La comerciante que volvió a ser feliz trabajando en calle Lauro Barros
Marcela Rojas junto a su marido y sus dos hijas encabezan el proyecto de la fiambrería "El Imperio del Sabor", especializándose en entregar quesos de hartas variedades para los clientes sanantoninos.
Fue a finales de la década de los 70 cuando Guillermo Rojas y su señora María Troncoso, acompañados de sus siete hijos, decidieron cambiar su vida en Santiago para viajar hacia el Litoral Central y radicarse de manera definitiva frente al mar.
Ya cuando vivía en la capital, don Guillermo se había desempeñado como comerciante, por lo que una vez instalado en San Antonio siguió esa misma línea y se instaló con una confitería que fue bautizada como "El Caramelo" y que funcionaba en el centro de la ciudad puerto, precisamente en calle Lauro Barros, donde actualmente se encuentra la consulta del doctor Vidal.
"En esos tiempos en ese sector de Lauro Barros existía harto movimiento, por ejemplo se encontraba la radio Sargento Aldea, a la vuelta estaba la Óptica Mena, entre los locales clásicos que muchos recuerdan. La confitería de mi padre estaba en la misma casa donde vivíamos como familia junto a mis hermanos", recuerda Marcela Paz Rojas Troncoso, agregando que "yo tenía diez años y la verdad que en estos tiempos era bien difícil involucrarse en el negocio de mi papá, porque era muy estricto, pero desde ahí que me ha gustado todo el tema del comercio, uno nace con esto en la sangre".
Actualmente Marcela, quien egresó de cuarto medio del Liceo Santa Teresita, administra junto a su esposo la fiambrería "El Imperio del Sabor", un proyecto donde puede desarrollar toda su faceta comercial. Y justamente, el negocio queda nada menos que en calle Lauro Barros, un lugar totalmente significativo dentro de su historia familiar en San Antonio.
"Abrimos las puertas de este negocio el 2 de enero del año pasado. A mi marido se le presentó esta oportunidad para adquirir este local y se lo vendieron a puertas cerradas. Él me preguntó qué me parecía esta oferta y yo le dije que siguiéramos adelante. La verdad que siempre me ha gustado tratar con gente y atenderla, porque los clientes me dicen que tengo carisma. Al final sin darme cuenta estaba prestando un servicio y eso siempre me ha gustado. Y lo mejor es que es un proyecto familiar, donde también trabajan nuestras hijas", reconoce la mujer de 49 años.
Terremoto fatal
Tras consolidarse con la confitería "El Caramelo", a don Guillermo Rojas le ofrecieron la oportunidad laboral de hacerse cargo del hotel Bristol en Llolleo, por lo que dejaron su hogar en calle Lauro Barros. Pero un lamentable suceso hizo cambiar el rumbo de la familia Rojas Troncoso.
"Él estaba trabajando ahí hace un par de año pero para el terremoto del 3 de marzo de 1985, se le cayó encima una cornisa encima y falleció. Ese hecho nos afectó en todo sentido, ya que tuvimos que dejar de vivir en Llolleo y cambiarnos, porque la situación económica ya no era la misma. De hecho mi madre María se tuvo que poner a trabajar, y ella nunca había trabajado cuando estaba mi padre en vida", detalla Marcela Rojas, quien tras terminar sus estudios en el liceo Santa Teresita, comenzó a trabajar como cajera en una panadería, ya que la situación económica familiar no estaba preparada para seguir una carrera universitaria.
Madre joven
Pero el trabajo le duró solo un par de meses a Marcela, ya que quedó embarazada a los 19 años de su primera hija Nicole. "Junto a mi pareja Andrés Maldonado, con quien comenzamos a pololear desde tercero medio, le pusimos el pecho a las balas como se dice. Los dos éramos muy jóvenes, así que sabíamos que teníamos que ponernos a trabajar para costear el nacimiento de nuestra primera hija. Además nos fuimos a vivir juntos y yo comencé a vender ropa, joyas, accesorios y otras cosas para las mujeres, en donde me fue bastante bien, ya que hasta el día de hoy sigo vendiendo a algunas clientas", detalla la comerciante.
Cuando su hija Nicole salió de cuarto medio, el matrimonio compuesto por Andrés Maldonado y Marcela Rojas (que ya llevan más de 30 años juntos) buscó un trabajo que pudiera entregarle más recursos que pudieran costear la educación universitaria de su hija, quien finalmente se terminó titulando de Nutricionista. Así fue que comenzaron a trabajar en la concesión de uno de los quioscos de la playa en Punta de Tralca.
De vuelta al barrio
Hasta que el 2 de enero del año pasado, la fiambrería "El Imperio del Sabor", levantó sus cortinas metálicas en calle Lauro Barros número 133 para comenzar a atender al público sanantonino.
"Acá ya había una fiambrería que se llamaba 'El Rincón de la Economía'. Pero nosotros le realizamos una remodelación completa, porque la idea que teníamos era entregar un producto de buena calidad a la gente. Queremos tener cosas finas, pero que puedan ser adquiridos por todos y por eso le pusimos al local 'El Imperio del Sabor'", afirma.
-¿En qué quieren especializarse para que la gente los reconozca?
-En todo lo que es quesos, ya que nos dimos cuenta que faltaba eso en el mercado del centro de la ciudad. Tenemos de merkén, de ajo, con pimentón, con orégano, además de queso de cabra, por lo que es una gran variedad de quesos que no se ven en todos lados en San Antonio. Tratamos de darle todas las comodidades al cliente para que se vaya conforme después de comprar acá.
-¿No debe ser fácil jugársela con un negocio?
-Lo más importante es saber que si un día te va mal, no hay que echarse a morir, sino que ser positivo y pensar que la situación va a mejorar. La verdad que nuestra vida familiar no ha sido muy buena en el sentido de salud, porque junto a mi marido tenemos los dos enfermedades congénita, por lo que hay días con harto ánimos y otros poco. Pero a mí me gusta venir a trabajar y saber todo lo del negocio.
-¿Está contenta entonces con lo que armaron con su familia?
-Sí, estamos felices acá. Hemos tenido buena recepción con los clientes, a los que ya conocemos a varios. Así que estamos contentos acá, donde fue el mismo sector donde mi padre se instaló con su confitería "El Caramelo".
La nueva fiambrería "Imperio del Sabor" atiende de lunes a sábado entre las 10 de la mañana y las 14 horas, y luego reabre su atención desde las 16.00 hasta las 20.30 horas.