Jesús Farías Silva
El obispo de Melipilla, monseñor Cristián Contreras Villarroel, no busca palabras amables para describir la situación que está pasando la Iglesia Católica: "Sí, está en crisis", afirma.
Él, junto a la totalidad de los obispos del país, renunció al cargo el pasado viernes 18 de mayo luego de reunirse con el Papa Francisco para abordar los casos de abuso sexual que se han vivido en Chile.
Asegura que se viene mucho trabajo por delante, que "queda mucha tela por cortar" y que en la diócesis que preside (en las provincias de Melipilla, Talagante y San Antonio) también se han registrado "casos dolorosos".
Recibió a Semanario El Líder en el Obispado de Melipilla. Luce irreconocible. A fines de febrero se supo que su salud pasaba por momentos "complicados".
"Producto de una diabetes, ya tratada por los médicos, he tenido una baja de peso considerable", dice el sacerdote.
Su voz es aún más profunda de lo que era antes. Se le ven más canas, pero ni una gota de menos energía.
A pocas horas de llegar del Vaticano se reunió con los sacerdotes de la diócesis y les explicó, entre otras cosas, que seguirá siendo el obispo de Melipilla hasta que el Papa disponga otra cosa.
-Desde que se ordenó como sacerdote, en 1984, hasta ahora, ¿había visto una crisis de esta magnitud en la Iglesia?
-Sí, incluso de antes, cuando yo era joven, hubo movimientos sociales que impactaron la acción católica (…), luego vino lo del "Cura Tato" y el caso Karadima.
El primero se trata de José Andrés Aguirre Ovalle, conocido por todos como "Tato", quien fue condenado en junio de 2003 por nueve casos de abusos deshonestos a menores y uno de estupro. Estos hechos fueron cometidos en la comuna de Quilicura entre 1998 y 2002. Se transformó en el primer caso de un religioso condenado por abusos sexuales en el país.
Karadima, en tanto, se hizo conocido en 2010, luego de que José Andrés Murillo, James Hamilton y Juan Carlos Cruz hicieran públicas sus denuncias en contra del sacerdote.
Contreras Villarroel era obispo auxiliar de Santiago en esa época. "Sentí dolor, impotencia y rabia al constatar el sufrimiento causado por Karadima", dijo tiempo después. Sigue experimentando los mismos sentimientos hasta ahora.
-A pesar del paso de los años, sigue llamando la atención que muchas personas de la Iglesia, incluido usted, no supieran de lo que estaba pasando en El Bosque con el padre Karadima.
-Sí sabíamos que tenía este estilo formativo distinto, esta cosa de índole clasista, muy encerrada en sí misma, que el tipo cometía todo este tipo de acciones que tienen que ver con ejercer el poder de forma distinta, con la conciencia de las personas, pero el abuso sexual era una cosa que se supo mucho después.
-Algunos dicen que usted pecó de ingenuo, otros lo han acusado directamente...
-Yo estoy tranquilo con ese caso. Traté de hacer lo que se podía, de acoger. Como Iglesia, sin embargo, se ha aprendido de todo esto.
-¿Cómo específicamente?
-Se han formulado textos de prevención de abusos y creación de ambientes seguros que han sido aprobados por la Santa Sede. Estos tienen que cumplirse en todas nuestras sedes. Se han capacitado a nuestros catequistas en las parroquias. Es una tarea no solo para la jerarquía, también para diáconos y catequistas.
-Pero los casos siguen emergiendo. Alejandro Goic, obispo de Rancagua, confirmó que 14 sacerdotes bajo su cargo han sido suspendidos de su ministerio, luego de que la Diócesis de la Santa Cruz tomara conocimiento oficial de las denuncias de abuso sexual.
-Hemos ido aprendiendo, pero lamentablemente siguen quedando cosas. Siempre hay estos focos, como lo que está sucediendo en Rancagua. Estas cosas se tienen que probar y, si son ciertas, se deben tomar las acciones necesarias. Estas personas, cuando cometen estos actos, están faltando al juramento a la ordenación sacerdotal, para lo cual se preparan siete y ocho años en el Seminario.
-¿Es doloroso?
-Sí, claro. Pero hay mucha tela que cortar todavía, en cuanto a identificar a este tipo de personas que están haciendo algo que va en contra de lo que prometieron, y si ocasionaron algo malo, tienen que ir a la justicia. Eso lo tenemos súper claro.
El obispo explica que si se recibe una denuncia, el caso debe ser derivado a la Fiscalía en menos de 48 horas y que se abre un proceso penal y otro canónico.
"Son dos carriles, que si son verdad, van a unirse", asegura.
-¿Son carriles lo suficientemente rápidos como para que se haga justicia?
-Tenemos todos los elementos para que así lo sea y asegurar a los papás y a las mamás que sus hijos están en un ambiente seguro.
-Desde que asumió como obispo de Melipilla en 2014 hasta ahora, ¿ha recibido denuncias?
-Sí, una, que desde el punto de vista de la fiscalía no prosperó hasta donde tengo entendido, pero son casos que quedan abiertos, por si hay un testigo, por ejemplo.
En este punto el obispo Contreras se refirió a un presunto abuso sexual en que habría estado implicado el presbítero de El Monte, Juan Carlos González en 2015. El "caso es transparente y público", dijo monseñor Contreras.
-¿Y la Iglesia qué está haciendo?
-También está todo lo que estamos haciendo a nivel canónico para dilucidar la verdad. Hemos sido transparentes en ello. Por eso digo que también hay gente que ha pedido ser dispensado del ministerio sacerdotal (dejar de ser sacerdote).