La lucha de los restoranes de la caleta por atraer al público
Los establecimientos ubicados en este tradicional sector poseen una característica soñada para cualquier empresario del rubro: cercanía al mar y al puerto más activo del país. Sin embargo, eso conlleva que la oferta sea cada vez mayor.
El incesante sonido de las gaviotas y pelícanos, la presencia inconfundible de lobos marinos, y sobre todo, la frenética actividad del puerto de mayor tráfico del país, dan la bienvenida a quien visita San Antonio.
Junto a la actividad portuaria, se extiende el paseo Bellamar que a partir del mediodía, y especialmente en días festivos o fines de semana, se encuentra repleto de turistas, principalmente venidos desde Santiago.
A medida que van avanzando los minutos, los ojos de los turistas se desplazan desde la pequeña playa que yace junto al congestionado puerto, hacia los lugares donde se puede ir a comer. Es entonces cuando la gente se traslada desde los lugares en donde se contempla el mar y las tiendas de artesanía hacia los restoranes.
Y entonces, uno comienza a ver una arquitectura tradicional, vista al puerto y una decoración que constantemente recuerda al visitante que está en un sector marítimo. Esas son las principales características bajo las que se presentan los restoranes ubicados en la zona contigua al paseo Bellamar, que constituye parte importante del turismo que llega a San Antonio.
Y es la cercanía al puerto lo que representa la base del negocio gastronómico de la zona, que cada vez se hace más diverso y enfrenta más competencia.
Uno de los recintos más populares es "La Caleta". Su fachada combina elementos artesanales, cuadros de distintos lugares de Chile y vista al mar. Cerca del mediodía y gradualmente, comienza a llenarse de público, que ha pasado parte de la mañana en la playa y el Bellamar. "En días buenos podemos llegar a tener unos 300 clientes diarios", indica Soledad Ureta, quien trabaja hace 17 años como mesera del lugar.
¿Los platos que más pide la gente? Ureta indica que se concentran en la paila marina, el pescado frito y las reinetas adornadas con diferentes salsas. "Uno de los principales plus que tenemos es la limpieza, y eso es importante. La gente sabe que está todo hecho en el día", indica.
Fanny Santander, dueña de "La Caleta", añade que "mantenemos los precios más bajos del sector". Mientras tanto, figuras de peces espadas e incluso tiburones, amenizan la vista interior de quienes llegan al recinto.
Más competencia
"Este es el único sector gastronómico de San Antonio", indica con certeza Jaime Bravo, dueño de "El Dorado".
Bravo, que es contador de profesión, cuenta que mantiene el local desde hace 28 años y que la competencia es cada vez más fuerte, por diversas razones.
Comenta que los costos de administración suben cada vez más, por exigencias sanitarias, nuevos locales y la presencia del llamativo comercio informal que rodea gran parte del puerto.
Además hay temas ambientales. Si bien, comenta, parte de los pescados (la merluza es el producto más demandado) es de extracción local, existen otros productos que, o no son autóctonos de la zona o han desaparecido (salmones, locos, mariscos, etc), y que por ello se deben traer de otras zonas. Estos costos y el de la formalidad (regulaciones, limpieza, etc) aumentan, "pero no pueden traspasarse al público", indica, manifestando que, en el caso suyo, el margen de utilidades ha caído cerca de 25% en este periodo del año en relación al mismo lapso de 2017.
En todo caso, indica, el sector se sostiene principalmente entre el periodo estival y Semana Santa, o sea, periodos fuertes en cuanto a afluencia de turistas.
Cada temporada cambian los gustos de la clientela y las exigencias por productos cada vez más variados. Entre las especies con mayor demanda, destaca la albacora, el congrio dorado y el salmón, que ha tenido un repunte generalizado.
Y que, por cierto, no es de la zona.
La economía
Dos figuras de marineros son lo primero que ve alguien que entra al "Rincón Marino". El administrador del local , César Álvarez,
comenta que el problema se ha dado más bien por el estado de la economía nacional. "Algo pasa, las cifras están repuntando, pero eso todavía no se refleja en la demanda", sostiene Álvarez.
"Los chilenos están más endeudados y tampoco se genera empleo lo que repercute en el consumo", agrega.
¿Y cómo afecta eso al comercio gastronómico local? Simple. El administrador del "Rincón Marino" explica que "cerca del 90% de los clientes que llegan acá son turistas que vienen de Santiago".
El resto lo componen turistas extranjeros, o mejor dicho trabajadores, ya que son miembros de tripulaciones que llegan al puerto más grande del país.
Abundan por lo general marineros filipinos, brasileños, rusos, entre otros, comenta.
Y además los extranjeros no solo son turistas. Como en el resto del país es común ver gente de Haití (más de alguno habla en creole), Colombia o Venezuela, ya sea entre la clientela o entre los empleados.
Álvarez confirma que el tema de la presentación y la limpieza de la zona es un problema para el negocio, pero que "se han hecho avances para que los paseos sean más expeditos y el turista se vea más motivado para venir".
Además, la llegada de cruceros ha sido de ayuda, reconoce. "Por otro lado, la vista al paisaje marítimo es atractiva", indica.
Sin embargo, el aumento de la competencia no solo se ha dado en el mismo San Antonio. Dentro del sector aledaño al Bellamar, se encuentran los restaurantes formales, el comercio de ferias del interior y el mall, que ofrece un patio de comidas más tradicional. Además de esto, un restaurante de la zona debe entrar a competir con las opciones que se han instalado en todo el Litoral de los Poetas y que están a pocos kilómetros de distancia, especialmente si se cuenta con automóvil.
Entre los productos más pedidos, Álvarez destaca la trilogía marina, los locos, la paila, machas y, sobre todo, la merluza, el plato más emblemático de la zona.
El futuro del negocio
Y la competencia se siente. Afuera, en la calle, cada restaurante tiene personal invitando a la gente a pasar a almorzar.
En general, el negocio de la comida es complicado en cualquier ciudad. Bravo cuenta que en otros lugares del país existen más quiebras que acá. En cambio, el fenómeno que se produce en la comuna puerto es la venta de locales, que se daría generalmente en el mes de marzo.
O sea, muchos recintos no cierran, pero constantemente cambian de dueño, ya que pese a que estos compran deuda, la cercanía al mar sigue siendo un atractivo para instalarse como punto gastronómico.
Y aunque la fauna estrictamente local no sea tan variada como pareciera, lo que obliga a importar muchos productos, la sola presencia del mar, condiciona la oferta al respecto.
A menos que se escojan otras alternativas, como los locales de comida rápida que ofrecen el mall o los supermercados, que también proliferan en el mismo puerto.
O bien, los productos del comercio más informal, que no está sujeto a fiscalización como los restaurantes, situación de la que también advierten los dueños de los recintos.
En cuanto al estilo, se comparte el diseño que exhibe el resto de la zona central del país. Todo contiene productos marítimos, pero infaltablemente, se presenta en forma de empanadas de camarones, frituras y ensaladas.
Una vez pasada la hora de almuerzo, muchas personas retornan a su recorrido por el paseo Bellamar para contemplar el mar, como habitualmente ocurre en el litoral, además del ritmo del sector más activo de San Antonio: el puerto.