El ex empresario que lo perdió todo y ahora vive con muy poco en Cartagena
Klaus es el nombre de este personaje que dice ser consanguíneo de los destacados atletas Gustavo y Jorge Ehlers, además de primo directo de Marta Ehlers, reconocida ex alcaldesa de Lo Barnechea.
Klaus Ehlers Mayer tiene 55 años y hablar con él es interesante. Es un tipo culto, algunos creen que tiene un pequeño retraso a nivel social, otros dicen que es el típico niño de cristal. Lo cierto es que tuvo una vida poco común, con hoteles cinco estrellas, viajes al extranjero, reuniones con el Papa y un archivo fotográfico que se remonta al siglo pasado.
Llegó a Cartagena hace más de cinco años arriba de un auto cero kilómetros, con un amigo y un perro de raza yorkshire, que murió el año pasado y era su regalón.
Algunos dueños de restoranes del sector cuentan que al principio almorzaba y cuando pagaba les decía que se quedaran con el vuelto. Se le veía educado, bien vestido, con tema. Así ellos fueron viendo su deterioro: al tiempo ya no andaba en auto, dejó de ir a los restoranes, se le empezó a ver vagabundeando, hasta el punto de llegar a dormir en la calle.
Es ahí cuando Gloria García, hoy dueña del Cinzano, un hostal en primera línea de la Playa Chica de Cartagena, le dijo que no podía estar viviendo así y le propuso que le ayudara en su negocio, haciendo cualquier cosa.
Hace cerca de cuatro años Klaus vive ahí. Ayuda con el aseo en el hostal, saca la basura, limpia la cocina e incluso a veces hace de mucamo. También en verano tiene una autorización municipal para poder estacionar autos en la vía pública.
-¿Por qué se quedó en Cartagena?
-Porque tenía un perro y aquí hay buen aire, buen ambiente. Además es bonito y tranquilo acá. He conocido gente muy 'dije'. De repente aparecen unos bichos raros, pero no hay que darles mucho énfasis a esos.
Vida de lujos
Nació en Santiago, en la comuna de Ñuñoa. Cuenta que tenía dos nanas en la casa de sus padres, estudió en buenos colegios y viajó por todo el mundo. Es hijo único y cuando su papá murió, él todavía no alcanzaba la mayoría de edad, sin embargo, asegura que recibió una herencia millonaria reflejada principalmente en acciones de la empresa Pigmento Marathon, la cual afirma que tuvo que vender por malos tratos y para salvarla de la quiebra.
-¿Estudió alguna carrera?
-No, salí de enseñanza media nomás.
-¿Y qué hizo después de la etapa escolar?
-Trabajar. Yo era empresario, socio de la empresa Pigmentos Marathon. La heredé muy joven luego que falleciera mi padre. Yo no le di mayor importancia, seguía en mis estudios nomás, hasta que los abogados mensualmente comenzaron a entregarme una renta todos los meses.
-¿De cuánto era?
-No tengo idea, en ese tiempo tenía 18 años y era mucha plata.
-¿Y qué hacía con esa plata?
-Salía con mis amigos, la invertía en oro, joyas, acciones. Después empecé a recibir más y compré terrenos, casas y dije chuta, esto funciona bien. Pero lo malo es que no supe perseverar y guardar lo que tuve, porque uno piensa que esa bonanza va a durar para siempre, pero no, tienes que pensar que un día se va a acabar y debes cuidar todo lo que estás acumulando, y eso no lo hice.
-¿Y perdió muchas propiedades?
-Sí, vendí pensando que podría volver a comprar algo mejor, pero no lo conseguí. Perdí dinero y después pensando que iba a ganar más, fue al contrario, porque a la empresa le empezó a ir muy mal.
-¿Y quién dirigía la empresa?
-Se la pasaron a uno de los obreros. Eran cinco socios más o menos, que eran mi madre, yo y otras personas de la familia. Mi padre era el socio principal y cuando murió, como yo era menor de edad, pusieron a mis familiares, que empezaron a pelearse y la verdad no sé qué pasó. Yo me retiré de ahí porque no valía la pena continuar. Me pasaban a llevar siendo que yo era socio mayoritario.
-¿Qué hizo?
-Vendí mi parte.
Archivo familiar
Dentro de una bolsa de basura, en una pieza húmeda, guarda un registro fotográfico de principios de 1900, pero mientras lo revisamos nos percatamos de cómo se ha comenzado a deteriorar, igual que su acomodada antigua vida. Su infancia, en los retratos, muestra comodidades, viajes, confort, en una época en que salir de Chile en varias oportunidades tal vez no era tan común. Guarda algunas fotografías en color de su niñez, cuando ese tipo de tecnología no era realmente accesible para el común de los ciudadanos chilenos.
PRImo de marta ehlers
Klaus dice ser familiar de los fallecidos atletas nacionales Gustavo y Jorge Ehlers, además de primo de la reconocida Marta Ehlers, ex alcaldesa de Lo Barnechea -por cuatro periodos-, una de las comunas de la Región Metropolitana que concentra a las familias más pudientes de la capital.
-¿Mantiene contacto con algún familiar?
-Mayormente cada cual vive su vida. Yo a veces los busco por internet, viendo que estén bien... están viejas mis primas, pero igual tiran pinta en los eventos sociales.
-¿Y no piensa llamarlos?
-No. Es que mira, si me contacto con alguien, van a pensar que es por interés y eso no me gusta. Quiero ganarme las cosas solo.
Amor de perro
Hijo de padres alemanes, se nota en su conversación la formación teutona ordenada y elocuente. Habla español, alemán e inglés y tiene una sensibilidad y una conexión tan grande con los animales que lo llevó a elegir a su perro yorkshire por sobre una novia.
-¿Tiene o tuvo alguna pareja?
-He tenido compañeras por 10 o 15 años. Incluso estuve a punto de casarme como hace nueve años atrás, pero corté tajante, porque me compré un cachorro yorkshire y estaba enamorado de ese perrito. Tenía que dedicarle todo mi tiempo a su cuidado.
-¿Y qué le dijo ella?
-Nunca supo. Corté además porque mi madre estaba muy enferma.
-¿No la quería tanto a esa novia?
-Salíamos. Era mayormente compañera de carrete, de salir a moteles, al mall…
-¿Le hacía gastar plata?
-Bueno sí. Le regalaba joyas de oro y le traía cosas cuando viajaba a otros países.
Amigos y derroche
Ehlers reconoce que tuvo muchos amigos de ocasión. De hecho un conocido lo visitaba constantemente hace un tiempo, pero optó por abandonarlo cuando vio que ya no le quedaba más plata.
-¿Hubo excesos?
-De repente. A mí me gustaba carretear en auto. Me iba al sur con uno o dos millones, comiendo bien y viviendo bien. Disfrutaba de lo bonito. Después me iba hacia el norte, conociendo más lugares. Siempre me compraba autos cero kilómetro para no quedar en panne. En Iquique me arrendaba un penthouse frente a la playa, parecía un palacio en pequeño.
-¿Viajaba solo?
-A veces sí. En otras aparecían los famosos amigos de bolsillo, como les dicen. Que amigo mío, que esto y lo otro... eran súper dijes y daba lata echarlos y terminaba alimentándolos y dándoles alojamiento.
-Pero lo pasó bien...
-No hay cómo quejarse. Sin embargo ahora pienso que todo eso era un despilfarro de plata que no era necesario.