Los riesgos que acechan a la Quebrada de Córdova, un pulmón verde del litoral
En la parte alta del límite entre El Tabo y El Quisco existe un maravilloso Santuario de la Naturaleza que muy pocos habitantes de la zona han podido contemplar. Distintos actores piden mayores resguardos para el lugar.
Con una superficie de 137 hectáreas, alberga en su interior especies vegetales y animales únicas en el Litoral Central. La Quebrada de Córdova se extiende desde El Membrillo, en la parte alta de El Tabo, hasta la playa Ágata. Se ingresa desde El Tabo, por la calle Esmeralda. Es un "ícono por su bosque de olivillo, entre otras especies únicas en la provincia" indica José Luis Brito, director del Museo de Historia Natural e Histórico de San Antonio (Musa), quien ha investigado a fondo la biodiversidad de la zona.
La extensa quebrada fue declarada Santuario de la Naturaleza el 14 de noviembre pasado con el objetivo de implementar "un polo de ecoturismo y educación ambiental que favorezca el desarrollo de las comunidades aledañas", según señala el decreto oficial.
Pero la situación actual del santuario es compleja. Su resguardo está a cargo de solo un guardaparques que trabaja a medio tiempo. En ese sentido, José Luis Brito manifiesta la importancia que tiene su cuidado, pues a pesar de haber tomado renombre tras la declaración oficial, "no se ha detenido el corte de vegetación en las partes altas, lo cual ha causado desmoronamiento en momentos de lluvia, ni la extracción de agua en forma ilegal, además de piedras y vegetación".
En términos administrativos, si bien la vertiente es tutelada por la Gobernación Marítima, los territorios aledaños de este pulmón verde son privados. Miguel Bohn, presidente de la Junta de Vecinos Hijuela Santa Luisa, revela la necesidad que la comunidad comience a organizarse ya que "se tiene que cuidar su ingreso y ajustar sus horarios, pues nos preocupa que la gente baje de noche y haga fogatas. Ya tuvimos un caso de incendio".
Ateneo
Entre el 2007 y el 2011, el lugar fue parte del programa de recuperación ambiental comunitario para combatir la desertificación, financiado por las Naciones Unidas.
El proyecto fue presentado por la ONG Ateneo, a cargo de Roberto Gallano y Leda Castro. La organización consiguió apoyo de fuentes privadas y públicas como Codelco, y realizó estudios que pusieron en evidencia la riqueza natural de la quebrada, así como también los riesgos que supone que la flora nativa sea desplazada por las especies invasivas como pino, aromos, eucaliptos y zarzamoras. "Faltaban muchos árboles, se estaba fisurando la tierra", indica Castro.
"Las medidas de acción involucraron a centenares de estudiantes, y montamos un ecoparque destinado a cuidar especies para reforestar el lugar", comenta Roberto Gallano. Asimismo, se lograron extraer semillas que luego se cultivaron en un vivero. Tras tres años de trabajo, fueron plantados 400 ejemplares de árboles y arbustos nativos en los sectores de la ladera, las siete vueltas y el área inicial del sendero, todo con el propósito de "masificar una conciencia conservacionista para disminuir, en parte, los problemas que afecten al ecosistema en el futuro", confirma Gallano.
La Fundación
Por su parte, Vanessa Marmentini , titular de la fundación Eladio Sobrino, que está encargado del lugar, señala que están a la espera de finalizar el plan de manejo que permitirá aumentar y mejorar los senderos y las labores de educación ambiental y ecoturismo, para lo cual aún tienen un año de plazo.
"El Ministerio de Medio Ambiente nos designó por el tiempo que llevábamos trabajando aquí. Casi no tenemos recursos, trabajamos de forma voluntaria con aportes de nuestra familia. La municipalidad nos apoya con los guardaparques (dos millones entrega El Tabo para contratar personal)", afirma.
Faltan recursos
A Tiare Molina, encargada de Turismo de la Municipalidad de El Tabo, le preocupa la situación. "La infraestructura turística es nula. No tienen recursos para pagar guardaparques que estén todo el día. Y los avances que hay en el santuario son gracias al trabajo de los mismos de siempre. Se deberían conseguir auspicios para aumentar el financiamiento".
Los vecinos del sector también están inquietos por el tema de la seguridad. La junta de vecinos Hijuela Santa Luisa, instaló cámaras de seguridad, tras un caso de robo de vehículo. Es por ello que el presidente de unidad, Miguel Bohn, coincide en que faltan recursos. "No hay personal adecuado para mantener los senderos, la flora aumenta y los caminos se tapan".
La ausencia de mayor apoyo para mantener la quebrada ha levantado una alerta entre las personas involucradas. Todos coinciden. "Se requiere de coordinación, quizá una corporación que incluya a la comunidad, departamentos de turismo y medio ambiente municipal y tal vez un actor privado", señala Molina.
Coordinados
El Quisco es la otra comuna que abraza al santuario. Desde su departamento de Medio Ambiente informan que de manera paralela trabajan eliminando residuos que están en sectores aledaños a la quebrada y en conjunto con el municipio de El Tabo, intentan detener el robo de agua desde los sectores altos.
"Debe haber un manejo integrado de la cuenca. Hemos tenido reuniones para ver cómo nos unimos con medio ambiente (de El Tabo) para coordinar un trabajo en común, pero somos dos unidades pequeñas, tenemos las ganas pero los recursos faltan", señala Roberto Ramírez, encargado de Medio Ambiente de El Quisco.
Desde la junta de vecinos Hijuela Santa Luisa expresan que se debe generar una alianza con la fundación Eliseo Sobrino para trabajar codo a codo, ya que su único canal de comunicación es a través del profesor Carlos Medina, quien desarrolla estudios en el lugar, y los guardaparques. También, "esperamos que las autoridades se pronuncien, que la quebrada sea parte del patrimonio, y se vean trabajos en seguridad importantes, antes de hacerle más promoción", expresan.
El futuro del santuario está por definirse, mientras que las demandas y preocupaciones de la comunidad hacia él ya están dichas. En un año se podrá revisar el plan de manejo presentado por la fundación Eladio Sobrino para que la Quebrada de Córdova, hogar de los últimos coipos del litoral, continúe respirando, creciendo y resistiendo.