La profesora que enseña el tradicional oficio de costurera
María Elena Molina hace 27 años se comprometió con las mujeres sanantoninas para sacarlas adelante con este trabajo.
De manera autodidacta. Así partió María Elena Molina (50) cuando hace 27 años llegó al puerto de San Antonio, procedente de Talcahuano, para enseñarle a una sanantonina enferma de cáncer a confeccionar su propia ropa interior.
Desde pequeña estuvo rodeada por las agujas y alfileres de su abuela materna, quien ejercía el oficio de sastre en Talcahuano. Sin embargo, "a pesar de que yo la vi trabajar muy pocas veces, esto (la costura) lo llevo en la sangre hasta el día de hoy", relata Molina para destacar que es la única que actualmente ejerce el oficio en su familia.
Sus inicios
A los 12 años hizo su primera pieza: una chaqueta con cierre y bolsillos, sin mangas, en una antigua máquina de coser Elgin, "de esas con mueble, como de la abuelita", dice la profesora de confección.
Más tarde, a los 18, empezó a vender máquinas de coser que compraba en Santiago para comercializarlas en su ciudad natal. A los 21 años arribó a la comuna de San Antonio "a la siga de mi papá que llegó acá por una oportunidad de trabajo", recuerda.
Fue entonces cuando comenzó a hacer clases, después que "un cliente al que le había vendido una máquina de coser, me pidiera que le enseñara a su esposa con cáncer a hacer alguna actividad que la ayudara a distraerse. ¿Y qué le enseñé? A confeccionar calzones y sostenes", recuerda Molina.
Lencería erótica
Aquel fue el detonante de un oficio autodidacta que mantiene con orgullo hasta estos días y que la llevó incluso, según cuenta, en 2008 a ganar un capital Semilla Emprende, fondo concursable del Servicio de Cooperación Técnica (Sercotec), por su emprendimiento de lencería erótica, idea que surgió "en mi tiempo de lolería cuando vi que en el centro de madres, al que asistía mi mamá, hicieron un curso de costura de lencería y ese recuerdo me quedó", cuenta.
Fue beneficiada para adquirir 4 máquinas e instalar su taller en calle El Molo #111, en 2009.
María Elena cuenta con experiencia en el rubro. Le ha hecho clases a las apoderadas del colegio Espíritu Santo (Llolleo) y a las señoras de trabajadores portuarios de Muellaje del Maipo, entre otros. Ayudar económicamente para que su hija ingresara a la universidad, hace dos años, vino a ser su nuevo motor. "Hice un curso de moldería industrial en la escuela de diseño en un instituto de Viña del Mar por un año", comenta Molina.
De esta forma, se ha hecho conocida por su oficio en la comuna de San Antonio. Hoy en día lidera un grupo de 20 alumnas que componen el taller de corte y confección del programa Mejorando mi Negocio de la Fundación para la Promoción y Desarrollo de la Mujer (Prodemu).
Su página en facebook "Entre hilos y telas" y su taller en El Molo #65 avalan su trabajo, sin embargo, su principal motivación para continuar enseñando esta antigua y femenina labor tiene un foco. "La costura le enseña a las mujeres a salir adelante, porque aquí los hombre son machistas. Esa es la importancia que tiene para mí enseñar este oficio, para que una mujer adquiera fuerza e independencia, por eso quiero dedicarme 100% a enseñarlo, porque además con la costura he sacado a muchas mujeres adelante para salir de depresiones y de entornos machistas".
21 años tenía María Elena Molina cuando llegó desde Talcahuano a San Antonio.
2009 fue el año en que ganó un fondo concursable por su lencería erótica.