La elección
"La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados",
(Jean Paul)
La fila era extensa, pero la paz que sentía Antonio era maravillosa.
Pasó los últimos años de su vida postrado y enfermo, solo los partidos por televisión y las tertulias de sus viejos camaradas, que lo visitaban de vez en cuando, hacían más llevadero su calvario.
Salvo el epílogo de su vida, el resto se llenó de dicha jugando al fútbol: los primeros años por deporte, luego como profesión. Cuando el cuerpo ya no dio para jugar se transformó en un brillante entrenador. Viajó por el mundo, conoció mucha gente y, por sobre todo, vivió grandes e inigualables emociones.
Ahora todo había acabado. La muerte lo encontró en su lecho y su espíritu esperaba el turno para entrar al paraíso. Pero ya no había dolor, solo paz. Siempre imaginó que este momento podía ser así. Al llegar al portal, un centinela le preguntó:
-¿De qué parte vienes?
-Del planeta Tierra -respondió.
-¿Cómo te llamaban ahí?
-Antonio.
-¿A qué te dedicabas?
-Profesional del Fútbol.
-¿Qué es eso?
-Un deporte -señaló Antonio algo confundido.
-¡Aaaaahhh! un juego -dijo el centinela.
-Sí, el más lindo de todos.
-Muy bien, Antonio, te explicaré el procedimiento. Este es un portal, tú tuviste buena vida y fuiste un buen hombre, eso te da derecho a elegir entre tres opciones para volver a vivir.
-¿Pero cómo? Todo de nuevo -dijo Antonio un tanto desconcertado.
-Así es, el descanso eterno no existe. El ser bueno te permite elegir, opción que no tienen los que se portaron mal.
-Quiero ser hombre -se apresuró Antonio.
-Eso no lo puedes elegir -le aclaró el centinela.
-¿Entonces qué?
-Solo puedes elegir el planeta al que irás.
-¿Existen solo tres? -le consultó Antonio.
-No, tú tienes derecho a elegir entre tres. Si bien fuiste bueno, cometiste muchos errores en tu vida. A menos errores más planetas para elegir. ¿Entiendes? -explicó didácticamente el centinela.
-Okey, me parece.
-El primer planeta es Orcon. Es muy bello, no está contaminado aún y lo más importante, no hay pobreza, son todos iguales, no existe maldad.
-Ese se ve interesante, cuénteme más.
-En Orcon puedes llegar a vivir hasta 200 años. Se envejece muy lento. El segundo planeta es Layín. Ahí no hay enfermedad, puedes vivir eternamente si no te accidentas, no existe la delincuencia y es de clima muy agradable.
-Suena mejor ese -señaló entusiasmado Antonio, el ex futbolista.
-El tercer planeta es Lumar, el planeta del placer. Mucha entretención, sexo seguro y no necesitas dormir, pues no da sueño. En el fondo es una jarana eterna.
-¿Cuánto se vive ahí?
-300 años aproximadamente.
-Está difícil. ¿Cuál tiene las mejores ligas de fútbol?
-Nooo, ese juego solo se juega en la Tierra.
-Chuuu.
-¿Y puedo volver a la Tierra entonces? -consultó Antonio con impaciencia.
-Sí, pero como ya estuviste ahí, volverías en una situación mucho más precaria.
-¿Cómo es eso?
-Nacerías en una familia más pobre o tal vez en un lugar más peligroso. Ese es el castigo por no querer evolucionar -le explicó el centinela.
-Solo quiero pedirle algo. Envíeme a un lugar donde pueda volver a jugar al fútbol profesional.
-Ese juego infame tiene a ese planeta sobrepoblado. Todos piden volver ahí. Ya está, nos vemos.
Antonio abrió los ojos de puro susto: todos en el hospital celebraban el gol de su selección en el mundial mientras él estaba en los brazos de su madre.