Descubrió su vocación social y ahora se dedica a la integración de niños y jóvenes
Rosy Guerra amplió su giro y se involucró con dedicación, esfuerzo y éxito en trabajar con menores para recuperar el diálogo, laborar en equipo y cuidarlos más de cerca.
Descubriendo nuevas herramientas para apoyar a la comunidad y así contribuir a mejorar la calidad de vida de cada habitante, especialmente de los niños, Rosa Elizabeth Guerra Hernández sintió que la ayuda social la satisfacía completamente.
"Rosy", como conocen a esta querida vecina de la parte alta de Barrancas, es artesana y la máxima exponente de las joyas choro zapato en nuestra provincia. Tiene sangre mapuche y sufre con la historia y presente de esta etnia.
Por muchos años, esta oriunda de Barrancas se dedicó a su labor como artesana con un claro propósito: generar identidad y rescatar las tradiciones locales. Así fue como descubrió y comenzó a trabajar joyas con la concha de este molusco como principal elemento. Pero no solo elabora artículos con elementos provenientes del fondo marino, sino que también crea piezas étnicas que fortalecen su vínculo con la pachamama (madre tierra).
A través de la red social Facebook difunde su arte con los enlaces Azul Nácar San Antonio y Arauco Joyas San Antonio.
Despertar social
Desde muy temprano Rosy Guerra sintió curiosidad por el trabajo social. Quería ser un medio para conseguir cambios en nuestra sociedad y generar bienestar en quienes la rodean, pero jamás tuvo la oportunidad de dedicarse a esa labor. Pero todo eso cambió hace poco tras conversar con su esposo Óscar Vargas y familia para emprender una nueva misión.
"Hace unos días terminó el primer programa social de integración de niños y puedo decir que tuvimos éxito. Con Lilians Parra, logramos que los niños se integraran, disfrutaran de su niñez, jugaran, se miraran a la cara y conversaran, algo que hoy no vemos a menudo porque todos pasamos pegados en el celular", comenta con orgullo.
Y agrega: "algunos niños volvieron a tomarse fotos después de largo tiempo. Esos avances no habrían sido posible sin todas las personas que nos apoyaron", sostiene sobre los talleres impulsados por la agrupación CoCreando Sueños que se dedica a fortalecer la integración de los menores de edad.
-¿Qué fue lo más complejo de esta gestión de integración social?
-Trabajar con niños siempre es especial y representa un gran desafío. Puedo decir que tengo experiencia por ser madre de tres hijos y abuela de dos niños (Gabriel y Sofía), pero carezco de la metodología pedagógica, pero con cariño y dedicación se pueden lograr muchas cosas.
Respecto a los pasos que debió dar para emprender en esta tarea social, Guerra reconoce que debió esforzarse para convencer primero a los padres de los niños y luego conseguir los recursos para financiar los viajes de los monitores que desarrollaron los talleres.
"Como padres siempre estaremos a la defensiva y protegiendo a nuestros hijos, por eso la búsqueda de niños para participar significó un gran esfuerzo, pero una vez que vieron los objetivos de los talleres, accedieron. Mis vecinos colaboraron mucho también y se los agradezco ya que se pusieron con dinero para la locomoción de los monitores o alimentos para las colaciones", destaca.
También cuentan con el apoyo incondicional de la Corporación Por Amor al Arte, que preside Marcelo Mellado y que donó los almuerzos para los días de funcionamiento -los sábado-, en el taller facilitado por Jorge Catalán. "Así todo se hizo más fácil y ameno, lo que se tradujo en buenos resultados", explica.
-¿Harán más talleres de integración infanto-juvenil?
-La verdad es que la experiencia nos dejó contentos a todos y esperamos repetirla muy pronto. Fueron meses de intenso trabajo y gestión para conseguir los recursos para los talleres. Hubo días en los cuales tuvimos que liderar los talleres nosotros ya que los monitores no llegaron. Todo se hizo de corazón y en forma gratuita. Nuestra intención es continuar, pero tenemos que recuperarnos. Muchas veces tuve que recurrir a las ganancias de las joyas para financiar cosas del programa, pero no me arrepiento. Hay que recuperarse para recomenzar. Espero que antes de fin de año podamos dar inicio a la segunda etapa del programa.
-¿En lo personal qué le dejó esta experiencia?
-Fue muy enriquecedora, soy una persona sumamente creyente (durante la entrevista sonaba en la radio música cristiana) que se preocupa e interesa por los demás, pero recién ahora tuve la ocasión de concretar algo puntual con los niños que son los más necesitados de cariño, atención y oportunidades.
"Rosy" confidencia que esta nueva faceta "es un giro que siempre quise realizar, pero no se pudo, siempre estuvieron las joyas, que son las que me dan para vivir y aportar en el hogar. Mi ego me decía haz joyas que te quedan lindas y vende mucho, y mi alma, por otro lado, que trabajara por construir una sociedad mejor y cuidar a los niños. Ahí descubrí una pasión que voy a continuar desarrollando, así como también la elaboración de joyas.
Marca registrada
Su madre fue costurera y de ella aprendió ese oficio que materializó tejiendo a sus muñecas, confeccionando ropa para sus amigas y luego, vistiendo a sus hijos. Pero fue gracias a una invitación fortuita a participar en un curso de emprendimiento donde la vida de Rosa Guerra sufrió un giro radical que derivó en la creación de joyas, a las que le puso su sello para generar un producto con una identidad tan local como las conchas del choro zapato.
"Sueño con que San Antonio sea reconocido como la cuna de las joyas hechas con la concha del choro zapato, que se identifiquen con nuestra tierra solamente", reflexiona.
Dice que su sueño no es fácil de cumplir "porque como sociedad no tenemos esa cultura de cuidar y menos proteger lo nuestro. De todos modos seguiré trabajando en esa línea y también con la línea Arauco porque rescatar la riqueza de nuestros pueblos originarios es sumamente apreciado por los visitantes extranjeros. Tenemos la cultura Bato, Llollehue, Aconcagua, que nos representan y deben enorgullecernos como provincia y país", dice sobre sus objetivos como emprendedora.
En japón
Para que su emprendimiento tuviera un alto vuelo, Rosy se perfeccionó en Japón gracias a una certificación estatal que le permitió generar una sinergía entre los productos que elabora y el ambiente comercial, como el arreglo de vitrinas de exhibición para que cautiven de entrada al comprador.
"En esa experiencia extranjera entendí la necesidad de trabajar desde la base para tener una identidad local que nos permita sentirnos orgullosos de quienes somos y de lo que hacemos. Afuera eso está integrado, aquí nos falta por avanzar en esas temáticas", plantea Rosy, quien se prepara para enfrentar la próxima temporada estival creando sus artesanías con identidad provincial.
La artesana insiste en que en la provincia "falta un poco de identidad, por ejemplo, en distintas labores productivas. Aquí no nos empoderamos de las cosas. Me encantaría que en algún minuto se escuche a alguien decir vamos a San Antonio a comprar joyas de choro zapato, porque son nuestras y tienen identidad local. O que Arauco joyas Facebook tomó la identidad de las culturas Aconcagua o Bato, con pequeños detalles que las identifiquen. Me encanta explicarle a la gente que viene a comprar que las joyas son parte de nuestras culturas ancestrales".
Esta sanantonina opina que lamentablemente los productos chinos son una competencia complicada, pero reconoce que "existe un público, especialmente el europeo, que hace el esfuerzo por adquirir las piezas y pagar lo que valen realmente, porque detrás de cada joya hay un trabajo dedicado y pulcro que requirió un buen tiempo de elaboración".
Orfebrería
Pese a todo, "Rosy" quiere continuar y dejar un legado con su trabajo. "Con Gisella, mi socia, vamos a seguir porque hay que aprovechar la visita de turistas a nuestro puerto. Si bien no tengo un gran sueldo, uno tiene que ayudar a las personas".
Y también desea prolongar la tarea social que está recién comenzando. "Como cristiana tengo la necesidad de seguir ayudando. Miro a los niños y me dan pena, porque muchos de ellos no sociabilizan, no conversan. Pueden estar uno al lado del otro y no se pescan, quieren estar todo el día en el celular. Lamentablemente esa es la sociedad que hemos ido construyendo".