Bélgica y Danilo renacieron después de vivir varios años en las calles de San Antonio
Esta pareja es uno de los ejemplos positivos en que se muestra el trabajo del programa Calle de la municipalidad.
Danilo González Pérez (36) y Bélgica Órdenes Soto (47) cuentan que se conocieron cuando vivían en la calle y ambos eran adictos a la droga y el alcohol. Aquel pasar de vicios y miseria era acompañado de frías noches y de la eterna exposición a la muerte.
Ayer, esta pareja fue presentada como un ejemplo positivo en el Seminario de Sensibilización en la Temática de Personas en Situación de Calle, que organizó la Dirección de Desarrollo Comunitario (Dideco) de la Municipalidad de San Antonio. La cita se llevó a cabo en el Centro Cultural San Antonio y congregó a profesionales del área social que trabajan en centros de salud.
"Yo trabajaba vendiendo dulces pero vivía en la calle", explica este hombre nacido en Santiago, ciudad que, según él, dejó para buscar nuevos horizontes en San Antonio. Cuando abandonó la capital, él ya estaba hundido en la droga y el trago. Desde los 12 años que era adicto a la pasta base. "Andaba buscando un cambio pero nunca pude cambiar", señala sobre su arribo a la comuna.
En el puerto desde hace 20 años, Danilo vivió en distintos lugares pero siempre en situación de calle. Estuvo en el derrumbado edificio de la ex escuela 1 y era común que, en medio de interminables tomateras, se viera envuelto en demoníacas trifulcas, lo que le dejó cicatrices incluso en el rostro.
Bélgica, que es oriunda de San Antonio, relata que en su antiguo hogar le decían que "era la escoria de la familia" y que la echaron de la casa. Eso pasó hace unos 10 años. Al quedar en la calle, sucumbió a la drogadicción y debió dejar a sus hijos al cuidado de familiares. "Dormía debajo de los botes en la caleta San Pedro, después en la plaza de San Antonio y luego en la Subida 21 de Mayo", recuerda al repasar esos días de cerveza y marihuana en exceso.
Confiesa Bélgica que cuando conoció a Danilo le gustó de inmediato. Estaban en el peor momento de sus existencias pero ellos abrieron sus corazones al amor. "Ella quería que le construyera una casita en un terreno que le dieron. Nos empezamos a dar la manito y ahí me quedé con ella", confirma él. "Yo lo vi como un apoyo para salir de la situación en que estaba", replica Bélgica.
Con la ayuda del Programa Calle de Dideco y el alivio que les dio la iglesia evangélica a la que asisten, encontraron un rumbo feliz. Hace cinco años dejaron todas las adicciones y se dieron cuenta de que debían hacer algo extremo para cambiar y salvar la vida. "Ella empezó a ir a los talleres del Programa Calle. Me aburrí de vivir en la situación en que estaba y pensaba en puro matarme", reconoce Danilo.
La transformación fue total y positiva. La pareja se consolidó e ideó nuevos planes. Se casaron por el civil, arrendaron una casa y comenzaron a compartir el mismo hogar, donde cuidan a la hija menor de Bélgica, una pequeña de 10 años. Hoy venden distintos productos en un puestito que está en la calle Pedro Montt, un emprendimiento que fue posible gracias a la gestión del municipio.
"El Programa Calle fue fundamental porque con ese respaldo comenzamos a surgir. Encontré la felicidad, soy feliz y por eso no volvería a lo mismo (vivir en la calle)", sostiene Danilo que anuncia que en agosto celebrarán el matrimonio religioso.
Bélgica parece estar en medio de un sueño. "Pensaba que no iba a salir nunca de eso hoyo en que estaba, pensaba que iba a morir en la calle. Ahora soy muy feliz con Danilo", admite Bélgica.
Tomar las oportunidades
Pedro Félix, coordinador del programa Calle de Dideco San Antonio, destacó que Bélgica comenzó a asistir a los talleres y luego ella misma hizo que Danilo se sumara a este plan enfocado en hacer que ellos abandonaran la calle. "Ellos tenían el atributo de emprender y tomar las oportunidades", señala.