30 grados durante todo el año, como es el caso de este docente.
"El clima es helado (ríe). Aquí vives encerrado en tu cuarto y con miedo a salir por el frío, tomando café, pero con el resto me he adaptado rápido. San Antonio me gusta bastante, me siento muy cómodo. Me gusta su tranquilidad porque se parece al lugar donde yo vivía".
Su primer trabajo en el puerto fue lavar loza en un restaurant. Después estuvo en una empresa de eventos, pero actualmente solo se encuentra realizando trabajos esporádicos. Reconoce que en estos cuatro meses ha tenido mucha suerte porque ha sentido el apoyo de quienes han estado cerca, pero también ha tenido que vivir en carne propia la discriminación. "Cuando estaba en el restaurant hubo personas que no quisieron entrar por ser yo venezolano y estando en eventos trabajando también viví situaciones difíciles".
"A mí no me afecta. Los chilenos verán sus debilidades desde sus distintos puntos de vista pero para nosotros este es un país muy bueno. Un sueldo mínimo de ustedes para nosotros es muy factible. Ustedes se van a Venezuela con el sueldo mínimo y te aseguro que son millonarios", recalca.
Para este profesor uno de sus sueños es volver a la pedagogía. Confiesa que le gustaría enseñarles a los niños sobre baloncesto, béisbol y fútbol sala, que son sus especialidades. Pero también le gustaría motivarlos porque "de eso se trata el deporte".
Bullying y suicidios
"Lo que he visto en este tiempo es que acá hay una debilidad en los niños en cuanto a su mentalidad. Acá veo mucho bullying porque en Venezuela eso no se ve. Allá los niños son muy alegres. También me llama la atención la cantidad de suicidios que hay, sobre todo acá en San Antonio".
El amor por el deporte y la educación fue heredada de su padre y desde muy pequeño Jesús practicó baloncesto y béisbol, siendo en este último donde más destacó, llegando a jugar de manera profesional en su país.
Su hermano forma parte del club de béisbol Los Toros, por lo que apenas Jesús puso un pie en San Antonio lo llevó hasta el diamante del parque DYR a practicar una de sus pasiones.
Esto tiene muy contento a este joven, principalmente por la calidad de personas que conoció en el club y por el apoyo que sus compañeros le han entregado en todo este tiempo.
"Un amigo que vive conmigo y que también jugó en Venezuela de manera profesional está conmigo en Los Toros. Yo soy pitcher y él es muy buen receptor. Él se vino de Santiago a jugar conmigo. Nos han ofrecido irnos a jugar a otros lados, pero hemos dicho que no porque estamos muy agradecidos del apoyo que nos han entregado nuestros compañeros. Ellos son los mejores".
"Tuve la posibilidad de irme a Perú y a Argentina porque tengo familia allá pero preferí quedarme acá principalmente por mi equipo de béisbol. Llegan las noches y lo único que uno hace es pensar y extrañar. Echo de menos a mi hija, a mi mujer, a mi padre y, si me preguntas, todo esto ha sido como una pesadilla, pero cuando llega el domingo me voy a jugar feliz porque lo pasamos extraordinario".